Diamela Eltit, Carmen Martín Gaite, Leila Slimani, Annie Ernaux. Camila escribe una lista de autoras que publicaron su primera novela después de los treinta. A ella todavía le quedan unos años para alcanzar esa edad, por lo que le parece un alivio leer todos esos nombres y recordarse que aún hay tiempo para cumplir su sueño de ser escritora. El primer paso ya lo ha dado: establecer su vida en una Madrid luminosa, pero también acelerada y hostil. A pesar de la ilusión que le genera esta etapa, Cami echa de menos su vida en Santiago de Chile, donde las cabras, sus mejores amigas, continúan con su rutina. Una de ellas, Sofi, afronta un embarazo no planeado.
Pilar Asuero (Santiago de Chile, 1997) debuta con una novela sobre los rasguños que el crecimiento y la distancia dejan en las amistades de toda la vida, aunque sus páginas también repasan la experiencia de la precariedad, el contraste lingüístico y el desarraigo en un pulso entre el presente y la raíz. Son asuntos que podrían tratarse con cierta solemnidad y que, sin embargo, nos llegan desde un lugar de vitalidad y esperanza. Es agradable seguir los pasos de Cami porque nos conducen por ese juego tan estimulante que es la vida.
¿Cuál es el origen de Las cabras?
Surgió de un texto que escribí en un taller de escritura sobre cuatro amigas que esperaban la micro antes de ir a la disco. Lo leí y la profesora me dijo que daba para algo más que un relato, así que me puse a desgranar los temas: la relación de amistad, la distancia, la sensación de desarraigo, la maternidad… Pero fue en la residencia de la fundación Antonio Gala donde decidí qué dirección darle. Tenía varias opciones, pero siempre digo que por mucho que cuentes qué es lo que quieres escribir, las manos te acaban tirando hacia otro sitio. Durante los ocho meses que estuve en la residencia, en Córdoba, compartí tiempo con otros jóvenes creadores que influyeron bastante en que la novela finalmente pusiera el foco en las amistades.
En este libro, la amistad está atravesada por las barreras del lenguaje. ¿Hasta qué punto influye la diferencia entre el español de España y el de Chile en las relaciones de una persona migrante?
Este tema me interesaba mucho porque para mí ha sido conflictivo el contraste que he encontrado al migrar a un país donde supuestamente se habla el mismo idioma, pero en el que luego me he tenido que enfrentar a ciertas barreras lingüísticas que implican dificultades para establecer vínculos. No conectas igual con el sentido del humor, por ejemplo. Además, la reflexión lingüística entre el español de España y el de Chile también me ha permitido reivindicar mi propio idioma, porque cuando migras vas perdiendo ese lenguaje y adoptando otras formas de hablar, otras palabras. Y también construyes nuevas formas de ver el mundo. En el club de lectura de Back to the Book había muchas chicas migrantes. Eran de Argentina, de Perú… y se sentían representadas con esto. Para ellas, era muy fuerte volver a su lugar de origen y darse cuenta de que estaban nombrando las cosas de otra manera.
En el libro incluyes diálogos en forma de conversaciones de WhatsApp entre Camila y sus amigas de Chile. Contrasta la tensión con la que la protagonista se desenvuelve afuera y lo relajada que la leemos en estos chats. ¿Cuánta seguridad nos aportan los códigos que colectivamente construimos?
Me apetecía indagar sobre el registro. Al final, Camila es una persona que quiere dedicarse a la literatura, así que el lenguaje para ella no es una cosa sin más. Tiene una envergadura mayor, le da tanta importancia que lo eleva demasiado. Por eso me gusta que en sus mensajes de WhatsApp se perciba la belleza del lenguaje de lo mundano y lo cotidiano. Son conversaciones con personas a las que conoce desde siempre, por eso comparten un mismo código, unos chilenismos. También incluí los chats porque quería hacer participar al lector en esa amistad y en su cotilleo. Era un juego formal, pero también buscaba avanzar a nivel narrativo.

Las cabras guarda similitudes con otra novela publicada este año, La próxima vez que te vea, te mato. Tu protagonista y la de Paulina Flores son dos jóvenes chilenas que se instalan en Europa para cumplir su sueño de ser escritoras. ¿Qué expectativas genera este continente entre los trabajadores del ámbito cultural?
Creo que nos han metido el discurso de que Latinoamérica es precario mientras Europa es una maravilla en cuanto a derechos humanos y en lo cultural, pero Paulina y yo retratamos que la realidad no es como te la pintan. Estamos hablando de un problema estructural sobre cómo está pensado el sistema en general. Aquí (en España), cuando llegas, también te lo tienes que currar. Estás en otro país, tienes otra forma de expresarte, no tienes a nadie, no tienes trabajo… Se te hace cuesta arriba. Y aunque parezca que hay más oportunidades, la verdad es que algunos factores son muy importantes para que te vaya bien o mal. Ah, y también hay que ser críticos con la imagen que se tiene de Latinoamérica. No es cierto que sea tan terrible, hay mucha riqueza allí. Hay que desidealizar Europa.
«No es cierto que Latinoamérica sea tan terrible. Hay que desidealizar Europa»
El amor también participa en la relación que Camila establece con la ciudad: «Me quise convencer de que para hacer tuya una ciudad era necesario enamorarse en ella».
Camila llega a una ciudad grande, hostil, y tiene una necesidad casi desesperada de generar vínculos, de sentir cariño. Quiere formar parte de algo, y una forma de conseguirlo es a través del amor. Un amor que tampoco tiene por qué ser romántico. Camila deja en Chile a sus amistades de toda la vida pero va generando nuevos lazos con sus nuevas amigas de Madrid, María y Cristina.
