El Faraón de Camas se despidió del toreo como siempre vivió: a su manera, sin avisos previos ni discursos ensayados. Fue una tarde templada de otoño, el 22 de octubre del año 2000, en la plaza de toros de La Algaba, donde el tiempo parecía … haberse detenido entre el polvo y la nostalgia. Nadie podía imaginar que aquel festival benéfico, organizado a favor de Andex, sería el telón definitivo para la más larga y enigmática de las trayectorias toreras que ha dado Sevilla.

Detrás de aquella cita solidaria se escondía, sin embargo, una historia de desencuentros y silencios. La negativa de los nuevos gestores de la empresa Pagés –Eduardo Canorea y Ramón Valencia– a ceder la Maestranza para el festival provocó un malestar que, de una u otra forma, terminó precipitando los acontecimientos. Era el reflejo de un cambio de era: los aires nuevos que llegaban al coso del Baratillo ya no soplaban al compás de Curro Romero.

El camero, que tantas veces había toreado con el alma, empezaba a sentir que el calendario -ese juez implacable- le pedía cuentas. A su espalda quedaban más de cuatro décadas de toreo grande, de tardes inolvidables y de silencios que también eran arte. Había sido un elegido y sabía que el tiempo de los elegidos es breve, aunque el suyo se prolongó más allá de lo imaginable.

Desencuentros con la empresa

Antes de aquella temporada del adiós, la muerte de Diodoro Canorea Arquero marcó un punto de inflexión. El veterano empresario, yerno de Eduardo Pagés, había sido durante décadas el sostén invisible de la relación entre la Maestranza y su torero más carismático. Canorea organizó su primera Feria de Abril en 1959, precisamente la misma que vio a Curro Romero debutar como matador tras su alternativa en Fallas. Desde entonces, ambos caminaron de la mano, unidos por la lealtad y el respeto. «Cuando uno se retire, lo hará el otro», solían decir. Y así fue.

Con la llegada de una nueva generación al timón de la empresa, los equilibrios cambiaron. No lo sabía entonces, pero su última corrida en la Maestranza sería el 2 de mayo donde se acarteló con Curro Vázquez y Finito de Córdoba para lidiar toros de Juan Pedro Domecq. Eran 4 tardes las contratadas ese año en el abono. En la Feria de San Miguel de 2000, el cartel estelar del 23 de septiembre -Curro Romero, Morante de la Puebla y José María Manzanares- se vino abajo tras diversas desavenencias y una serie de problemas con el ganado lo que provocó que Curro y Morante presentasen parte facultativo, -Manzanares ya se había caído antes del cartel-. Los tres espadas son sustituidos con desigual fortuna por Pepe Luis Vázquez, Fernando Cepeda y Juan Bautista en medio de un escándalo más que considerable.

Para resarcirse, Romero y Morante propusieron ofrecer un festival en beneficio de Andex, un gesto de cariño hacia la afición. Pero la negativa de los nuevos empresarios a prestar la plaza de la Maestranza forzó el traslado a La Algaba. «Lo ocurrido en la Feria de San Miguel no tenía nada que ver con el festival benéfico, pero la empresa no lo entendió», rememora Luis Manuel Halcón de la Lastra, marido de María Luisa Guardiola –presidenta de Andex-, quien fuera teniente hermano mayor de la Real Maestranza de Caballería entre 1985 y 1993.

El conde de Peñaflor recuerda que Diodoro Canorea era «un señor muy agradable y no habría tomado esa decisión». Según él, Eduardo Canorea era diferente a su padre: «El hijo tenía otra mentalidad». Halcón sólo tiene palabra de elogios hacia Curro y su predisposición con la Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Andalucía: «Curro con Andex se portó como nadie lo había hecho».

María Guerra

Luis Manuel Halcón de la Lastra: «Andex ha conseguido algo único en España, colaborar directamente con la sanidad pública»

«Este año se celebró un festival en Aracena que fue un gran éxito, a pesar del calor tremendo. Se obtuvo un beneficio de 11.000 euros. Todos los participantes tuvieron que darse de alta en la Seguridad Social, lo que supuso un gasto adicional, pero aun así fue muy positivo. Andex sigue teniendo un gran respaldo, porque todo el mundo se vuelca cuando se trata de los niños con cáncer. Ahora están pendientes de inaugurar la nueva ‘planta cero’ en el Hospital Virgen del Rocío, destinada a jóvenes con cáncer de entre diez y dieciséis años. Andex ha conseguido algo único en España: colaborar directamente con la sanidad pública y crear espacios dedicados exclusivamente a estos pacientes.»

El horizonte que se abría ante Curro Romero bajo la nueva dirección de la empresa Pagés no podía ser más desalentador. La incertidumbre de sus contrataciones en la Feria de Abril de 2001, puede que sea otras de las razones por la que el maestro camero decidió poner fin a su carrera. No estaba dispuesto a renunciar a los privilegios ni al respeto que, durante décadas, le había conferido la Maestranza. «No me voy a arrastrar como una caja de pescao», sentenció con la rotundidad que le caracterizaba en una rueda de prensa que aún se recuerda. Allí, acompañado por Morante de la Puebla, relató con sinceridad los entresijos de aquel famoso festival que, en parte, se había organizado para aliviar a la sufrida afición sevillana tras la ‘espantá’ de septiembre, y por supuesto por Andex.

Curro Romero, María Luisa Guardiola y Morante de la Puebla en la presentación del Festival de ANdex

Curro Romero, María Luisa Guardiola y Morante de la Puebla en la presentación del Festival de ANdex

Raúl Doblado

«Recuerdo a Carmen Tello y a la presidenta de Andex venir a verme para pedirme la plaza», comenta José María Torres Zapico¸ alcalde por aquellos tiempos de La Algaba. El declarado currista, primer alcalde de la democracia del municipio, se volcó con el festival: «Me encargué personalmente de toda la documentación». Zapico rememora emocionado lo vivido hace ahora 25 años, y siente como un regalo de la vida aquella tarde en la que le tocó presidir el festejo –sin saber– que sería el último paseíllo del maestro Curro Romero.