A Inés Sáinz la conocemos por haber sido proclamada Miss España en 1997, pero no solo por eso: modelo, empresaria, presentadora, consultora de comunicación, asesora de imagen… Es, además y por si fuera poco, escritora. Su último libro, ‘Seducir con tus sentidos’ … , un original ensayo en el que, a través de su experiencia, nos propone una nueva manera de entender y desarrollar la comunicación. Hablamos con ella de pecados…
—Le perdono un pecado.
—Pues yo te diría que la pereza es mi pecado capital. El resto los sorteo como puedo, pero la pereza es algo irresistible.
—¿Pero lo suyo es pecar con placer culpable o más bien sin remordimiento alguno?
—En este caso, es puro agotamiento físico.
—¿Cuál de los siete pecados capitales le parece imperdonable?
—La envidia. Creo que la envidia es uno de los pecados que provoca mayores males en el mundo. Y creo, además, que es un pecado muy español, uno de los que más sufrimos en este país.
—¿Sería el pecado nacional?
—Totalmente. Creo que es un pecado endémico, parece que lo llevemos en la sangre. Somos un país de envidiosos. No celebramos el éxito de otros, lo envidiamos.
—¿Y cuál es el que perdona más fácilmente? ¿La pereza, aunque sea solo por corporativismo?
—O la gula. Para una vasca, la gula es entendible. Nos encanta comer bien.
—No debería ser ni pecado, entonces.
—Pues yo creo que no. Igual se ha quedado un poco antiguo y deberíamos reformular la lista. Actualizarla y adaptarla a nuestro tiempo. Seguro que hay pecados nuevos que deberíamos contemplar.
—¿Está pensando en alguno?
—El egoísmo, quizá. Yo sacaría la gula y metería el egoísmo. Así la adaptamos al siglo XXI, que está ya un poco obsoleta.
—¿Cree que el egoísmo es un pecado de nuestro tiempo?
—Eso creo, sí. Lo veo muy actual y demasiado generalizado. Tú puedes ser alguien generoso, pero la sociedad hoy te empuja a ser egoísta, casi por protección.
—Inés, no tiene usted pelos en la lengua y se pronuncia en redes sobre la actualidad sin ningún tapujo y sin dejarse llevar por modas o tendencias. Quiero aprovecharme de eso y le propongo un juego: yo le digo uno de los pecados y usted me dice la primera persona que se le viene a la cabeza. ¿Se atreve?
—Venga, vale. A ver qué sale. Pero ya te aviso que seguro se me escapa algún político.
—Corramos ese riesgo: la gula.
—Pues cualquier dirigente sindicalista.
—La pereza.
—También. Y es que además también me provocan pereza a mí, ellos y en general todos los que se dedican a vivir de nuestro dinero.
—La lujuria.
—Ábalos, sin ninguna duda.
—La envidia.
—Irene Montero. Porque las mujeres poderosas son lo que ella nunca será, ya sabemos todos por qué está donde está. Así que las mujeres independientes, libres y poderosas, que son todo lo que ella no es, le provocan una gran envidia.
—La soberbia.
—Pedro Sánchez. Yo creo que cuando alguien no es capaz de reconocer sus propios errores y pedir perdón, y en medio de una tragedia se dicen frases como «tranquilos, yo estoy bien» o «son las cinco y no he comido», pues está claro cuál es su pecado.
—La avaricia.
—Quizá Rufián. Que no sé cuántos años lleva diciendo que se va pero se queda, se ve que le gusta mucho el sueldo que le pagamos todos, catalanes y no catalanes.
—La ira.
—Óscar Puente, que está siempre a la defensiva, como si se levantara todos los días de mal humor.
Pues sí, tenía razón: algún político se le ha escapado.