Si bien una amistad puede sobrevivir a la distancia, ¿es posible que no se debilite?
Justamente ahí está el conflicto. A veces la distancia que se genera en las amistades no es necesariamente física, sino también vital. Los intereses pueden cambiar. Cami dice que las cabras son su segunda familia precisamente porque no las ha elegido. Llegaron cuando era demasiado pequeña. Pero llega un momento en el que puedes elegir a otras personas que coincidan con tu forma de pensar. Mantener las amistades de la infancia cuando hay distancia física es un reto, y por eso deberíamos reflexionar sobre cuánta sinceridad queda en algunos vínculos: ¿Qué me está dando esta relación?, ¿qué le estoy dando yo?, ¿estamos manteniéndola por un amor honesto, porque nos proyectamos en el futuro, o solo porque nos aferramos al recuerdo?. Por otro lado, debemos entender que esas relaciones cambian. No se puede esperar vivirlas siempre igual, eso solo te lleva a fracasar. La amistad debe trabajarse. El desafío está en que se adapte a los tiempos.
La maternidad está presente en la historia. Es curioso cómo la protagonista, pese a tener tanto por lo que empatizar con su madre, prefiere mantener cierta distancia con ella.
Claro, su madre emigra de Nicaragua a Chile casi a la misma edad, por eso no puede evitar compararse. Pero lo hace con cierto miedo. Camila ama con fervor a su madre pero no quiere seguir sus pasos, entonces empieza a buscar diferencias. Quiere distanciarse de esa figura maternal que lo dejó todo para arriesgarse a ser madre. Lo que pasa es que una vez se entera de que la Sofi, su amiga de toda la vida, se queda embarazada, ve esa posibilidad más cerca de lo que pensaba. Es inevitable que haga paralelismos, aunque luego se termina reconciliando con sus sentimientos.
De hecho, Camila afirma que le gustaría escribir una novela en la que su madre tenga un papel distinto. «Que sea ella quien llame a los otros y no los otros los que la llamen «mi mamá».
Sí, porque muchas veces, cuando se escoge a un personaje femenino que es madre, se pone el foco solo en esa característica. Una de las cosas que quería reflejar con ese pasaje no es que el personaje de la madre es solo madre, sino que hay mucho más detrás, no solo en su pasado antes de serlo, sino también cuando lo ha sido. Es un personaje mucho más complejo que una madre que renuncia a todo por ese rol y ya está.
A la protagonista le gustaría «entender» por qué ama escribir. ¿Tú entiendes por qué lo haces?
Estoy de acuerdo en algunas cosas que plantea Camila. Las cabras es una especie de carta de amor. Obviamente hay ficción, pero sí intenta hacer trascender el valor que tienen todas esas amigas. Las que han pasado por mi vida y las que pasarán. Es muy importante el componente del amor dentro de la escritura. Y la diversión. Durante la escritura del libro me propuse vivir cada capítulo como un juego, porque en el proceso todo es muy monótono y en algún momento te cansas… y Camila a veces me tenía harta [ríe].
¿Qué juegos te planteabas?
Me preguntaba sobre una imagen, una metáfora, un recuerdo de la actualidad… Escribiendo los WhatsApp me divertí muchísimo, o en el capítulo donde metí reguetón. Recuerdo que empecé a estudiar sílabas y métrica y que me tiré una mañana entera escuchando reguetón antiguo. Probaba cosas y, de repente, decía: ‘¡Uf! Esto no tiene ningún sentido’. Pero también necesité pausas. Camila transmite prisa porque quiere conseguir muchas cosas antes de los 30. En ese sentido también viví una especie de reconciliación. Me propuse parar. Por suerte, uno de los privilegios de la residencia era que podía escribir o podía no hacerlo. Pero estar cuatro horas delante de una frase y terminar borrándola también ayuda a la construcción de la novela.
No todo es pasión. También debe haber disciplina, ¿no?
La escritura exige mucha disciplina, no es que algo te salga de dentro y tengas una inspiración divina. Escribir es ser constante, y para ello hay que leer mucho. Pero hay algo de pulsión. A pesar de no tener tiempo, voy a escribir. A pesar de que nadie me vaya a leer, voy a escribir. Voy a escribir porque quiero hacerlo y me lo pide el cuerpo. Ahora que viajé a Chile estuve mirando mis diarios de adolescente. Escribía y escribía y escribía sin intención de trascendencia o de querer ser leída, y eso es muy bonito.
«Estar cuatro horas delante de una frase y terminar borrándola también ayuda a la construcción de la novela»

Conduces con Paula Camino el podcast La elocuente. ¿Qué nos depara esta temporada?
La idea del podcast es mostrar qué hay después del escritor que trabaja a solas en la habitación y qué hay del lector que lee en el sofá con la mantita. La elocuente empezó con un club de lectura y ahora también entrevistamos a escritoras contemporáneas. Hace poco empezamos a colaborar con el Círculo de Bellas Artes. De momento hemos reflexionado sobre cómo influyen los sueños en el proceso creativo, qué significa el concepto de autoría… Ahora estamos pensando en hablar sobre cómo influye el diario en la producción artística.
En Las cabras, leemos: «Me pregunto si realmente existen los finales o si son simplemente un columpio que se debate entre el cambio y la espera». ¿Qué significó para ti escribir la última frase de tu debut?
Sentí orgullo. Fue como un ‘ah, pues mira, se puede’. Es como terminar un puzzle o poner una última pieza en un rompecabezas. Ahora tengo muchas ganas de compartir lo que he hecho, pero la mirada externa da mucho miedo. Estoy contenta, pero solo espero que no llegue ninguna crítica destructiva en Goodreads.
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