Durante un cuarto de siglo, las piedras y los árboles pintados por Agustín Ibarrola en el Escoespacio de O Rexo, en Allariz, resistieron en silencio el paso del tiempo. La obra, creada en 1999 como la única intervención del artista vasco en Galicia, acabó debilitada por el musgo, la lluvia, la luz y el olvido. Algunas piedras habían visto desvanecer su color, la pintura apenas se intuía, pero este otoño, el color ha vuelto a brotar entre el verde: el conjunto ha sido repintado gracias a un delicado proceso liderado por el artista local Javier Varela.

Uno de los conjuntos de piedras pintados por el artista vasco. | Iñaki Osorio
«No fue una restauración», aclara Varela con honestidad. «Yo soy pintor, no restaurador. Nosotros repintamos sobre lo que había, siguiendo el original para todo, incluso para el tipo de pintura». Lo que había era una obra de gran envergadura, más de 70 piedras y una quincena de árboles pintados distribuidos en siete conjuntos a orillas del río. «Hasta que estás dentro, no tomas conciencia del volumen de la obra», admite el pintor.
El proceso de estudio
La actuación comenzó en 2021 con un estudio técnico encargado a la Escuela de Restauración de Bienes Culturales de Galicia, que documentó con detalle el estado de la instalación. A partir de ahí, el Concello de Allariz contactó con los hijos de Ibarrola —fallecido en 2024— para obtener permiso y orientación sobre cómo intervenir. La pintura fue donada por la misma empresa que trabajó con el artista en el proyecto original— Pinturas Proa—, lo que permitió respetar los tonos y pigmentos utilizados hace 25 años.
Fue así como a finales del verano del 2024 Varela encabezó un pequeño equipo, con apoyo puntual de hasta cinco personas, para realizar la limpieza, la toma de plantillas y, finalmente, el repintado que comenzó en la zona de las piedras, donde se prolongó hasta finales del mes de octubre. Meses más tarde, en la primavera de este año comenzaron los trabajos en los árboles, unas labores que terminaron este octubre, permitiendo latir de nuevo el colorido de Ibarrola.
Un hallazgo entre trabajo
Aunque su obra habitual transcurre entre el lienzo figurativo y la abstracción, Varela no dudó en implicarse en este proyecto, aún sin sentirse inicialmente vinculado al universo estético de Ibarrola. «Era un encargo técnico, pero estar ahí cambia la mirada. Acabas encontrándole un sentido y valor a todo mucho más grande», confiesa el pintor que se quedó asombrado de «esta joya que lleva 25 años ahí y es un lujo».
Hoy, al recorrer el bosque de O Rexo, se puede volver a descubrir las figuras geométricas, los rojos intensos, los verdes vibrantes, el diálogo entre arte y naturaleza que Ibarrola imaginó cuando se desplazó hasta Ourense cargado de la pintura biodegradable con la que ya había decorado otros espacios naturales de España en 1999. Por ello, para Varela, la actuación llega a tiempo, «no se puede mantener lo que no existe y esto estaba en proceso de desaparecer después de más de veinte años sin tocarse y estando al aire libre». El conjunto, asegura, «merece la pena conservarlo y conocerlo», y gracias a esta intervención es posible.