El Barça-Girona fue un partido en el que pasaron muchas cosas, tantas que incluso se juntaron ratos de lluvia con otros ratos de sol. No salió el arcoiris de milagro. Bueno, en el fondo el arcoiris se reencarnó en Ronald Araujo cuando, en el descuento y ya no quedaba tiempo, marcó ‘a lo Lewandowski‘ el gol de la victoria.

Araujo y De Jong celebran el gol de la victoria del FC Barcelona ante el Girona / Associated Press/LaPresse / LAP
Pero antes pasaron cosas, muchas cosas. Por ejemplo, la llegada de Joan Garcia a la ‘montaña mágica’. El portero está lesionado y no entró en la convocatoria para jugar ante el vecino del norte, así que no tenía ninguna necesidad de llegar a una hora concreta más allá de estar presente cuando el balón empezara a rodar.
Joan Garcia no quiere privilegios
Joan llegó vía ronda litoral acompañado de su hermano Lluís y, como muchos otros vehículos, cuando están cerca del inicio a la ascensión, atienden a las órdenes de los municipales, que guían a los conductores recordándoles que, si no tienen algún tipo de acreditación, no pueden dirigirse directamente hacia el estadio, sino que deben estacianorlos algo más alejados.
Lo curioso es que Joan Garcia, justo en la intersección en la que debía dirigirse hacia el estadio, fue interpelado por un municipal que le dijo que no podía girar a la derecha, sino que debía seguir recto. Obviamente, así sucede con cualquiera que quiera ir a Montjuïc y no tenga el pase, pero quizás con Joan Garcia podría hacerse una excepción.
Sin embargo, el propio futbolista, lejos de identificarse, alejado de la posibilidad de recortar distancias, decidió no decir nada y asumió, como cualquier otro, su destino. Así que siguió recto y evitó usar su, en este caso, absolutamente justificada, preferencia para dirigirse al Lluís Companys.
Y, por si esto fuera poco, el guardameta, minutos antes, en mitad de la fila de coches que debía llevarlos a Montjuïc, no dudó ni un minuto en atender a unos chavales que esperaban al lado de la carretera para firmar sus camisetas y fotografiarse con ellos. Que Joan Garcia es un fichajazo es evidente, pero no se trata solo de algo deportivo, sino de una persona cuya humanidad es muchas veces una excepción en un mundo de divos.
Montjuïc, territorio ‘guiri’
Ya sabíamos que, cuando juega el Barça, el estadio se llena de turistas. Es algo que incluso promueve la junta directiva blaugrana porque le reporta unos ingresos necesarios para que la rueda siga girando. Lo que no sabíamos es que incluso se escucharía también mucho más a la afición del Girona que a la del Barça.

Barça y Girona jugaron en el Estadi Olímpic Lluís Companys / DANI BARBEITO
Y eso que los vecinos del norte no tienen una historia en lo que a animación se refiere demasiado extensa. Más bien es todo lo contrario. De hecho, el Estadi Olímpic se ha convertido en un recinto en el que el Barça, en muchas ocasiones, parece el equipo visitante. Una pena.
Casadó no se toca, Casadó es el Barça
Lo vivido con Marc Casadó en Montjuïc ante el Girona demuestra que algo ha surgido, desde hace tiempo, entre la afición del Barça y este gran futbolista nacido en Sant Pere de Vilamajor hace 22 años. No es solo, que también, que celebrara la Liga ganada la temporada pasada en Canaletes.
El tema es que los culés sienten que Casadó es uno de ellos, que podría estar, perfectamente, instalado en la Grada d’Animació (si esta existiera) como uno más. Y así es, pero sobre el césped. Lo que vive y trasnmite el futbolista entre los seguidores es tan intenso que, cuando fue sustituido, se llevó una ovación de esas bestias. Cuando, una vez cambiado, caminó por el lateral del terreno de juego rumbo al banquillo, su nombre retronó y los aplausos se hicieron unánimes. Cuando saltó para celebrar el gol de Araujo, ahí ya fue una fiesta. «ÉS UN DELS NOSTRES».