“Librería MACONDO. Especialistas en carisma y tapa dura”. Así se presentan Álvaro y Jaime en la librería, la suya, ubicada en la calle Feria número 2 de un lugar tan emblemático y cultural, histórico y teatral, como lo es Almagro. Claro que, conociéndoles, deslumbra más el carisma que la tapa dura, porque ambos son como un libro abierto, y no precisamente de cubierta rígida o inflexible, sino al contrario. De esos ligeros, amenos, que puedes llevar a todas partes y que una vez abres no puedes dejar de leer; que te enganchan y ya no te sueltan; que, pasados los años, quieres coger de nuevo. Y es que reencontrarte con ellos es como regresar a ese lugar donde has sido feliz. Un Macondo donde es fácil comprender que, a diferencia de lo que cantó Sabina en su día, sí debieras tratar de volver. Por su trato. Por su cercanía. Por la manera en la que estos dos chicos han perseverado con tal de sacar adelante este proyecto, que además es único, en un rincón que algunos llaman ciudad, otros pueblo y otros hogar.
En Almagro todo es posible, todo puede pasar. Doy fe. Quizá por eso el destino de estos dos amigos parecía estar escrito desde hacía tiempo. Antes incluso de que viviéramos desorientados y confundidos bajo los efectos, consecuencias o coletazos —como prefieran— de la pandemia que paró el mundo obligándonos también a parar a nosotros. Y es posible que, como combate, respuesta, e incluso resistencia, fuera tan necesaria la creación de una librería como MACONDO: para ser faro, refugio, y arrojar luz ahí donde sólo había incomprensión, dudas y oscuridad. De ahí que, durante estos cinco años, Álvaro y Jaime hayan sabido adaptarse a los cambios, a los tiempos y, en consecuencia, hallar la forma (o fórmula) de mantenerse en pie a pesar de las circunstancias del mundo que parece ponerse en contra en cuanto uno —sea joven o adulto— decide emprender. Por eso hoy celebramos y brindamos, pero no sólo por el quinquenio, sino también para homenajear a estas librerías cercanas, de a pie, de las de toda vida, que en uno de los momentos más críticos de la humanidad fueron nuestro salvavidas.
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—Este año celebráis un lustro. ¿Cómo resumiríais estos cinco años? ¿Qué han supuesto para vosotros?
—Álvaro: Bueno, yo lo resumiría como progreso y mejora. Al final, es un proyecto que ha crecido muy poco a poco, pero ha ido creciendo, y estamos muy contentos con él y con cómo ha salido todo.
«Si no fuera por la gente de Almagro, no estaríamos aquí hablando contigo»
—Jaime: Sí, vamos, lo mismo. Sobre todo eso, que el crecimiento ha sido muy poco a poco. Al final es un sitio pequeño. Almagro recibe mucho turismo, pero en momentos muy concretos del año, de modo que nos tenemos que guiar un poco también por la propia gente de Almagro, que, debo decir, si no fuera por ella no hubiéramos llegado a los cinco años, ni a uno directamente, porque además abrimos en pandemia, en diciembre de 2020. Así que por esa parte, si no fuera por la gente de Almagro, no estaríamos aquí hablando contigo. Y bien. La verdad, con ganas, sobre todo poco a poco, pero seguir creciendo. Creo que ya la librería tiene como un sitio dentro de la propia vida de Almagro (de la gente de Almagro) y, en ese sentido, intentar formar un poco más parte de ella a través de actividades y eventos que salgan a cuenta también, porque al final… somos un negocio y tiene que ser a cuenta económica, lamentablemente. Pero procuramos buscar como ese 50-50 para lograr todo y que nosotros podamos avanzar. Y que la gente y los autores estén contentos.
—¿Y cómo surgió la idea de montar una librería en plena pandemia o, mejor dicho, pospandemia?
—Álvaro: Pues visto ya desde hace cinco años… A ver, surgió como necesidad. Fue un momento en el que Jaime estaba viviendo en Granada a principios de 2020, yo estaba viviendo en Madrid, ocurrió la pandemia y ambos nos quedamos sin trabajo. Tampoco había muchas expectativas de conseguir uno a corto plazo por cómo estaba la situación, aunque siempre habíamos hablado, años atrás, de lo bonito que sería tener una librería; de que en Almagro nunca ha habido una librería, a pesar de ser un pueblo cultural, y yo creo que por esa necesidad se dieron todas esas circunstancias y surgió. Un poco de forma espontánea, diría yo. Espontánea por la situación que nos cayó de repente, que fue una pandemia. De un día para otro nos quedamos encerrados y no sabíamos qué iba a ser de nuestra vida. Entonces, ya digo, a raíz de esa espontaneidad, ¿no? Debido a esa causa y al poco futuro que veíamos a corto plazo en nuestros respectivos campos profesionales.
—Jaime: Sí, también es verdad que años atrás, influenciados por la serie Cómo conocí a vuestra madre, ya decíamos: “¿Y si montamos un bar?”. Un bar pero que además tuviese un toque de Almagro para poder realizar cosas musicales, actividades teatrales, justamente en el bar. Creo que lo llamábamos… ¿El bar de las comedias?
