Como si todo estuviera cumplido miró César Jiménez al cielo, cuando arrastraban al segundo de su lote. El balance numérico, oreja y oreja, habla de un triunfo que va más allá de los números. Un torear a la memoria que hizo retroceder una década a Arenas de San Pedro para ver en liza a un torero de un concepto exquisito.
Llegó justo de hora al patio de cuadrillas pero con toda la expectación del mundo. De la mano de su hijo se abrió paso hasta llegar al túnel que da acceso al ruedo. Ceremonioso se lió entre peticiones de fotos y selfies amablemente atendidos.
Sonaron clarines y timbales y sonriente cruzó el platillo para despachar un noble encierro de El Puerto de San Lorenzo y La Ventana del Puerto.
César Jiménez abandonó el coso en hombros. – Foto: C.A.A.
Cesar Jiménez empezó con un toreo clásico. Hay que ser torero desde antes de liarse el capote. Y Jiménez lo fue hasta cuando se marchó en volandas. Saludó una cariñosa ovación y rápido se puso con la mano baja a torear a la verónica. En el quite en los medios por chicuelinas quiso alternarlo con tafalleras, pero Cigarrero manseó y anduvo listo en sujetarlo. Brindó a su esposa y a su hijos, y corrió la mano al ralentí. Como si no hubiera dejado de hacerlo en cada una de las nueve temporadas que no se anunció. Repertorio clásico y variado, que rápido arrancó los oles por la vía del toreo puro. Que buenos son los de otro tiempo. Supo adaptar a su toreo las embestidas del toro de su vuelta. Llegó el momento de las cercanías y también navegó. Acertó en terrenos y alturas y logró la mayor de que no se rajase el toro. Y cuando reculó, Jiménez quiso hacerse presente más aún derrochando valor tambien. Lo cuadró en los medios. Mató a la segunda y paseó una oreja.
El cuarto salió medido, y César lo saludó con mucho gusto. Fue un picotazo de trámite el paso por el caballo, y saludaron en banderillas Iván García y Chetu. Brindó al cielo, y volvió para echarse de rodillas entre las rayas y torear con cierto relajo. le prendió por momentos, pero al erguirse remató con un trincherazo de mucho gusto. Toque firme y mando, para encauzar unas embestidas díscolas, a las que dio distancia de hubo de tragar. Embestía protestando y Jiménez administró la medicina del mando. Atalonado corrió la mano al natural ante las embestidas informales de «Alcohólico». El presidente divagó y dio un aviso y la gente protestó porque quería seguir viendo a César, resurgiendo como Ave Fénix, quizá viendo más desmayado y aguado toreaba. Enterró el acero completo a la tercera y el público pidió el trofeo.
Borja Jiménez remató su gran temporada mostrando quietud y poso. El de Espartinas apunta a ser una de las bases del abono sevillano en 2026. Quiere y puede. Y un toreo arrebatado a la vez que encajado le da los argumentos para ser importante. Cuando el burel se vino de lejos y cuando se vino a menos. Siempre estuvo Borja y certificó su crecimiento.
El quinto fue noble y pastueño. Borja Jiménez anduvo a gusto con él y le permitió en la muleta tirar de recursos en una faena variada, un tanto extensa, y floreada que abrochó con una estocada casi entera y un punto atravesada que le valió un trofeo más.
Más fotos:César Jiménez a su llegada al patio de caballos. – Foto: Mario Gómez
Jiménez saludó una ovación tras el paseíllo. – Foto: Mario Gómez
Tomás Rufo vino a no dejarse ganar la pelea y lo dio todo con el sosón tercero. Gran momento del talaverano que instrumentó una faena muy concienzuda, que brindó a César Jiménez, y logró tras una estocada un doble trofeo.
Rufo se gustó en el quite a la verónica, y Fernando Sánchez puso dos pares muy jaleados, siendo obligado a desmonterarse. Empezó muy comprometido por doblones Rufo y pronto empezó a salir escupido el toro de la muleta. Se quería ir y Rufo hizo un ejercicio de compromiso y lo sujetó. Giró sobre los talones en los medios y redondeó las embestidas. Luego se rajó y al hilo de las tablas siguió vaciándose Rufo, y le sacó lo que le quedaba al natural, enloqueciendo a la gente y sumando dos nuevos trofeos.