Hablar de gripe cada otoño puede resultar cansino. Lo sé. Pero soy médico de familia y he visto demasiadas salas de espera llenas, demasiados pasillos con camillas cuando era MIR en el Hospital San Pedro de Alcántara, y demasiadas familias preocupadas como para quedarme callado. No escribo para asustar; escribo para que Extremadura llegue mejor preparada que el año pasado. Lo que hemos observado en el hemisferio sur —Australia y Nueva Zelanda— nos sirven de espejo: cuando allí ‘aprieta’ la gripe unos meses antes, aquí suele hacerlo en Navidades y enero. No es una profecía, es experiencia acumulada. Si podemos evitar otra ‘cuesta de enero en urgencias’, hagámoslo.

Primero, una verdad sencilla: la gripe es un virus respiratorio, como el COVID-19. Se transmite por el aire —al hablar, toser, estornudar— y también a través de las manos y superficies. Y otra verdad que a veces olvidamos; funciona lo básico: ventilar, lavarse las manos, cubrirse al toser con el codo o un pañuelo. Quedarse en casa si uno está enfermo. Usar mascarilla en interiores cuando tenemos síntomas respiratorios, sobre todo si vamos a ver al ‘abuelo’, a una persona con enfermedades crónicas o a una embarazada. No son manías ni imposiciones: son gestos de cuidado hacia los demás.

La vacuna que reduce ingresos y muertes

Segundo, la vacuna. No es perfecta —ninguna lo es—, pero reduce de forma clara las complicaciones, los ingresos y las muertes. En España, en el año 2024, 1.690 personas fallecieron por gripe (influenza). Por cierto, la vacuna de la gripe no previene catarros. Sí, lo cuento todos los años en la consulta. Y sí, también se lo digo a mi familia y amigos con «amor y un poco de resignación». Este año vuelve a estar actualizada frente a los virus que más han circulado. En Extremadura, la campaña ha arrancado el 14 de octubre: personas de 60 o más años, personas con enfermedades crónicas, embarazadas, niños de 6 a 59 meses y profesionales sanitarios deben ser los primeros en vacunarse. Si convives o cuidas de alguien vulnerable, vacúnate por ti y por esa persona a la que quieres. Nuestro objetivo como región es ambicioso y tiene que mejorar lo logrado el año pasado: alcanzar a más mayores, proteger mejor a las embarazadas y a los pequeños, y dar ejemplo desde el propio sistema sanitario. El sistema sanitario puede dar ejemplo de vacunación al protegerse a sí mismo y a los pacientes, ya que el personal sanitario vacunado tiene menor riesgo de contagiarse y de transmitir enfermedades.

Me dirijo ahora a quienes sienten hartazgo. Lo comprendo. Han sido años intensos y a veces la sensación es que «siempre estamos igual». Pero la diferencia entre un invierno llevadero y otro de saturación se decide con pequeños actos repetidos por miles de personas. Los bulos: «La vacuna me va a dar gripe»: falso; las vacunas no pueden causar la enfermedad. «Me vacuné el año pasado, ya vale»: no; la inmunidad decae y las cepas cambian cada año. Son ruido que nos aleja de lo importante. La inmunidad decae, los virus cambian, y la vacuna no causa la enfermedad. Si tienes dudas, habla con tu enfermero, tu médico de familia o tu pediatra.

Eslabones decisivos

También me dirijo a mis compañeros y compañeras: cada otoño nos dejamos la piel para sostener el sistema. Y a las cuidadoras y cuidadores invisibles —las hijas que llevan a sus padres a vacunarse, los abuelos que hacen cola con los nietos—: sois un eslabón decisivo. Cuando las cosas se hacen bien a tiempo, se notan en las puertas de las consultas y en las urgencias. Y se notan en la cocina de casa y en las actividades extraescolares, donde no hace falta reorganizarlo todo porque una neumonía obligó a un ingreso que se podía haber evitado.

¿Qué podemos esperar este año? Si miramos cómo se comportó la gripe el pasado invierno, lo razonable es asumir que el pico volverá a rondar entre finales de diciembre y enero. Traduzcamos eso a decisiones: octubre y noviembre son la ventana para vacunarse sin prisas y llegar con protección. No esperemos a que alguien cercano caiga enfermo para acordarnos de pedir cita.

Sé que hay debate sobre si «el SES va a colapsar otra vez». No me gusta la palabra ‘colapso’, pero sí digo esto: cuando coinciden gripe, virus respiratorio sincitial (VRS) y COVID-19 y las coberturas son flojas, el sistema sufre. Y sufre la gente. Evitar esa foto no depende solo de planes y protocolos; depende de todos. Vacuna cuando toque. Mascarilla si tienes síntomas. Higiene de manos. Ventilación. Y un uso responsable del sistema sanitario: primero la atención primaria; el 112 y las urgencias hospitalarias, solo ante criterios de gravedad: fiebre elevada, dificultad para respirar, pacientes mayores y pluripatológicos…

Como médico y como ciudadano de esta tierra, quiero un invierno con menos sustos y más serenidad. No podemos elegir si habrá virus; sí podemos elegir cómo nos encuentra. Que nos encuentre vacunados, informados y con hábitos sencillos que protegen. Extremadura ha demostrado muchas veces que, cuando se trata de cuidarnos, estamos a la altura. Hagámoslo otra vez. Cada dosis y cada gesto cuentan. Y este año, que se note.

  • El autor es médico de Familia y Secretario General del Colegio de Médicos de Cáceres