—Álvaro: ¡Ah! ¡Creo que sí, es verdad! (risas). Algo así, sí.
—Jaime: Yo todavía lo tengo apuntado, por si acaso (risas).
—Álvaro: Lo vamos a tener que registrar, porque a quien lea esta entrevista le va a gustar.
—Jaime: Sí, sí. Y a partir de ahí, realmente la típica tontería que vas repitiendo pero que sabes que al final cada uno, pues… Él que hizo Economía, yo que hice Historia del Arte, parecen dos carreras que a priori no se podrían juntar tan fácilmente. Bueno, a lo mejor en un bar sí.
—Para montar cualquier negocio, ¿no? Al fin y al cabo tenéis la creatividad y la mente matemática; lo racional y lo sentimental…
—Jaime: (risas) ¡También! Así que, claro, cuando ya pudimos salir de casa, caminar, aunque había más gente, más amigos nuestros aquí en Almagro, realmente los primeros que salimos ahí a dar esa típica vuelta dentro de unas horas concretas…
—Álvaro: Sí, cuando nos permitían salir de 7 a 8 a lo mejor.
—Jaime: Salíamos a andar y, claro, no teníamos otra cosa que hacer. No podíamos ir a tomar algo ni nada, y de esto que al final pasas una hora hablando con alguien… pues suelen surgir cosas del pasado. De ahí que dijéramos: “Anda, qué bien estaría una librería”. Justamente lo que ha dicho Álvaro. Nunca ha habido alguna. Bueno, ha habido, pero no ha funcionado muy bien, y Almagro creíamos que necesitaba una librería. Sobre todo por la fama de pueblo cultural que tiene. Y desde entonces, poco a poco. También coincidió que vimos el lugar en el que nos encontramos ahora y tuvimos la suerte de que estaba en alquiler.
—Álvaro: Recién reformado además.
—Jaime: Y recién reformado. Así que organizamos con quienes fueron nuestros caseros —y son nuestros caseros a día de hoy— una quedada, pero cuando dijimos que lo que queríamos era montar una librería, nos miraron un poco mal.
—Álvaro: Sí, la verdad es que no confiaban mucho, y además es que hace poco nos confesaron que el día que les dijimos que íbamos a montar una librería nos daban dos meses o tres, como mucho.
—Y mirad, ¡cinco años!
—Álvaro: Sí, sí.
—Jaime: Luego ese verano de 2020 lo pasamos muy poco a poco. Aunque es verdad que en una de esas noches, junto a otra amiga, no sé muy bien cómo (no me acuerdo), surgió el tema del nombre. Y fue ella, nuestra amiga, la que dijo: “¡Anda!, pues lo podéis llamar Macondo”. Porque ella también vivía en Granada y hay una cafetería que se llama Macondo. Y bueno, entre eso y Cien años de soledad, que encima es un libro que nos gustó a todos, dijimos “¡qué bien!”. Y ¡qué bien suena!: Librería Macondo.
—Tiene enganche.
—Álvaro: Sí, sobre todo eso, que tiene mucho tirón, mucho enganche. Es fácil de memorizar, un nombre fácil de recordar. Es verdad que ya hay varias librerías, e incluso varias cafeterías, que se llaman así, pero bueno, al final por aquí, por la zona, no había ninguna que se llamara así. Entonces, tenía eso: buen nombre, enganche, sonaba bien y nos pareció perfecto.
—Y además estáis muy bien situados. Esto para los lectores, y para quien se acerque a Almagro, comprobará que estáis a pocos metros de la plaza, de los teatros, de la iglesia…
—Jaime: La iglesia de San Agustín, sí. Muy bonita, por cierto.
—De la iglesia de San Agustín, gracias. Quiero decir que es una calle muy transitada.
—Jaime: Sí, es la clave, es lo que iba a decir Álvaro. Es la clave porque al final, lo he dicho al principio: por un lado el pueblo de Almagro nos apoyó por un poco factor novedad y, por otro, porque coincidió con la época de Navidad, que fue cuando abrimos, y en ese sentido nos apoyaron mucho. Pero creo que igualmente seguimos adelante gracias a la ubicación en la que nos encontramos. Llegamos a estar en otra calle, pero también cerca de la plaza, y a lo mejor no nos hubiera ido tan bien. En cambio aquí el espacio ayuda mucho, es muy acogedor. Y una cosa que hemos tenido muy en cuenta es que no hemos llenado todas las paredes de librerías. Entonces, eso también hace que no sea tan…
—Que respire un poco, ¿no?
—Jaime: ¡Claro! Que no esté tan saturado. Así que el espacio, tanto geográfico como el propio espacio interior, han ayudado mucho a que por lo menos la gente se acerque. Y nos dé muchos ánimos, aunque luego no compren nada (risas).
