El martes se inauguró, a la entrada del muelle de Santa Catalina, el Greetingman, una estatua que ha donado Corea del Sur a Gran Canaria y que representa el saludo que practican los naturales del citado país asiático en agradecimiento por la amistad que se les brinda en los lugares del mundo donde se asientan los surcoreanos, constituyendo unas importantes colonias.
Hace 60 años los coreanos llegaron a Las Palmas de Gran Canaria gracias al Puerto de La Luz, donde la presencia de su flota pesquera ha sido una constante, arrastrando tras de sí a sus empresas y familias. En ocasiones han residido en nuestra Isla unas 4.000 personas en torno a la actividad de la pesca, aunque en la actualidad quedan un millar de componentes, algunos de los cuales están ya en la tercera generación, formando incluso relaciones con familias canarias.
Por lo tanto, este saludo, que es permanente en el corazón del puerto grancanario gracias al artista Yoo Young-ho, se está repartiendo por el mundo como agradecimiento a los pueblos que han acogido a sus compatriotas, como Uruguay, Panamá, México y Vietnam. Por ello, es un gran honor que se haya escogido nuestra ciudad, testimoniando con ello los 75 años de relaciones diplomáticas con España.
La hospitalidad del pueblo canario se palpa de forma preferente en el puerto de La Isleta, donde cualquier ciudadano del mundo no es un extraño y, sin lugar a dudas, la colonia coreana es un ejemplo de convivencia y buena amistad.
En 1966 entraron en nuestro recinto por primera vez 28 pesqueros coreanos y en 1980 hicieron 253 escalas para realizar sus operaciones más de 33 mercantes. Recuerdo que tuve de vecina, puerta con puerta, a una familia coreana, la cual, al tomar el ascensor, me saludaba con esa inclinación de 15 centímetros que ahora se nos hace más que familiar con el Greetingman.
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