Es el referente actual del toreo en Valencia. Román, temporada 2025, catorce corridas de toros en España, doce en América entre Colombia, Venezuela, México, Ecuador … y Perú, conforman su última temporada; de ellas, tres en Madrid, con dos orejas y una vuelta al ruedo, otra oreja en Sevilla, en la Feria de Abril y dos trofeos en Valencia. Es evidente que el valenciano de Benimaclet ya es un torero hecho y derecho.

–Esta misma Feria de Otoño, quitas el boom de Morante y sale triunfador de Las Ventas. Ha sido un éxito de verdad, otoñal y bravo.

–En el primer toro aposté mucho y lo cuajé desde el principio, y el segundo fue un toro duro, muy exigente, y esa faena tuvo mucha emoción. Fue imperfecta pero emocionante.

–Todo ello con los victorinos tiene especial mérito.

–Los victorinos son mucho de apostar. O apuestas o estás perdido.

–Cuando le preguntas por Madrid, por la trascendencia que tienen los resultados, por el miedo escénico que genera, por los gritos del siete, por el ¡colocateee! agrio de los intransigentes, asegura que aun así disfruta.

–Pesa mucho, pero tiene mucha recompensa. Lo que hagas se valora. Te juegas muchísimo, tienes mucha responsabilidad y el toro es muy serio y muy grande pero aun así me gusta, al fin y al cabo, tampoco es que en otro lugar de menos entidad estés libre de un percance o de un mal trago. Mira lo de Samuel Navalón en Algemesí. Si te tiene que pasar algo te puede pasar en cualquier plaza. Pese a la dificultad, a mí me gusta Madrid.

–Muchos de tus compañeros se achican en aquella puerta de cuadrillas, incluso a toreros de los considerados figura, Madrid les cae a plomo sobre las monteras.

–Bajo presión yo doy mucho más de mí. Con la responsabilidad me vengo arriba. Eso es algo que siento y que tengo comprobado. Aunque los triunfos en los toros no son cosa de números algo significan, sobre todo si son buenos.

–El año que acaba ha sido para Román menos cruento que otros anteriores, pero más fastidioso. Además de una cornada leve en Venezuela, llegaron las fracturas.

–Las lesiones de hueso son muy fastidiosas, sí, y además no se les da importancia. No tienen repercusión y te tienen parado más tiempo. Yo las cambiaría por una cornada que no fuese muy grave.

–En lo estrictamente artístico a Román se le cuestiona cierta falta de técnica. ¿Lo compartes?

–El caso es que voy ganando técnica, cosa que no me acaba de gustar porque para mí el toreo es pasión y aunque la técnica te va dando seguridad hay que olvidarse de ella. En ocasiones la ingenuidad es muy buena.

–Sigamos. Otras mejoras.

–Antes no era de dar distancia a los toros y ahora he cogido el gusto y disfruto dándoles espacio, bien es verdad que eso tiene una cosa en contra, que los toros embisten más rápido y por consiguiente es más difícil reducir las embestidas. Antes dejaba la muleta abajo y muerta, eso me encantaba, pero es verdad que no te lo permiten todos los toros. Con la experiencia voy cogiendo cosas buenas y otras que no lo son tanto, ya sabes, con los años también se cogen vicios.

–Hombre, sí eres consciente.

–Lo soy y trato de corregirme. Una cosa buena mía es que cuando salgo a la plaza disfruto. Hay toreros que dicen que no disfrutan, yo sí, yo disfruto toreando. Cuando estoy a gusto es la sensación más grande que puedas sentir, no hay nada parecido a torear. En ese trance me sale todo fluido, no me cuesta y eso hace pensar que no paso miedo, pero sí paso, mucho.

–¿Eso del miedo cómo se te manifiesta?

–¡Uf!… Voy al baño veinte veces antes de torear, no me entra la comida… se nota, se nota. Cuando se avecina un compromiso importante lo noto, me digo: ya está aquí.

–Más allá de su pelea por abrirse paso o quizá por eso mismo, ha asentado su residencia en Madrid.

–Vivo en Madrid, pero soy de Valencia, me siento valenciano, eso seguro.

–Tiene novia, Paloma, y asegura haber dejado atrás las aventuras de juventud.

–Te diré que llevo una vida muy sana. No me reconozco -ríe abiertamente, Román siempre ríe, es la marca de su felicidad-. Me acuesto pronto, me levanto pronto, voy a misa por las mañanas. No soy lo que era, no tengo nada que ver con tiempos anteriores, ya te digo, no me reconozco.

–¿Vas a misa todos los días?

–Casi todos, sí. Si puedo, voy.

–¿De dónde te viene ese hábito?

–Hice un retiro y me encantó, me acerqué mucho a Dios y estoy en paz, estoy bien.

–E insiste en su nuevo régimen de vida.

–Llevo una vida ordenada. Entreno, hago ejercicio, soy bastante cuadriculado.

–¿Por convicción?

–Cuando me va bien en la vida es cuando estoy centrado y ordenado, cuando me autodisciplino. Eso no quita para que algún día me pueda desmandar, pero con cabeza, antes era más alocado.

–¿Eres tan feliz como pareces?

–Sí. Me considero un afortunado de la vida. Vivir mejor que yo es imposible. Otros a lo mejor viven mejor en otro nivel, pero yo vivo como quiero.