«Hubo un momento en que nos planteábamos que tenía que ser este local o no se podía montar la librería»
—Álvaro: También, con respecto a la localización, hubo un momento en que nos planteábamos que tenía que ser este local o no se podía montar la librería, precisamente por eso, por el factor de que es la calle principal y que en una calle paralela, a un lado o a otro, seguramente no habría funcionado. Entonces, por eso decía que se dieron todas las circunstancias. Se dio el momento en el que, como he dicho, estábamos en pandemia, que no teníamos trabajo y que este local estaba disponible, que fue lo más importante de todo. De hecho hay una anécdota, porque pasábamos por aquí de vez en cuando, por la calle, y ponía “se alquila”. Y durante una semana quitaron el cartel. Luego nos contó la propietaria que, durante esa semana, quitó el cartel porque una chica se había interesado para alquilarlo y montar un negocio, por eso lo quitó. Y cuando lo vimos, dijimos: “Bueno, pues ya está. No abrimos la librería. No la ponemos. No pasa nada. Buscamos otra cosa por ahí”. Y a la semana siguiente volvió a poner el cartel de “se alquila” porque esta chica que iba a alquilar el local se arrepintió. Entonces ahí ya aprovechamos. Digamos que ese problema nos sirvió como aviso para decir: “Bueno, el destino nos ha dado una segunda oportunidad”.
—¿Y cómo os disteis a conocer al principio? ¿Fue gracias al pueblo, o por redes sociales? ¿Cuál fue el proceso?
—Jaime: Por redes sociales, sí.
—Álvaro: Sí, pero fue más el boca a boca del pueblo.
—Jaime: Como tú has dicho, es una calle muy transitada, y cuando de repente pusimos el típico papel “obras en el interior”, ya la gente empezó a decir: “Uy, ¿qué se va a abrir?”. Luego ya pusimos un cartel que decía: “Próxima apertura: Librería Macondo”. También es verdad que hicimos lo típico de repartir flyers.
—Álvaro: Sí, bueno, pero tampoco nos lo curramos muchísimo (risas).
—Jaime: No, la verdad es que no (risas). Nos lo intentamos currar, pero luego nada.
—Álvaro: Las calles que van de nuestra casa, que además vivimos cerca, hasta Macondo, son dos o tres calles como mucho, ahí pusimos carteles y dijimos: “Venga, ya es suficiente”.
—¿Y algún gremio o entidad os ayudó u os arropó de algún modo?
—Álvaro: El Ateneo. El Ateneo de Almagro la verdad es que siempre nos ha apoyado. Desde el primer día que abrimos. El que entonces era su presidente vino a hablar con nosotros y nos dijo que contáramos con ellos para lo que fuera (nosotros con ellos igual). Y la verdad es que ha sido la entidad que más nos ha apoyado y ha contado con nosotros para cualquier evento que han hecho. Y no sé si alguna más así destacable…
—Jaime: La Diputación de Ciudad Real también. Con la Diputación organizamos hace dos o tres años, durante el periodo que consistía en dar publicidad a la Feria del Vino, a FENAVIN, hicimos lecturas con vino. En varias librerías, sobre todo de la provincia de Ciudad Real, se organizaron presentaciones en las que se juntaban la propia presentación del libro y una copita de vino.
—Macondo hoy en día, y teniendo en cuenta estos tiempos, ¿consideráis que es un refugio, una necesidad, ambas cosas?
«Hay incluso gente que ya nos conoció, pongamos, en el año 2022 y tienen como ruta fija pasar por Almagro simplemente para saludarnos»
—Álvaro: Sí. Bueno, las dos palabras son buenas para definirlo. Un refugio un poco para la vida cultural de Almagro donde, como decíamos antes, siempre ha faltado un espacio como este. Es verdad que hay espacios parecidos, como también mencionaba antes, que es el Ateneo, que al final es un espacio donde se reúne gente que le gusta la cultura, la lectura, el teatro… En general el mundo de la cultura y del saber. Pero es verdad que es un sitio que abre, digamos, solamente para conferencias o para casos concretos. Sin embargo aquí, Macondo, es verdad que es un buen refugio para ese tipo de gente que ama la cultura, porque al final estamos abiertos todo el día, prácticamente todo el día. Entonces, sí, es un buen lugar de refugio y también de reunión para la gente que nos gusta juntarnos y hablar de libros o de otras materias. En general, de cultura.
—Jaime: Sí, sobre todo para leer, para hablar de libros y demás. Y eso también nos ha ayudado a conocer gente que, si no fuera por esto, jamás hubiéramos conocido. Hay incluso gente que ya nos conoció, pongamos, en el año 2022 y tienen como ruta fija pasar por Almagro simplemente para saludarnos. Lo cual, dentro de un pueblo en el que su patrimonio es muy grande, que vengan a por nosotros, pues… a veces pienso: “Tampoco creo que hagamos tanto para que la gente nos quiera”. Pero, oye, qué bien que la gente nos quiera.
—Doy fe de ello. El trato es maravilloso, tanto con la clientela habitual como con la gente o turistas que vienen de fuera. De hecho, en este sentido entiendo que, por ejemplo, cuando se celebra el Festival de Teatro Clásico de Almagro las ventas son mayores.
