Lo nuevo de Rosalía se presumía místico, y así ha sido: un disco llamado Lux, que verá la luz el 7 de noviembre, y que ya se puede reservar. La historia que ha llevado a ese conocimiento ha sido más humana. La cantante tenía previsto un directo de más de una hora en TikTok para anunciar esta información, que empezó caótico, con un ordenador con una cuenta atrás y Rosalía en pleno maquillaje, peluquería (con un halo dorado en su cabello) y cena: jamón y tortilla de patatas. “Con cebolla”, aclaró. Minutos después, alguien de su equipo dejaba caer que la sorpresa sería en Madrid, en Callao, donde ya había jugado al despiste en los últimos días. Y la gente empezó a aglutinarse en la plaza, ante la sorpresa de la policía de la zona. Hasta aquí, todo bien. El problema fue que el título del disco, la portada y la fecha se filtraron antes en otra plaza: en Times Square, Nueva York.
«¿Que ha salido en Nueva York?», preguntaba a su equipo en el directo. “¿Y quién lo ha hecho, quién lo ha puesto?”. Cada vez más enfadada dice “Abro mi móvil y veo que el reveal que vamos a hacer aquí hoy ya se ha hecho”. Rosalía se enciende un cigarrillo, pero el enfado pasa pronto. Termina de prepararse, conduce ella misma el coche que la llevara hasta Callao, con las pantallas de la Gran Vía y la plaza mostrando la misma cuenta atrás. Por el camino, se cae el streaming. Ese mismo día también se habían caído durante horas los servicios de Amazon, y con ellos buena parte de Internet, incluso los datáfonos de varios bancos. Sería lunes.
De vuelta en directo, ahora en Instagram, Rosalía sigue al volante con varios pasajeros, incluyendo a su hermana y su maquillador, en un viaje en el que firma autógrafos, habla con los sorprendidos conductores en los semáforos, se deja hacer selfis con sus fans, mientras se va emocionando: “¡Se viene!”, gritaba al entrar en la Gran Vía. En Callao, la gente cada vez más expectante. Hasta que, poco antes de llegar a la plaza, la muchedumbre hace que se baje del coche y recorra, corriendo y sonriente, cuesta arriba, seguida de sus fans, los metros que la separan del hotel donde contemplará la celebración. Desde allí lanzará besos al público, pero el directo se ha detenido, para no volver. Y es la gente la que corea y retransmite en sus propias redes la cuenta atrás final, los últimos 10 segundos para ver la portada del disco, el nombre, la fecha… Y confirmar que, efectivamente, la filtración de Nueva York de la que se quejaba Rosalía no era un truco más de marketing. Era un error humano en lo que tenía que haber sido una noche mística.
Al final, mientras la cuenta atrás se viralizaba en las redes, Rosalía abandonó el hotel sonriente y saludando, escoltada por seguridad y policía, mientras su imagen permanecía grabada en la plaza.
