Vuelve la Liga y visita por segunda vez el Metropolitano Alessio Lisci (Roma, 1985). La primera fue hace tres años con el Levante, un equipo casi desahuciado en el que se estrenó como técnico en la élite tras una humilde carrera como jugador … en el fútbol semiprofesional italiano y una formación en los banquillos de la cantera granota, ambos trabajos remunerados con un sueldo insuficiente para vivir. La gran oportunidad por la que tanto trabajó en Valencia terminó con el descenso y su salida. Tras ello, llegó a Miranda de Ebro en el club más humilde de Segunda, donde primero se salvó en la última jornada y después se quedó a las puertas del ascenso en una campaña de ensueño. Una trayectoria ascendente que le convirtió en uno de los técnicos de moda del fútbol español, mudado este verano a Pamplona.
—¿Cómo valora sus primeros meses en Pamplona?
—Muy positivos porque vamos evolucionando, aunque en los últimos dos partidos no hemos dado nuestra mejor versión. Pero el equipo va cogiendo conceptos y poco a poco evolucionamos. Estoy muy contento en general con la afición, que es increíble, y con todo lo que rodea a Osasuna.
—¿Por qué eligió Osasuna?
—Porque es un club que, dentro de que los resultados siempre mandan, tiene más estabilidad, por lo menos lo ha demostrado en los últimos años. Era una plantilla que tenía cosas buenas, venía de hacer buenas temporadas y me parecía un reto muy bonito. Así que me decidí rápidamente porque me gustaba la opción.
—Ha asegurado que el objetivo de Osasuna es la permanencia. ¿Cómo se conjuga ese objetivo con la ambición por algo más, como pelear por Europa?
—Pues es muy fácil. Decir que tenemos que pelear por Europa lleva a que si nos quedamos tres jornadas sin ganar, vas a jugar la siguiente con presión y no tiene ningún tipo de sentido, no suma nada. Entonces lo suyo es mirar objetivos realistas y el objetivo más realista actualmente es la salvación. Y luego hay una cosa que es muy fácil. Si yo quiero ganar la Liga, entrar en Champions, jugar Europa o salvarme, el fin de semana quiero ganar. No es que si quiero jugar Europa quiero ganar, si quiero quedar entre los diez primeros quiero empatar o perder y si me quiero salvar me da igual ganar o no. Es que al final lo de los objetivos… yo lo que quiero es ganar el fin de semana y el finde que viene. Los objetivos son a largo plazo, pero se pueden conjugar muy bien con la ambición. El año pasado con el Mirandés creo que lo demostramos.
—¿Qué es lo más importante en los primeros meses de un proyecto nuevo como el suyo?
—Hacer puntos como estamos haciendo para ir teniendo más confianza, porque desde la victoria es un poco más fácil. Desde ganar, quizás no de las formas más bonitas del mundo, seguimos metiendo cosas para ir evolucionando en lo que estamos haciendo. Entonces lo importante es puntuar para estar en una posición de clasificación sin agobios y a partir de ahí puedes construir con más tranquilidad.
—Se enfrentan al Atlético, un equipo que, al igual que Osasuna, se hace fuerte en casa pero no conoce la victoria como visitante. ¿Cómo se explica esta diferencia de rendimiento?
—Nosotros llevamos cero puntos fuera de casa, pero hemos merecido entre dos y cuatro o incluso más. Y ellos fuera de casa han merecido muchísimo más, han merecido ganar más de un partido. Han jugado dos con diez, en otros han tenido opciones de cerrar el partido, no lo han cerrado y lo han perdido o empatado, prácticamente en todos. Los resultados al final tienen valor, pero también hay que analizar el cómo de las cosas. Yo creo que tanto ellos como nosotros hemos merecido hasta ahora más fuera de casa.
Osasuna y Atlético, sin victorias como visitantes
«Los resultados tienen valor, pero también hay que analizar el cómo de las cosas. Tanto ellos como nosotros hemos merecido más fuera de casa»
—¿Ve la plantilla del Atlético capacitada para pelear con Madrid y Barça?
—A mí me parece una plantilla muy, muy buena. Es verdad que se enfrentan a dos equipos que son enormes. Entonces es complicado, pero la plantilla del Atlético de Madrid me parece de primer nivel.
—Si tuviera que implementar una característica de Simeone a su forma de entrenar, ¿cuál sería?
—Es difícil contestar. Simeone tiene muchísimas cosas buenas, muchísimas. Y luego cada año evoluciona, cada año es un entrenador diferente y un equipo diferente, y esto esto me encanta. Creo que hay muchas cosas buenas de Simeone, no nos podemos quedar con una sola.
—¿Cómo fue su infancia? ¿Cómo empezó a jugar al fútbol?
—Me he criado siempre haciendo deporte, siempre me ha gustado. Siempre me lo han inculcado desde la familia. Mi padre era profesor de educación física, actualmente está jubilado pero el profesor nunca se pierde, y entonces siempre he estado en un contexto donde el deporte era importante. El fútbol me encantaba y no recuerdo un momento de mi vida sin un balón de fútbol.
—¿Cómo fue su carrera como futbolista?