—Jaime: Sí. Económicamente tanto en julio como en navidades son los dos momentos más fuertes. Lo que sí se da, por ejemplo, a diferencia de navidades, es que en julio, al venir gente interesada por el teatro, viene con otro tipo de gusto literario. Por lo tanto, aunque sigamos teniendo, vamos a poner, un premio Planeta, que es lo más best seller que pueda haber en España, es verdad que en julio se da otro tipo de ventas, de editores mucho más independientes, como los propios de Libros del Asteroide o Impedimenta. Y son lectores que, además, cuando ya charlas con ellos, también te dan un feedback de otros libros que a ellos les han gustado. Por ejemplo nos dicen: “Ah, pues si no tenéis este o no lo conocéis, leedlo, que de verdad es buenísimo”. Y se dan ese tipo de cosas que, sinceramente, ayudan muchísimo a que Macondo siga creciendo, porque nosotros podemos seguir leyendo, pero hay tanta sobreproducción de libros que muchos se quedan apartados. Entonces, que venga gente a enseñárnoslos nos ayuda a ver y a conocer otro tipo de libros que luego acabamos leyendo y decimos: “Pues sí que es bueno”.
—¿Y cuál dirías, o diríais, que son los libros que más interesa a quienes van específicamente al teatro? O que, con la excusa de ir al teatro, luego se acercan a la librería precisamente por lo que acabas de comentar tú, Jaime.
—Álvaro: Es verdad que varía, según un año u otro. Suele pasar eso, lo que ha dicho Jaime, que suelen ser editoriales más independientes, o si no independientes, más desconocidas, como (los citados por Jaime) Libros del Asteroide e Impedimenta.
«Al final los libros grandes son los que dan dinero. Porque no podemos no tener el premio Planeta»
—Jaime: Acantilado. Por ejemplo, en julio Stefan Zweig con Momentos estelares de la humanidad se vende bastante bien. No hace falta ni recomendarlo. De Libros del Asteroide, Hamnet [Maggie O’Farrell] te diría que es el que más se vende. De Impedimenta, Tatiana Tîbuleac con El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, que es muy buen libro también. Y son ese tipo de libros que se quedan como en un rinconcito en muchas librerías, porque es normal, porque al final los libros grandes son los que dan dinero. Porque no podemos no tener el premio Planeta. En Navidades normalmente es el que más se vende. Entre ese y el nuevo de Pérez-Reverte son los que más se regalan.
—¿Y los autores que más reclaman los lectores, que más os reclaman o que más vendéis, independientemente de los best sellers y los premios Planeta?
—Álvaro: Pues igual, depende un poco de cada año, de cada época. Bueno, la verdad es que también hay autores que se mantienen en el tiempo. Por ejemplo, Juan Gómez-Jurado es un autor que cuando abrimos acababa de publicar Rey Blanco y fue un superventas (lo fue también aquí en la librería). Y como ha ido publicando a lo largo de estos años, siempre ha vendido muchísimo. Pérez-Reverte igual. Como saca un libro por año, pues siempre suele estar entre los más vendidos. Lo suele sacar en septiembre-octubre… Entonces, desde septiembre hasta enero, que acaban las navidades, se vende muchísimo. Es un autor que se vende mucho.
—Jaime: También, por ejemplo, Paloma Sánchez-Garnica, que quedó finalista del premio Planeta [con Últimos días en Berlín] y luego lo ganó [con Victoria]. Suele venderse bastante.
—Álvaro: Javier Castillo igual, estoy viendo por aquí.
—Jaime: Eloy Moreno también, y además en los institutos de aquí —que en Almagro tenemos dos— lo suelen recomendar mucho, sobre todo el libro de Invisible, y eso también hace que la gente conozca a Eloy Moreno. De hecho, creo que llegó a estar aquí en Almagro, en uno de los institutos, dando una charla. Si nos alejamos un poco de los best sellers, por ejemplo, aunque solamente tiene una novela, Alana S. Portero con La mala costumbre se ha vendido muy bien, lo cual es normal, porque es muy bueno. Es muy buen libro. La autora propia de Hamnet, Maggie O’Farrell, todo libro que saca se vende relativamente fácil.
—Álvaro: Alejandro Zambra también. Y además después de escribir Poeta chileno, ya el siguiente libro que escribió, no sé si ha escrito incluso otro más…
—Jaime: No. Solamente ha escrito literatura infantil.
—Álvaro: Bueno, pues a partir de Poeta chileno dio más el pelotazo, más todavía, porque ya era un escritor conocido. Y efectivamente hizo que el siguiente, el de literatura infantil, se vendiera también muchísimo.
—De todos los autores que habéis recibido, ¿hay alguno cuya visita os haya entusiasmado especialmente?
—Jaime: Varios. Pero creo que sería, en mi caso por lo menos, Sara Barquinero.
—Álvaro: Sara la verdad es que estuvo muy bien.
