Sábado, 18 de octubre 2025, 12:08
A pesar de las derrotas, el vestuario del Baskonia parece estar unido y alineado con su entrenador. Markus Howard, uno de los jugadores cuyo rendimiento no está a la altura de lo esperado en este inicio de curso, tuvo anoche un sentido detalle con Paolo Galbiati, captado por este periódico. El astro azulgrana, lesionado para el próximo mes, se acercó a animar a su cabizbajo entrenador. Un gesto simbólico pero de gran significado por el momento y porque el escolta fue desconvocado en el encuentro liguero ante el Real Madrid, hasta la fecha la única victoria. Una decisión valiente y de apariencia comprendida por el jugador estadounidense, que trata de erigirse en el vestuario y en el banquillo como un líder espiritual.
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Paolo Galbiati volvió a pasar otra noche difícil como entrenador del Baskonia. El Buesa Arena que hace cinco días había abandonado con los brazos en alto, los puños cerrados y los ánimos a flor de piel acogió de nuevo la pesadumbre de la parroquia azulgrana ante una nueva derrota. La imagen del graderío despoblado casi por completo con todavía 11 segundos por jugar fue el resultado de otro encuentro adverso, con numerosos vaivenes deportivos y emocionales que hicieron mella en el rostro del técnico italiano.
Con la mirada triste, lacónico e impotente entró al vestuario al poco de acabar el encuentro. Allí recibió a sus jugadores, pero no estuvo mucho tiempo con ellos. Agarró el teléfono móvil y salió para mantener una conversación con uno de sus allegados. El transalpino encontró en el eléctrico banquillo azulgrana un sitio de paz provisional para pasar el mal trago mientras tenía lugar ‘La prórroga de Munti’, la sección de Rafa Muntión en EL CORREO.
En el vídeo publicado en nuestra web y en las redes sociales, puede apreciarse la angustia del transalpino al no lograr dar con la tecla para que su equipo logre ser más consistente. Sentado, con la garganta seca, la cabeza gacha y la mano en la cara, percibe a otra persona que se acomoda a su lado. Vestido de calle, con gorro y un apósito en los dedos de su mano izquierda. Era Markus Howard.
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Howard, con el aparatoso apósito en el dedo lesionado.
Jesús Andrade
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El escolta se sentó unos segundos junto a él, le pasó el brazo por detrás de la cabeza y le puso la mano en el hombro. Mientras Galbiati seguía hablando por teléfono, le agradeció el detalle a su jugador con varias palmadas en la rodilla. El estadounindense le apretó el hombro y agachó la cabeza junto a él, en un gesto de apoyo que el técnico volvió a agradecer con brío y golpes cariñosos en el muslo para despedirle.
El transalpino pasó unos minutos más en la pista con el teléfono en la oreja antes de acudir a la rueda de prensa y caer en algunas contradicciones. Alegó que cree que «el cansancio no afectó» a su equipo, pero consideró que había «utilizado demasiado a algunos jugadores». «Hemos intentado ganar con todo lo que teníamos», trató de justificar.
Impasible durante el inicio del partido, cuando miraba sin pestañear el calentamiento del Partizan, tuvo un pequeño rifirrafe durante el segundo cuarto. Diakite, sustituido por segunda vez tras un error, primero en ataque y por último en defensa, le reprochó el cambio, algo que no gustó al entrenador. El pívot se disculpó poco después. Tampoco contentó al italiano que algunos jugadores, como Sedekerskis en una acción muy concreta del último cuarto, rehuyeran el lanzamiento lejano, faceta en la que no están logrando tirar con acierto pero esencial en el estilo de Galbiati. El entrenador remarcó que tiene que seguir dando confianza a sus jugadores y que pese a las derrotas, su enérgico espíritu no cesa.
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