Los Mossos d’Esquadra no disponen de pruebas que permitan afirmar que la muerte del fundador de Mango fue un homicidio. Sin embargo, los peritajes realizados sobre el terreno descartan cada vez con más fuerza la hipótesis de una caída accidental de Isak Andic. Los resultados de las pruebas de reconstrucción «no encajan con una caída natural», y parecen indicar que «el desenlace mortal sólo pudo producirse mediante una fuerza o inercia externa», de acuerdo con fuentes cercanas a la investigación. Fuentes familiares comentan que Jonathan tenía muchos problemas cuando murió su padre y las mismas fuentes sostienen que intentó obtener dinero de su familia para solventarlos. Otra de las claves de las pesquisas es el tiempo que su hijo tardó en alertar a Emergencias. Según los citados interlocutores, primero llamó a la mujer de su padre, e incluso hubo otras comunicaciones previas, hasta que finalmente pidió auxilio al 112.
El empresario falleció el 14 de diciembre de 2024, tras precipitarse desde unos cien metros de altura en el camino de las Cuevas de Salnitre, en Collbató (Barcelona), mientras realizaba una excursión junto a su hijo Jonathan Andic. El sendero, de unos cinco kilómetros, discurre por una zona de difícil acceso y con varios tramos sin protección. En el recorrido de vuelta, el fundador de Mango cayó al vacío en circunstancias que, diez meses después, siguen sin aclararse.
Los Mossos realizaron simulaciones controladas en el mismo punto del accidente, utilizando fardos del mismo peso y estatura que el empresario, según publica Abc. Los resultados muestran que el tipo de impacto que provocó la muerte de Andic no habría sido posible sin «una cierta impulsión previa». Dicho de otro modo: la caída espontánea no habría bastado para explicar el daño mortal. «Fue necesaria una inercia que impulsara a la víctima», reza el texto publicado por Abc.
Las sospechas se agravan por el tiempo que el hijo tardó en alertar a los servicios de emergencia. Jonathan Andic llamó primero a Estefanía Knuth, la esposa de su padre, y sólo después al 112. En su primera declaración, explicó que caminaba unos metros por delante, oyó un ruido de piedras y, al girarse, vio cómo su padre desaparecía entre la vegetación. Los investigadores atribuyeron entonces sus contradicciones al shock emocional del momento.
Sin embargo, en una segunda declaración más extensa, realizada semanas después, los Mossos detectaron nuevas inconsistencias en su relato. Los detalles no coincidían con las evidencias encontradas en el terreno ni con la cronología reconstruida mediante los registros de llamadas y geolocalización. Esas incongruencias motivaron que el Juzgado de Instrucción número 5 de Martorell decidiera reabrir la causa en marzo, después de haberla archivado de forma provisional en enero.

El teléfono, clave de la investigación
Uno de los elementos más relevantes de la investigación es el teléfono móvil de Jonathan Andic, entregado a los Mossos el pasado 9 de septiembre. Los especialistas analizan sus llamadas, mensajes, fotografías y ubicación, con el objetivo de reconstruir los movimientos de padre e hijo antes y después de la caída. Según fuentes jurídicas, el dispositivo ha proporcionado «una gran cantidad de información», aunque por el momento no se ha filtrado ningún resultado concluyente. El abogado penalista Cristóbal Martell, que representa al hijo del empresario, ha solicitado acceso al auto judicial que autorizó la incautación y volcado del teléfono, petición que sigue sin respuesta. Martell insiste en que su cliente no ha sido formalmente imputado pero mantiene su «plena disposición a colaborar con la justicia».
Motivos familiares y económicos
El entorno del empresario asegura que la relación entre padre e hijo atravesaba un periodo difícil. Según varias fuentes próximas a la familia, existían tensiones vinculadas al control patrimonial y empresarial del grupo Mango, así como a problemas económicos personales de Jonathan. El día de la tragedia, ambos habían quedado a solas para tratar de «acercar posturas», como avanzamos desde Informalia, una conversación que terminó en tragedia y que ahora los investigadores interpretan con cautela. Tras el accidente, la jueza archivó inicialmente el caso al recibir la autopsia y el primer informe policial, que apuntaban a una caída fortuita. Sin embargo, la aparición de nuevas pruebas técnicas, los indicios detectados en el teléfono del hijo y la imposibilidad física de una caída «sin impulso» llevaron a reabrir la investigación.

Lo que dice la familia Andic
A través de un portavoz, la familia ha reiterado su «pleno respeto por las diligencias judiciales» y su compromiso de seguir colaborando con las autoridades. «Estamos seguros de que este proceso concluirá pronto y demostrará la inocencia de Jonathan», señalan en un comunicado.Aunque los Mossos d’Esquadra no tienen ninguna prueba concluyente para demostrar que la muerte del fundador de Mango fuese un homicidio, sí cuentan con indicios sólidos que les llevan a no considerar una caída fortuita como la opción más probable. Las pruebas realizadas por la Policía catalana sobre el terreno demuestran que era necesaria cierta inercia para que se produjera el fatal desenlace. La juez y la fiscal valoran como posible la hipótesis del homicidio ante los citados indicios. No existe ninguna prueba concluyente que permita afirmar que la muerte de Isak Andic no fuese accidental. La causa judicial sigue bajo estricto secreto de sumario y no se dirige contra ninguna persona en concreto, según precisó este viernes el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ( TSJC). Las incongruencias que detectaron en la segunda declaración del hijo del magnate del textil se suman a que en la fecha del suceso, el hijo del fundador de Mango llamó primero a la mujer de su padre, Estefanía Knuth, y luego alertó al teléfono de Emergencias 112, explicando que este se había precipitado a una zona donde él no podía acceder. Indicó entonces que pensaba que estaba inconsciente a consecuencia de la caída.
Personas del entorno de la víctima confirman que las relaciones entre padre e hijo no pasaban por su mejor momento. Esas diferencias, la cita en la que se produjo la caída, cuando ambos habían quedado para hablar a solas, con el objetivo de solucionar sus problemas como avanzó Informalia, y abordar cuestiones económicas, no hicieron más que incrementar las sospechas de los investigadores.

Dos meses después de ese archivo provisional de la causa, el juzgado de Instrucción 5 de Martorell reabrió la causa. Fuentes policiales indicaron entonces que quedaban pendientes por completar informes como el relativo al volcado del teléfono del empresario, que quedó destrozado tras la caída.
La intención de los Mossos de la comisaría de Martorell era tratar de delimitar el itinerario exacto que aquella fecha realizaron padre e hijo. También querían obtener los posicionamientos de los terminales de ambos, para reconstruir lo sucedido. Ahora, diez meses después del suceso, las pesquisas han puesto bajo el foco de la sospecha a Jonathan, pasando así de barajar el accidente como principal hipótesis, a centrarse en el posible homicidio. El penalista Cristóbal Martell, que asesora al hijo de Andic, formalizó un escrito ante el juzgado de Martorell en el que solicitó tener acceso al auto de la magistrada que habilitó a los Mossos a requerir su teléfono. Por el momento no ha recibido respuesta.
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