—Jaime: Porque además, cuando vino a la librería era en un momento que estaba muy… muy a la vista, porque había publicado recientemente su novela Los escorpiones con Lumen. Y la verdad es que estaba teniendo, no sé si se puede decir éxito, que creo que también, pero estaba teniendo mucha notoriedad. Yo me lo he leído justamente este verano y entiendo esa notoriedad.
«La visita de Sara Barquinero nos hizo bastante ilusión, porque en ese momento estaba en la cresta de la ola por la publicación del libro»
—Álvaro: Sí, la verdad es que la visita de Sara nos hizo bastante ilusión, porque digamos que en ese momento, como dice Jaime, estaba como en la cresta de la ola por la publicación del libro, y justo pilló que tuviéramos la oportunidad de que viniera. En mi caso hay un autor, que es de aquí de la zona, Pedro Martín-Romo (escribe también novelas negras), que además va a sacar la última parte de su trilogía en este otoño, y seguramente es el autor que haya venido más veces aquí. Y me hace mucha ilusión que venga siempre porque nos lo pasamos muy bien con él. De hecho, por el mero hecho de que haya venido tantas veces, ya hay bastante confianza. Y lo podemos considerar amigo, por supuesto.
—Con la irrupción de la IA, ¿creéis que las librerías se pueden ver mermadas? ¿Que corréis peligro, o todavía no? Personalmente, considero que queda mucho para eso, que lleguen a suplantarlas me parece difícil. Pero ¿cómo lo estáis manejando, tanto la inteligencia artificial como el avance tecnológico?
—Jaime: Es que mucha gente nos pregunta: “¿Tenéis este libro?” Libro con título X. Da igual el título. Y claro, yo lo busco entre nuestras distribuidoras. No lo encuentro. Digo: “Vale, voy a buscarlo en Google y a partir de ahí a ver qué encuentro”. Normalmente, el primer enlace siempre es Amazon. Amazon tiene su propia parte de autopublicación… ¿Y qué pasa? Que, a día de hoy, creo que un 80% de todo lo que se publica en Amazon está hecho con inteligencia artificial. Incluso las imágenes de los “autores”, son gente creada con inteligencia artificial. Y lo peor es que luego son libros que reciben muy buenas notas (imagino, a través de bots). Entonces claro, la gente llega a esos libros y dice: “¿Cómo no me voy a leer un libro que tiene 4 estrellas y media sobre 5?”. Bueno, pues en ese sentido he empezado yo con una especie de lucha personal en la que, cuando una persona me habla de un libro, investigo un poco ahí, medio rápido, y ya pongo un poco en sobre aviso a esa gente diciéndoles: “Oye, ya que te vas a gastar tu dinero, gástatelo en un libro que lo haya hecho un ser humano”. Yo creo que mientras exista ese aspecto romántico que tiene el libro físico, las librerías van a seguir aguantando. Aunque la gente siga comprando por Amazon, o bueno, Casa del Libro tiene tiendas físicas, sin embargo mucha gente también compra a través de la web, pero bueno, vamos a poner Amazon porque creo que es más general en todo este tema de ventas online, y aun así mientras existan libros físicos, la gente va a seguir optando por las propias librerías. También por el trato humano que yo creo que es una cosa bastante importante.
—Álvaro: Aparte, que la calidad literaria que pueda tener eso es bastante baja. Y digamos que al público, o a la mayoría del público consumidor de libros, le va a llamar más la atención siempre que saque un libro Alana Sánchez Portero o Pérez-Reverte a que te pongan uno de Amazon, que además, está feo decirlo, pero es verdad que hay muchos autores (digamos noveles) que no tienen la misma calidad, que siempre han vendido por Amazon y, efectivamente, al final siempre se han vendido más los autores conocidos. Con la inteligencia artificial puede pasar y creo que va a pasar lo mismo: que al final, por mucho que se produzca, no se va a vender tanto.
—Por ahora no tenéis gran competencia, pero si llegara de repente otra librería, ¿cómo os lo tomaríais?
«Nos dice mucha gente que le sorprende mucho que en un escaparate de una librería estén los tres tomos de El capital de Karl Marx y Engels»
—Álvaro: Bueno… Lo asumiríamos. Ahora mismo creo que es difícil. Toco madera, pero creo que es difícil que haya otra librería, sobre todo porque nosotros ya estamos consolidados, estamos establecidos en el pueblo. Digamos que somos la librería de más referencia. A ver, somos la única también, pero digamos que ya es la librería de referencia incluso con respecto a librerías de otros pueblos, otras ciudades, porque es verdad que tenemos clientes que ven algún libro, que van a otra librería y les llama la atención el libro, pero dicen: “No, venga, me espero y se lo compro a los de Macondo porque ya son mi librería de confianza”. Entonces creo que es difícil que haya otra librería por eso, porque estamos asentados y no tendría sentido. Si yo tuviera que montar una librería ahora mismo en Almagro, no le vería mucho sentido hacerle la competencia a una librería que ya es la librería de referencia en el pueblo.
