Habla un aceptable castellano, herencia del tiempo de Erasmus que pasó en Barcelona, y se entusiasma al hablar del edificio inaugurado ayer. El arquitecto danés … Bjarke Ingels es fundador y líder del estudio Big, con base en Copenhague pero sedes también en Nueva York, Barcelona o China, entre otros lugares, y autor del nuevo edificio del GOe en Donostia. Dice que es consciente de la polémica ciudadana suscitada por el proyecto pero asegura con contundencia que el resultado será «un edificio-parque público verde y más disfrutable por los ciudadanos que lo que había antes». Pide unos meses, para que crezca la vegetación que envuelve el edificio, antes de juzgar el resultado final: «Los ciudadanos van a ver cómo el parque va creciendo», asegura.

– ¿Cómo vive un arquitecto la inauguración de ‘su’ edificio?

– Bueno, un arquitecto y todo su estudio, porque nuestra oficina en Barcelona se ha implicado a fondo. El proyecto nace desde el principio marcado por el escenario: el paisaje, el monte y el mar que rodean el solar, el aire industrial vasco que remite a los aceros de Chillida, el marco de una ciudad pequeña… Todo surgió de una manera muy natural, con esa idea de ‘ola verde’ que nace del mar que está aquí al lado y entra en el barrio de Gros con su vegetación. El proyecto creo que gustó en general desde el principio. El problema era levantar un edificio en una zona donde antes no había nada, y eso siempre suscita dudas, sobre todo cuando empezaron las obras. Hoy es un día de celebración porque se inaugura el edificio, pero hay que esperar a que la vegetación verde lo cubra, en unos meses.

– Insiste mucho en la ‘filosofía ecológica’, pero ha habido en la ciudad críticas por la pérdida de un espacio verde.

– Nuestro compromiso era hacer un edificio que fuera parque: visto desde arriba, de hecho, es solo parque. Hemos hecho un edificio que es para las personas. Va a aprovecharse más que lo que había antes porque lo que pasa dentro del GOe va a irradiar energía al exterior. Nuestros vecinos, como el instituto de enseñanza, van a sentir también en positivo la energía de un GOe en marcha. Este edificio va a animar el barrio y tiene escala humana. El resultado final será mejor de lo que había, con nuestra plaza superior transitable y una vez que se planten los árboles previstos en el entorno.

El proyecto

«Hemos hecho un edificio extraordinario con elementos ordinarios, como un gran plato con ingredientes básicos»

– Se ha imbuido del espíritu ‘vasco’ hasta el punto de que se ha inspirado en la txuleta para colorear algunos de los laboratorios.

– Para las fachadas y usos comunes utilizamos acero, un acero corten que con el tiempo irá alcanzando una tonalidad rojiza, y también madera, pero los laboratorios necesitan un recubrimiento con un material más cuidado. Debíamos darle un color y nos pareció divertido un rojo basado en los matices de la carne. En cada planta tiene el rojo de los diferentes tonos de la preparación de una txuleta: poco hecha, medium o muy hecha. Es un arcoíris de la carne y un guiño a la cultura gastronómica local.

– Aquí sigue llamando la atención que se haya terminado el edificio en plazo y en presupuesto. ¿Ocurre siempre con los proyectos que realiza su estudio por todo el mundo?

– No, no nos ocurre siempre. También es verdad que en otros encargos hay más presupuesto, y en lugares como el aeropuerto que proyectamos en Zúrich, ¡el plazo de ejecución es de quince años! Aquí todo ha sido rápido, apenas tres años desde que firmamos el contrato, y el esfuerzo del equipo ha sido increíble.

– Hablemos de la forma del edificio.

– El edificio es como un oxímoron. Por fuera es curvo, con la idea de olas que van creciendo, pero dentro no se ve una sola curva, todo es recto. Hemos hecho algo extraordinario con elementos ordinarios, como si cocinaras un gran plato de cocina con elementos sencillos. Es la magia de la cocina, la poesía de lo práctico. La dificultad en plazos y presupuesto es lo que en parte nos ha forzado para lograr un resultado especial.

– Está terminado, pero quedan remates.

– Sí, falta un pequeño remate en la conexión con la parte más alejada del mar. El color de la fachada que se verá desde Gros también irá adquiriendo un tono más rojizo, además de ser cubierto por la vegetación. La fachada que da hacia Ulia ya tiene ese tono porque se colocó antes.

Guiño local

«Los laboratorios están recubiertos de diferentes tonos de rojo inspirados en los puntos de preparación de una txuleta»

– Se ha hablado mucho del exterior, pero es fundamental el interior y su aprovechamiento.

– Hemos dado respuesta de manera precisa a las necesidades de un proyecto que apuesta por la investigación y el trabajo en equipo, pero que también disfrutarán los ciudadanos en espacios abiertos como la cafetería o el restaurante de la última planta.

– No es el primer edificio que realiza su estudio vinculado con la gastronomía. Es bien conocido su trabajo para el Noma de René Redzepi en Copenhague.

– El secreto de cada proyecto radica en la autenticidad, en conectar con cada entorno para lograr una experiencia única. En gastronomía el lujo no se basa en usar mucho caviar, sino en ofrecer algo distinto, y lo mismo intentamos en nuestros proyectos. Ahora tenemos en marcha otros relacionados con la gastronomía en Japón o Baja California.

«¿Sagüés? Si nos lo pidieran, firmamos»

Viéndole ayer posar para las cámaras podría parecer un director con película en Zabaltegi, pero es uno de los arquitectos más reclamados. Bjarke Ingels (Copenhague, 51 años) fundó el estudio de arquitectura BIG Bjarke Ingels Group en 2006 y mantiene oficinas por todo el mundo. Autor del nuevo restaurante Noma en su ciudad natal, Bjarke y su estudio ganaron en mayo de 2022 el concurso internacional de proyectos para el GOe y lo han levantado en tiempo récord. Ayer recorría el edificio con colaboradores como João Albuquerque. ¿Qué le parecería el encargo de rematar el solar cercano de Sagüés?, le preguntamos. «Si nos lo pidieran, firmamos: estaríamos felices de seguir trabajando aquí».