—Jugué en cantera hasta Liga Nacional y luego estuve en Segunda B. Toda mi carrera, que fue corta porque lo dejé bastante pronto, la mayoría de los años jugué en lo que puede ser Segunda RFEF, lo que antes era Tercera.
—Durante su carrera, ¿le llegaba el sueldo para vivir o tenía que trabajar?
—Siempre he trabajado. He entrenado desde que tengo 18 años. Entrenaba y estaba como director de una cantera de una escuela pequeña de fútbol. Siempre trabajaba los veranos o cualquier trabajo que había, he hecho de todo. Nunca he estado parado. Cobraba con el fútbol, pero no para vivir evidentemente.
—¿Cómo termina en la cantera del Levante?
—Terminé la universidad, tenía una beca de estudio y a través de varias circunstancias acabé en el Levante. Cambié mi perspectiva, pasé al otro lado del campo y muy contento con eso.
—Antes mandó cartas para trabajar en muchos equipos españoles.
—Sí, contacté con todos. Al final el Levante fue la que creía que era la mejor opción entre la que las donde podía ir.
—¿También tuvo que encontrar otros trabajos mientras empezaba su carrera como entrenador?
—Siempre, también al principio tenía que trabajar. Estaba de prácticas con un equipo, por la tarde entrenaba otro, y de por medio trabajaba también. Nunca ha sido un problema para mí trabajar. Creo que es muy noble trabajar y no me avergüenzo de nada.
—¿Ha tenido que demostrar más como entrenador por el hecho de no tener una carrera reconocida como futbolista?
—Bueno, es normal. Es normal que los exfutbolistas tengan prioridad en el fútbol, porque tienen vivencias y experiencias que los que no hemos estado en el fútbol profesional de jugadores no tenemos. Entonces me parece normal que ellos tengan más oportunidades. A partir de ahí, como siempre, hay que trabajar. Yo me centro en el día a día. No me puse ningún techo y siempre he intentado hacer el mejor entrenamiento posible cada día y ya está. Luego, si haces las cosas bien, las cosas llegan.
—Tras pasar por toda la cantera, llega su oportunidad en el primer equipo y durante los meses que estuvo en el banquillo del Levante firma unos números espectaculares, aunque desciende a Segunda y es destituido. ¿Piensa que se merecía una oportunidad?
—El fútbol se trata de resultados. Son decisiones técnicas. Yo terminaba contrato y el club me hizo una oferta para estar en otro rol, pero preferí salir. Son decisiones que toman los clubes, como cuando yo hago la alineación, hay once jugadores que juegan y otros van al banquillo. Pues eso es lo mismo en el club. Felipe [Miñambres, entonces director deportivo del Levante] tomó esa decisión y ya está. Yo siempre la he respetado y no hay ningún problema. Son cosas de fútbol. Al final se trata de insistir y el fútbol no es ni era solo el Levante. Hay más clubes, me tocó volver a empezar desde el equipo más humilde de Segunda y estoy otra vez en Primera. Esto no es un recorrido lineal hacia arriba como la evolución del equipo, sino es un recorrido de altos y bajos, donde la tendencia tiene que ir hacia arriba, pero no va a ser todo lineal.
—Después estuvo un año sin equipo. ¿A qué se dedica un entrenador cuando está en paro?
—A estudiar, a ver más fútbol, a conocer más entrenadores. Cuando entrenamos, vamos a 2.000 por hora y es muy difícil poder conocer entrenadores y ver otras formas de trabajar. Lo aproveché para eso y me gustó mucho.
—En sus dos temporadas en Miranda de Ebro pasa de salvarse en la última jornada a rozar el ascenso. ¿Cómo se explica?
—En Miranda cada año la plantilla es totalmente diferente y los entrenadores, por muy buenos que seamos o muy bien que trabajemos, no salimos al campo a jugar con los jugadores. Hay cosas que con un equipo se pueden hacer y otras que no. Se valora mucho mi trabajo y el del cuerpo técnico en el segundo año, pero la salvación del primer año es mucho más compleja y mucho más difícil de lo que hemos hecho en el segundo año. El plus más grande lo dimos la primera temporada porque era muy difícil esa situación.
La vida del entrenador
«A veces se hace duro, pero es lo que hay, es lo que hemos elegido. Hay trabajos mucho más difíciles, mucho más duros, mucho más sacrificados. Así que no nos podemos quejar»
—¿Es muy sacrificada la vida del entrenador?
—Sí, desde luego. El cuerpo técnico y yo pasamos muchísimo más tiempo en Tajonar [ciudad deportiva de Osasuna] que en casa. A veces se hace duro, pero es lo que hay, es lo que hemos elegido. Hay trabajos mucho más difíciles, mucho más duros, mucho más sacrificados. Así que no nos podemos quejar. Es lo que hemos elegido. Pasamos muchas horas, pero disfrutamos con este trabajo.
—Usted que ha empezado tan joven, ¿piensa seguir entrenando muchos años?
—Eso espero. Como te he dicho antes, yo me centro en hacer cada día el mejor entrenamiento posible. Sé que si trabajo bien, estaré muchos años, así que me da igual mirar al futuro. Mi futuro pasa por entrenar muy bien mañana.