—Jaime: A ver, si tuviéramos mala imagen (que creo que no), lo entendería. Pero creo que tenemos buena imagen dentro del pueblo, por lo que el propio pueblo nos suele decir, así que en principio creo que no. Sin embargo, a ver, siempre hay sueños y hay gente que con el tema de ser librero (que lo entendemos), suele decir eso de: “Siempre he deseado tener una librería propia”. Entonces, bueno, puede llegar a pasar. En nuestro caso, no sé cómo sería esa hipotética nueva librería, incluso metiéndome con cómo son librerías de la zona, de la provincia de Ciudad Real o incluso de la propia capital de Ciudad Real, sí es verdad que nosotros creo que tenemos —no sé si es una cosa a favor— pero sí que intentamos tener una personalidad. No queremos ser, o por lo menos no pretendemos ser, una librería en la que aquí vayas a tener los libros y ya está, o “si no los tenemos te los pedimos” y ya está, sino que la propia librería tiene una personalidad. Y creo que es una cosa que a lo largo de los años hemos ido también afianzando. No solamente a través de los libros que colocamos en la propia mesa, sino también en el escaparate. En ese sentido creo que el escaparate se ha convertido en un sitio como… en una especie incluso de activismo pasivo para crear, vamos a decir, un poco de debate entre la gente. Porque una cosa que también nos dice mucha gente cuando pasa por aquí, sobre todo turistas y forasteros, es que les sorprende mucho que en un escaparate de una librería estén los tres tomos de El capital de Karl Marx y Engels.
—Álvaro: En ese sentido también es verdad que hemos tenido libros en catalán, que aquí en Almagro en principio no te esperas que haya un libro en catalán.
—Jaime: Claro, y tenemos en gallego, en euskera… Evidentemente en inglés, francés y demás. Pero luego también, por ejemplo, otro tipo de libros. En el caso actual del genocidio en Gaza, desde que empezó todo, hemos puesto ahí libros para que la gente se interese, porque es verdad que es un conflicto que no ocurrió hace dos años, sino que lleva desde prácticamente un siglo ocurriendo, y es verdad que “gracias” a lo que está lamentablemente sucediendo, está habiendo una “sobreproducción” acerca de este tema. Y considero que la gente los está comprando porque está bastante interesada. Últimamente también sobre el tema de la inmigración, que siempre es un debate en España. Han sacado un cómic que se llama, creo recordar, ¿A quién benefician las migraciones? [Tania Tervonen, Jeff Pourquié], que es como una novela gráfica e invita a que por lo menos la gente tenga ese pequeño momento de duda y se pregunte: “Anda, pues es verdad, ¿a quién favorece?”. Que a lo mejor luego te lees el cómic y dices: “Pues no, yo sigo a favor de lo que estoy pensando”. Pero al menos intentar, a través del escaparate, formar esa duda en la gente sin ser nosotros doctos en la materia.
—Álvaro: O dar visibilidad, simplemente con eso, ya nos sirve para lo que pretendemos. Luego ya que la gente lo acepte más o lo acepte menos, pero por lo menos dar esa visibilidad que nosotros creemos que sí que merecen ciertos asuntos, claro.
—¿Cuál diríais que es vuestra identidad y lo que verdaderamente os diferencia de otras librerías (aparte de lo ya comentado)?
—Álvaro: Yo diría que la oferta más alternativa. Es verdad que, como decimos, tenemos que tener de todo, ¿no? Tenemos que ser una librería generalista porque al final tenemos que vender y tenemos que ganarnos la vida. Pero también ofrecemos cosas que no se ofrecen en la mayoría de las librerías, y eso es algo que me he dado cuenta también viendo otras librerías digamos, más comerciales, como pueden ser las grandes superficies, que muchas veces voy buscando o voy viendo a ver si tienen algo más alternativo, que se salga de todo lo comercial, que se salga de todo lo best seller, y no está. Hay muchas librerías que no lo tienen. Entonces, esa personalidad de editoriales independientes; de autores, autoras, más desconocidos…creo que ahí basamos bastante nuestra personalidad. Y luego también, dentro de esa línea más alternativa que intentamos seguir, complementarlo con una línea crítica. Como hemos dicho antes, con la visibilidad, con temas como el de Gaza y otros asuntos.
«Los best sellers de la librería son unos pequeños cuadernos de Cátedra de identificación iconográfica que colocamos en el escaparate»
—Jaime: Sí, también es que, al final Álvaro estudió economía. Por lo tanto él, gracias a sus conocimientos puede decir: “mirad, a mí esta oferta de libros de economía me interesa”. Que a lo mejor algunos se pueden salir de lo que tú piensas, pero por lo menos ofrecer otras opciones; que no sea el típico volumen que hay que tener en todas las librerías. Lo mismo en mi caso, con Historia del Arte. Que sí, que por ejemplo tengo La historia del Arte de Gombrich, que es el básico de la carrera, pero luego tenemos otros, por ejemplo, muchos sobre las mujeres en la historia del arte. También, una de las cosas que yo creo que son los best sellers de la librería: unos pequeños cuadernos de Cátedra de identificación iconográfica que colocamos en el escaparate. Hay tanto de santos de la iconografía cristiana, como de mitología… y sucede lo que dice Álvaro, que hemos ido a otras librerías y, por ejemplo, esos cuadernillos que me parecen muy básicos, no los he visto. Y es como, si supierais lo bien que se venden estos, los tendríais todos. A lo mejor en otras materias, como filosofía, cine…tendremos que ahondar más para ir añadiendo nuevos libros, pero, por otra parte, sí incidimos mucho en el tema tanto del feminismo como del LGTBIQ+, que es verdad que ahí se nota más el número de ventas en julio, durante el Festival de Teatro, que en el resto del año.
