«La opa ha sentado un precedente». Esa fue la frase del ministro de Economía, Carlos Cuerpo, el pasado viernes cuando analizó el fracaso de … BBVA en su intento de hacerse con el Sabadell. Y es que el responsable de la cartera económica del Gabinete de Pedro Sánchez insistió en lo «positivo» de «la actuación del Gobierno con respecto a la capacidad de generar valor para los accionistas y poder hacerlo mientras se protegen los intereses generales».

Las palabras de Cuerpo justifican la intervención de Moncloa en la opa de BBVA con una consulta pública inédita y endureciendo las condiciones que fijó Competencia al vetar la fusión de ambos bancos al menos por tres años. Así que su mensaje del viernes se convierte en todo un aviso a navegantes: el Gobierno ha llegado para quedarse como árbitro de futuras operaciones bancarias. Una presencia que, tras las grietas que la regulación de opas española ha evidenciado en este último proceso eleva las incertidumbres y dificultades de cualquier nueva operación de integración.

Y es que el mercado está a la expectativa en España porque hay motivos. Por un lado, porque desde Europa se insiste en la necesidad de ganar escala financiera para aumentar el tamaño con el que afrontar las inversiones que necesita la industria que compite con gitantes estadounidenses y chinos. Pero, por otra parte, porque ahora hay dos tiburones en la pecera. Tras el carpetazo de los accionistas del Sabadell a la opa de BBVA, todos los analistas del mercado señalan que ambas entidades deberán tomar decisiones. Tras los primeros meses en los que traten de recuperar la normalidad y afrontar el pago de los cuantiosos programas de dividendos previstos, comenzarán a buscar alternativas de crecimiento.

Árbitro del partido

El interés de BBVA para españolizar su negocio no va a desaparecer. ¿Buscará otra fórmula? Y ¿Sabadell? Ya lo intentó con Abanca este año, aunque más como movimiento defensivo. Los analistas insisten en que sería muy plausible que buscara replicarlo para diversificar su negocio, muy centrado en pymes. En las quinielas, además de Abanca, que ya ha señalado que no tiene ningún interés en participar en una operación de este tipo, aparece Unicaja. Su cuota en el sur de España y las sinergias con su banca minorista lo harían un aliado idóneo para Sabadell tal y como explica el profesor de la Deusto Business School, Massimo Cermelli. ¿Actuaría el Gobierno del mismo modo para proteger la presencia de Unicaja en Andalucía?

Incertidumbre

Las dudas sobre el proceso de BBVA han evidenciado las deficiencias de las leyes sobre opas en España

Lo que está claro es el papel de vigía activo al que el Ejecutivo no quiere renunciar a pesar de que Bruselas mantenga el expediente abierto por su intervención en la opa de BBVA a Sabadell. La Comisión Europea ha inquirido al Gobierno de España explicaciones sobre la normativa en la que se apoyó el Consejo de Ministros para endurecer las condiciones impuestas BBVA. El órgano comunitario no cuestiona la intervención en sí, sino que plantea dudas sobre la compatibilidad de las leyes españolas en ese punto con las comunitarias que consagran la libre circulación de capitales. El ministro Carlos Cuerpo aseguró este mismo viernes que están respondiendo a la UE y recordó que esa normativa en España se viene aplicando desde hace más de diez años sin que se hayan producido problemas. De momento, aunque la opa de BBVA al Sabadell haya encallado, Bruselas aclaró que mantiene su expediente contra España.

Otro elemento que no contribuye a trasladar certidumbre al terreno de juego es la legislación sobre opas en España, especialmente cuando estas operaciones tienen carácter hostil. Toda la tramitación de la opa de BBVA sobre el Sabadell no ha dejado de evidenciar los problemas de indefinición del real decreto que regula estas operaciones. El propio presidente de BBVA, Carlos Torres señaló este punto el pasado viernes al reclamar la necesidad de un «refresco» a la «ley de opas» porque «hemos visto que determinados artículos que no son suficientemente claros y hay situaciones que no quedan bien recogidas».

Las ganancias dificultan opas

Uno de ellos es cómo entender el deber de pasividad del ‘opado’, que reduce la capacidad defensiva de la empresa sobre la que pesa la oferta. Pero la ambigüedad se eleva exponencialmente cuando la operación no alcanza el 50% de aceptación. Es lo que se convirtió en una de las claves de la operación de BBVA. Cuando ese porcentaje se reduce al 30% y es necesario hacer una segunda opa surgen muchas dudas con el precio. Un escenario que el regulador, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) tampoco ha sabido aclarar con la antelación suficiente.

La espléndida situación que atraviesa la banca en España tampoco no facilita operaciones. Las entidades, gracias a la economía del país, elevan beneficios a techos históricos. Lo hacen, además, después de haber realizado, tras las crisis bancaria de 2008, limpieza de balances y ajustes de gastos y plantillas. Lo que hace que su situación financiera sea muy sólida. Una posición en la que cualquier decisión de comprar un banco se encarece. Y, además, mantiene a las entidades con las arcas llenas y una elevada liquidez para defenderse con dividendos a sus accionistas si se trata de una opa hostil.