A vista de Google Maps, se adivina un círculo escondido en un solar verde. Un tesoro escondido, no muy conocido, que oculta una historia. Tras el estallido de la Guerra Civil, la plaza de toros de Son Fila fue el escondite de varias familias de izquierdas de Son Espanyolet. El investigador aficionado Jaume Gelabert presentó ayer su investigación en la primera edición de las Jornadas d’Estudis Locals de l’Antic Vinyet de Palma, que analizaron el pasado del Ponent de Palma.
Pero esta en concreto es la historia de varias familias con niños muy pequeños que huyeron a la plaza de toros de Son Fila, rodeados de bosque, para esconderse de la represión fascista que empezó muy pronto a azotar en los barrios de Palma. Situada en Son Dureta, dentro de la finca de Son Puigdorfila Nou, esta antigua plaza de toros que empezó su actividad en el siglo XIX fue antes una antigua cantera de marés. A día de hoy está en estado semirruinoso, pero Balaguer conoce cada rincón.
Interior de la plaza de toros de Son Fila. FOTO: T.Ayuga
«A finales de julio de 1936 y hasta el 14 de agosto, en medio de la brutal represión fascista, un grupo de personas de la calle Calafat de Son Espanyolet se escondió quince días en la plaza de toros», recuerda Gelabert, que recogió testimonios orales de algunos de los protagonistas. Este grupo lo formaban dos familias: los Gelabert Mayol y los Angulo Valenzuela.
«Fueron mis abuelos, Carme Mayol y Joan Gelabert Pinyol, con sus hijos Antoni Pinyolet (16 años), Aurora (once), Galileo Leo (seis) y Libertário Tario (tres)», explica el investigador, que ha estado recabando los testimonios orales de sus abuelos, de sus padres y tíos, además de ahondar en una amplia bibliografía para asentar los testimonios.
La familia de Joan Gelabert y Carme Mayol
Joan Gelabert estaba muy significado políticamente: anarquista y anarcosindicalista, trabajaba como obrero vidriero en Can Llofriu, en Santa Catalina. Y su mujer Catalina había participado en la actividad de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). La otra familia estaba formada por Angulo Valenzuela, Rosario Valenzuela, embarazada de su hija Isabel, su marido Pedro Angulo, y los niños Pepe (seis años) y Emilio (tres).
Diversos testimonios recogidos por Jaume Gelabert explican las causas por las que corrieron a esconderse en la plaza de toros de Son Fila: los bombardeos republicanos y los actos de represión falangista habían acobardado a la población civil. «Cuando comenzó la guerra, con un carro nos llevamos muchas cosas de casa para estar en la cueva. Allí había bastante gente y de vez en cuando venían los falangistas», cuenta Tàrio Gelabert en sus memorias inéditas.
Comida del Patronato Obrero celebrada en Son Fila en 1912
Los falangistas habían pintado la casa de los Gelabert en Son Espanyolet. Los hombres se escondían durante el día en el bosque, las mujeres quedaban al cargo de los niños y se enfrentaban a los interrogatorios de la Guardia Civil, que preguntaba por sus maridos. La situación era tan complicada en Palma, y más en Santa Catalina y Son Espanyolet, donde había una fuerte actividad sindical por el alto de fábricas, que el abuelo de Jaume Gelabert decidió huir con otros compañeros en un llaüt hasta Cabrera y de allí a Barcelona para seguir luchando por los republicanos.
«Mi abuela se quedó al cargo de cuatro niños, en un ambiente hostil. Eran los rojos: no les dejaban entrar en los refugio aéreos cuando había bombardeos ni entrar en los comedores sociales», cuenta Gelabert. Su abuelo Joan fue preso y condenado a muerte, aunque fue liberado en 1943. Se exilió pero volvió en 1947. Esas vivencias se compartieron durante años en las comidas familiares y Jaume Gelabert, nieto de Joan Pinyol, ha decidido recordarlas ahora para siempre.