—¿En qué aspecto beneficia más montar una librería en un pueblo o ciudad pequeña vs. en una gran ciudad?
—Jaime: En el trato humano.
—Álvaro: Sí, en la cercanía.
—Jaime: Claro, al final…, yo nunca he vivido en una gran ciudad porque, bueno, no sé si Granada la puedo considerar gran ciudad, pero no he tenido la sensación de ver a la gente que necesita ir rápido a por todo. Y yo creo que también, como trabajadores, lo tenemos todo más a mano hasta el punto de decir: “Ah, ¿me preguntas por esto? Aquí lo tienes”. Y además aquí, que es un lugar mucho más pequeño, todo lo que hables lo voy a escuchar, y eso ya hace que haya más conversación. Que la gente, de forma general, se vaya bastante contenta aunque no compre; que se vaya con la sensación de haber echado un buen rato.
—Álvaro: Sí, y que a la mayoría de los clientes los llamas por su nombre. Que es algo que en una gran ciudad es casi prácticamente impensable. Salvo a los clientes que vienen de paso, que vienen muy de vez en cuando, a la mayoría de los clientes que tenemos, que son clientes fijos y se pasan por aquí todo el año (una vez cada semana o cada dos semanas), los llamamos por el nombre. Sabemos de sus vidas, ellos y ellas saben de nuestras vidas…entonces eso, la cercanía y el trato humano, como decía Jaime. Eso es lo que marca esa diferencia respecto a una gran ciudad, o a una librería que pudiera estar en una gran ciudad, en comparación con esta librería que está en un pueblo pequeño.
—¿Podríais recordar el mejor momento que habéis vivido en la librería y el peor? Si pudierais escoger o quedaros con uno.
—Álvaro: El mejor está más o menos claro. Creo que hubo dos momentos clave en la librería con respecto a nuestra “fama”, o con el hecho de darnos a conocer. El primero, cuando vino el programa de La 2 de Un país para leerlo.
—Jaime: Que además hace poco lo volvieron a poner porque vino gente y me dijo: “¡Anda, te vi el otro día! Y yo, ¿dónde? Si no te conozco” (risas).
—Álvaro: Ese fue uno que pasamos una tarde muy divertida grabando, y luego ya el día que se emitió fue bastante locura. De gente diciendo: “Eh, ¡qué os he visto!”. Y venían aquí a felicitarnos, y ese estuvo muy guay. Y luego el día que, lo hemos comentado antes, cuando hicimos el evento con la Diputación de Ciudad Real para promocionar el FENAVIN e invitamos a una autora de Ciudad Real, de la capital precisamente, que es Esther Ginés. Hicimos la presentación de su libro y un debate posterior. También había un sumiller que nos puso la Diputación y estuvimos tomando vino mientras comentábamos el libro, y la verdad es que fue una noche muy agradable, la recuerdo con bastante cariño. Esos dos momentos, los mejores.
—Jaime: Sí, también porque justo esa noche, cuando ya recogimos las cosas, algunos amigos nuestros vinieron a acompañarnos en esta presentación y estábamos creo que, tan arriba de ánimos, que pedimos pizzas para cenar y acabamos cenando aquí en la librería. Estuvimos tan bien, que sí, podía ser uno de los mejores días. Ese, y el de grabar el programa. Sobre todo porque, al menos en mi caso, era mi primera experiencia en televisión y fue como: “¡Woah! Así que todo esto funciona así!”, el tema de las cámaras, de los planos…
«Ese día facturamos 8,95. Solamente 8,95 gracias a Osito Tito. A partir de entonces, Osito Tito es un ídolo aquí en Macondo»
—Álvaro: Fue curioso ver cómo se graba realmente y luego cómo lo montan. Porque claro, de todo lo que hicimos, que estuvimos 4 o 5 horas grabando, después fueron 3 minutos de vídeo. Bueno, el programa dura como unos 20 o 25, pero dedicados a la librería unos 3 solamente. Y el peor día… A ver, peor, peor… La verdad es que los peores pueden llegar a ser algunos días más rutinarios, sobre todo cuando no hay tanta vida en Almagro. Los meses de febrero, marzo, que el pueblo está más vacío, que son meses que por lo general la gente gasta menos dinero porque hay menos turismo, son meses en que la actividad económica en general está más parada. Entonces bueno, algún día de estos típicos de rutina, pero vamos, no hay ninguno en concreto. No se me ocurre ninguno en concreto que hayamos tenido que sea malo.
