El Tribunal de Cuentas de Francia y los presupuestos del Estado confirman con mucho color esperpéntico que la tragedia del robo del Museo del Louvre es la consecuencia última de la irresponsabilidad cultural de los gobiernos de Francia, desde hace décadas, favoreciendo el abandono … del patrimonio para apoyar miserias políticas de todo tipo.

En un informe oficial del Tribunal de Cuentas, filtrado por los sindicatos, se hacen revelaciones catastróficas: «La puesta en práctica de los proyectos –comenta el informe– suele ser una variante de ajuste de otras prioridades presupuestarias. El Louvre y otros museos pagan las insuficiencias presupuestarias lamentables». Salas sin cámaras de vigilancia, equipos vetustos parcialmente inútiles, servicios antiincendios defectuosos…Los problemas se suceden ante los oídos sordos de los gobiernos de los últimos treinta. Tres décadas donde los trabajadores del museo han protestado ante los políticos por crear un clima de incertidumbre que ha podido facilitar «complicidades» dramáticas para la seguridad del museo nacional, el más visitado del mundo.

Thibault de Montbrial, presidente del CRSI (Centre de Réflexion sur la Sécurité Intérieure), analiza de este modo las denuncias oficiales del Tribunal de Cuentas: «Siento, como tantos franceses, una humillación personal y nacional. Hacerse robar, a la luz del día, un domingo, con un camión instalado a dos pasos de los servicios de seguridad, incapaces de sospechar el robo, es algo tan penoso que nos debe hacer reflexionar… En tanto que abogado he tratado muchos robos de delincuentes de baja categoría. Esto es otra cosa. Los ladrones conocían muy bien el museo, conocían muy bien la sala que asaltaron… a mi modo de ver, parece razonable pensar que los ladrones pudieron contar con alguna forma de complicidad. Una cosa son las penosas insuficiencias y fallos. Y otra cosa es la eficacia y precisión, que puede comprenderse si se recuerda el profesionalismo apoyado desde dentro del museo, desde hace mucho tiempo, quizá…», remata.

Fuego a Versalles

Jean-Michel Aphatie, analista de referencia, comenta el estudio del Tribunal de Cuentas con cierta ironía: «Hace años llegué a escribir que sería necesario pegar fuego al palacio de Versalles para que los franceses y sus gobiernos se interesaran por su patrimonio cultural».

Ante la inmensidad de los problemas nacionales, se agrava la pésima opinión de los franceses sobre sus políticos y gobiernos. Según un sondeo de Ipsos, publicado por el vespertino ‘Le Monde’, un 90% de los franceses piensan que su nación está en «declive»… calificativo amable muy próximo a decadencia, más elocuente. Otro 75% piensa que la Francia «de antes» era mejor. Otro 87% piensa que los políticos «solo piensan en sus intereses personales». Otro 81% estima que el sistema político/democrático «funciona mal».

Esa opinión muy pesimista del hombre de la calle, sobre el Estado de la Francia que ha sufrido el robo de su gran museo nacional, confirma lo que «dicen», a su manera, los presupuestos del Estado, consagrando cifras astronómicas a la «comunicación política» (controlada por el gobierno y los partidos), en detrimento de la defensa y preservación del patrimonio cultural.

El ministerio de Cultura tiene este año un presupuesto anual de 8.691 millones de euros, y consagra a la defensa del patrimonio cultural 1.138 millones. Las cadenas de radio y tv del servicio público, controladas férreamente por el gobierno, tienen unos presupuestos de 4.029 millones de euros. Muy groseramente… la radio y la tv públicas reciben 2.891 millones más que el patrimonio histórico, que tiene muchos «frentes» en un estado lamentable.

Marc Baudriller, especialista reputado, comenta esas cifras básicas de este modo: «La tragedia del robo del Louvre dice mucho del estado de nuestros gobiernos, desde hace años. Tenemos una administración pletórica de funcionarios. Gobiernos de izquierda y derecha son culpables de las mismas faltas y el mismo abandono. Consagrando más dinero a la radio y la televisión públicas que a la defensa del patrimonio, los gobiernos sucesivos han contribuido a «borrar» nuestra cultura tradicional, víctima del abandono acelerado por sucesivos gobiernos».

Francia abandona sus grandes iglesias y catedrales

El robo del Louvre ha sido el gran aldabonazo de una tragedia que tiene raíces muy profundas. Mas de 5.000 iglesias francesas son víctimas del abandono y la falta de recursos para evitar su decadencia.

En París, grandes iglesias y monumentos religiosos, como Saint-Germain-des-Prés o Saint-Eustache, se han visto forzadas a recurrir a la beneficencia y la filantropía privada, a la vista de la «incapacidad» del Estado para cuidar la renovación de esas grandes iglesias, celebérrimas, piezas capitales del patrimonio religioso, histórico y cultural de Francia. Otras iglesias, como la de Saint Leu y Saint Gilles, en la calle Saint-Denis, están «acosadas» por el comercio multicultural del vecindario, cuando la renovación y cuidado es víctima de la falta de recursos económicos.

Según el Observatorio del patrimonio religioso, 15 de las 87 catedrales propiedad del Estado francés se encuentran en «mal o muy mal estado de conservación».

Se trata de una realidad bien conocida y documentada. Pero voluntariamente ignorada por partidos y gobiernos. El robo del Louvre ha sido un aldabonazo excepcional. Pero las reacciones del gobierno y la jefatura del Estado dejan muy poco margen para la esperanza. Rachida Dati, la ministra de Cultura, fue la primera en denunciar el carácter histórico de la catástrofe. Macron anuncio el mes de enero pasado un gran «plan» de reforma y modernización del Louvre, precisamente. «Plan» que tiene muy mucho retraso. Francia lleva año y medio con unos históricos problemas presupuestarios agravados por la crisis política más graves desde la fundación de la V República, entre 1958 y 1962.