«Todo lo que tiene nombre existe», con este proverbio vasco el cineasta Paul Urkijo Alijo estrena su tercera película tras Errementari (El herrero y el diablo) e Irati. Acudiendo una vez más al recetario de leyendas de la mitología vasca, Gaua (su nuevo trabajo, que en euskera significa noche) acude a aquellas criaturas que se esconden marginadas en la oscuridad y no son necesariamente malvadas, sino que tan solo son incomprendidas. 

En plena caza de brujas en el siglo XVII, Katallin (una formidable Yune Nogueiras) vive infeliz junto a su marido en las montañas del norte, hasta que decide huir de su hogar y se introduce en la oscuridad del bosque, donde descubre que una extraña figura la persigue hasta que da con tres curiosas mujeres. De esta forma, una tríada hilarante de la talla de Elena Irureta, Ane Gabarain y Iñake Irastorza se acaba transformando en las protagonistas de las historias de terror que ellas mismas narran.

Más allá de este casting repleto de una gran fortaleza femenina, el filme brilla en el reflejo de criaturas como Inguma (un espíritu familiar que te despierta asfixiándote), Gaueko (una deidad de la noche) o aquellas sorgiñas o brujas (que podían ser tanto mujeres como hombres). 

Unos monstruos conocidos por aquellos niños que crecieron con gran temor hacia ellas en el País Vasco, pero cuya cuidada construcción (sin escatimar en detalles y grandes efectos especiales) subvierte aquella terrorífica imagen que siempre hemos poseído sobre ellas.

‘Gaua’ nos hace alcanzar el clímax

A través de una historia de amor sáfico como hilo conductor de la trama, Gaua interconecta una serie de historias del folclore vasco para confluir en un gran tercer acto, coronado por una orgía en plano secuencia que transforma el trabajo de Urkijo en uno de los ejercicios cinematográficos españoles más interesantes del año. 

La complejidad de esta escena, con más de 200 involucrados, numerosos desnudos integrales y un clímax colectivo, mientras la música suena todo el rato, demuestra cómo el director ha ido creciendo con cada nueva película y nos ofrece progresivamente una mayor calidad. 

En esta misma línea, Urkijo sorprende al moldear la oscuridad a su antojo, creando entre las sombras a criaturas ambivalentes y de una gran dificultad para su construcción, utilizando tan solo unos esbozos de aquellos textos recopilados en los pueblos de Euskadi por expertos como el sacerdote, antropólogo, etnólogo y arqueólogo José Miguel de Barandiarán.

Así mismo, la capacidad de Urkijo para hacer que una historia de época se sienta muy de actualidad sigue la misma senda que otras películas de Sitges 2025 como La hermanastra fea, premio a la mejor película de la Sección Oficial, que retrataba a través de una versión gore de la Cenicienta asuntos como el culto al cuerpo, la cosificación de la mujer y la problemática de la disneyficación de las relaciones.