—Jaime: No, no hay ninguno malo como tal porque además uno de esos días que no había ninguna venta prácticamente, de repente hubo una y, a partir de ahí, le hemos hecho una especie de altar a ese libro que es Osito Tito. Desde ese día decimos: “Osito Tito, el mejor de todos”. Y el altar es porque fue la única venta que hubo. Todo parecía indicar que iba a ser un día perdido, pero inesperadamente Osito Tito se elevó. Ese día facturamos 8,95. Solamente 8,95 gracias a Osito Tito. A partir de entonces, Osito Tito es un ídolo aquí en Macondo (risas).
—¿Y qué legado os gustaría dejar de aquí a unos años? ¿Cómo os veis dentro de diez años?
—Álvaro: Yo creo que nos veo siguiendo la línea que hemos continuado hasta ahora, que es la de ser un lugar de referencia en Almagro. Un lugar de referencia cultural, por supuesto. Y como ha dicho antes Jaime, hay gente que son de fuera, que vienen una vez al año a Almagro, o así, y se pasan a saludar porque dicen: “es que me encanta. He vuelto porque quería volver a pasar por esta librería”. Entonces, digamos que nuestra “fama”, bueno, decir fama es exagerar muchísimo, pero, nuestra “fama” a pequeña escala no creo que crezca más, aunque con esto nos conformamos. Digamos que la línea va a seguir siendo la misma. Que por parte de los clientes, la percepción que tengan ellos, también va a seguir siendo la misma. Quizás, un poquito más, porque ya habremos ganado, nos habremos hecho un nombre, y por lo menos por mi parte no pretendo nada más. En definitiva: seguir la misma línea, ser ese punto de referencia cultural en Almagro, un lugar necesario también para que se reúna aquí la gente a la que le gusta la literatura, y que sigamos este camino.
«Nosotros en privado, en particular, tenemos un club de lectura pero puede hacerse también en la propia librería, aunque sean grupos pequeños»
—Jaime: Sí, incluso que a lo mejor…parece que voy a decir una cosa muy triste, pero a lo mejor sin nosotros como tal, que Macondo pueda seguir sin que Álvaro y Jaime estén aquí. Porque si nos acaban surgiendo otras salidas profesionales que nos convienen, ya que, lamentablemente, la vida es muy cara y parece que hay que buscar otras salidas que se adecúen más a nuestra actualidad, si no es con nosotros, físicamente en la librería, que sea a través de la gente que podamos contratar. Gente que evidentemente esté lo más contenta posible. No solamente por trabajar aquí, sino porque intentemos darle un buen trabajo también como jefes, y que esa nueva gente le dé su propia personalidad. Que contribuya con nuevas ideas, por ejemplo. Es verdad que una cosa que en estos casi cinco años no hemos hecho, ha sido un club de lectura, y eso estaría muy bien porque ayuda mucho a esta unión entre la ciudadanía y el comercio. Sabemos que la biblioteca tiene un club de lectura, pero suelen ser libros más comerciales, así que por nuestra parte, por ejemplo, tirar por otro tipo de libros que ofrezcan cosas distintas. A lo mejor una acción más crítica, digamos, o que conozcan otros libros. Volviendo otra vez a La mala costumbre de Alana Portero, creo que es un libro que ya la mayoría conoce y ha leído, pues ese estilo de libros, que sean ágiles, pero que también dejen un poso para luego poder comentarlo. Nosotros en privado, en particular, tenemos un club de lectura pero puede hacerse también en la propia librería, aunque sean grupos pequeños. Nosotros intentaremos seguir aportando como mejor podamos durante el tiempo que estemos en la librería, que será un tiempo muy feliz, eso seguro.
—Álvaro: También es verdad, ahora que se me acaba de ocurrir, cuando dices lo del legado, creo que es algo que ya estamos consiguiendo y que ojalá consigamos de una forma, de una manera mucho mayor en el futuro, que es que, incluso sin querer, hemos dado un impulso grande, una motivación bastante grande a autores y autoras locales. Y eso nos ha pasado con muchos autores, amigos incluso, que han decidido escribir un libro y editarlo con todas las consecuencias y todo el trabajo que eso conlleva, para poder presentarlo aquí y darlo a conocer. Yo creo que, es verdad que en muchas ocasiones no somos esenciales para ese tipo de autores, pero sí damos ese impulso que muchas veces necesitan sobre todo escritores y escritoras del propio pueblo de Almagro.
—Y quién sabe, a lo mejor en un futuro un crío lee o conoce vuestra historia, y le inspiráis para hacer lo mismo en su ciudad, en su pueblo, en su barrio o donde sea.
—Ambos: Ojalá.
—Poco más que añadir, chicos. Gracias a los dos, y que cumpláis otros cinco, diez o veinte años más.
—Álvaro: Yo creo que llegaremos a ello, sí. Gracias a ti.
—Jaime: Gracias a ti por contar con nosotros.
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