A las siete de la tarde de este miércoles, Bisila Bokoko presentará en la sede de la Confederación de Empresarios de Valencia, su último libro, ‘ … El miedo y yo: una historia de transformación inesperada’. Vuelve a la ciudad en la que creció, en la que fue feliz en una familia de inmigrantes llegados de Guinea Ecuatorial, pero también donde sufrió bullying por ser la única persona de color, que destacaba en una época, la adolescencia, donde nadie quiere hacerlo. En este libro, la empresaria, filántropa y conferenciante internacional Bisila Bokoko ha rebuscado en su interior para hablar de sus más íntimos miedos. Está feliz de regresar a casa, «a la terreta», donde además, la asociación de mujeres empresarias EVAP le dará este jueves un premio a una carrera profesional llena de éxitos y donde se ha marcado como objetivo mejorar el mundo.
¿Cuáles son las razones que te han llevado a escribir ‘El miedo y yo: una historia de transformación inesperada’?
La razon de este libro es cuando tienes una posición de liderazgo mucha gente piensa que no somos vulnerables y que no tenemos miedo. Damos la impresión de tenemos todas las respuestas cuando en realidad no es así. Es una invitación a dar permiso a todas las personas a que realmente dentro de la vulnerabilidad hay mucho poder. El miedo tiene una fama muy mala y tratamos de huir constantemente de sentirlo, y sin embargo pienso que es un compañero de viaje con el que vamos a tener que pasar casi toda nuestra vida, porque tiene muchas manifestaciones, y aparece como el síndrome del impostor, o el miedo al rechazo, el fomo… Creo que es un gran protagonista de nuestra vida y le han dado el papel de malo, pero yo quiero darle un papel distinto, de maestro.
¿Cuál ha sido el proceso que ha seguido este libro, desde que comenzaste hasta ahora que estás viajando con él en la mano?
El proceso ha sido muy bonito. Cuando saqué mi primer libro había sido empujada por mi profesora del cole, que fue quien me animó a escribir y me puso el reto de escribir una novela. En principio lo empecé a plantear como una novela, pero me bloqueé en el proceso porque una novela necesita mucho más tiempo. Y le pregunté a mis lectores cuáles eran los temas que más les habían llamado la atención en aquel primer libro, y el miedo era uno de los más recurrente. Y también pensé en el miedo que a mí me entró haciendo la novela. Yo no soy novelista, no he estudiado Literatura, quién soy yo para escribir esta novela… Y pensé que si el miedo había venido a visitarme, ¿por qué no le doy este rol? Me di cuenta de que era una conversación entre mi miedo y yo, cuando transformas el miedo, en vez de que te bloquee, te permita ir hacia tu mejor versión. Es como una alquimia. En mi caso yo tenía el miedo a emprender, por ser hija de inmigrantes y sentir que no tenía seguridad económica, o el miedo a hablar en público, que lo tengo desde temprana edad. Cuando los traspasé los dos me convertí en empresaria y conferenciante internacional. El miedo ha sido para mí una apertura a algo más grande.
¿Cuáles son los miedos que te quedan?
Hay dos miedos fundamentales que todavía siento, uno es el miedo a la crítica, al juicio, porque todos queremos que nos quieran, y el otro es el miedo al fracaso, con su otra cara, que es el miedo al éxito. Es salir de tu zona de confort, de hacerte visible. Es el complejo de Jonás, en el que intentamos boicotearnos para no destacar demasiado. Esos miedos todavía estoy lidiando con ellos. Tamvbién el miedo al rechazo, porque desde temprana edad sufrí bullying, y esa vocecita sigue ahí, susurrándome al oído.
¿Crees que los miedos infantiles siguen formando parte de nuestro ser de adultos?
Creo que sí, que quedan asociados en nuestro subconsciente, y muchas veces nuestras acciones pueden ser a veces desmesuradas por eso mismo. Por ejemplo, no me comprometo con otras personas porque tengo miedo de que me hagan daño, y vienen muchas veces de miedos infantiles, que empiezan en casa, en el entorno escolar, y que todos tenemos que hacer un camino de autoconocimiento, porque si no los identificas cada vez se hacen más grandes. De hecho, a veces la arrogancia es una manifestación del miedo, a no ser suficiente, y aparece de otra manera. Por eso es muy importante sentarte con tu miedo, entenderlo y desde ahí trascenderlo porque si no lo conoces y no te haces amiga de tu miedo es difícil.
Has hablado del complejo de Jonás, ¿qué es exactamente?
Es el miedo al éxito. Las raíces biblicas están en Jonás, y significa que nosotros nos autoboicoteamos a nosotros mismos cuando estás a punto de alcanzar el éxito haces cualquier cosa para no estar fuera de tu clan, no sobresalir, y quedarte más pequeñito porque tienes miedo de que los demás te critiquen. Es el miedo a nuestra propia grandeza.
¿Ese miedo lo has superado?
Sigo trabajandolo, porque no sabes el miedo que me da cada vez que voy a subir a un escenario… Y de hecho los miedos se sienten en el cuerpo. Este martes pasado que presentaba en Madrid, cuando salí y vi que había más de doscientas personas en La Casa del Libro, en lugar de mariposas en el estómago parecía que tenía pirañas. Es cierto además que he aprendido a celebrar el éxito, porque antes tenía una relación muy disfuncional, querían darme un premio y lo quería rechazar, y detrás está el hecho de que no valoras tu propio trabajo y tu propia trayectoria. Así que ahora voy superándolo, diciéndome a mí misma que me lo he ganado, que es muy importante celebrar y no caer en la falsa modestia, que las mujeres caemos muchas veces en eso.
Hay dos que se repiten en las mujeres. Uno es el merecimiento, que algo has comentado, y el otro es el síndrome del impostor.
Muchas personas sienten que cuando llegas a los 40 o los 50 ya no hay más. En el libro también hablo de nuestra relación con el paso del tiempo, que cambia mucho dependiendo de la sociedad en la que vivimos. No es lo mismo el paso del tiempo en Occidente que en África o Estados Unidos. Eso se llama cronofobia, y en realidad es que no hay ninguna edad perfecta para nada. He visto ejemplos de personas que a sus 70 han hecho cosas increíbles, y creo que debemos dejar de sujetar el éxito a la juventud. Estamos en una sociedad en que ser joven es lo máximo, y yo que vengo familiarmente de una sociedad donde las personas mayores se valoran muchísimo, tenemos que entender que la vejez te da sabiduría. En realidad, todos los momentos son perfectos.
¿Qué alegrías te ha dado ya este libro?
Estoy feliz, por ejemplo mi tío que había estado muy enfermo, apareció en Madrid. En Valladolid, a través de mi gran amigo Enrique Espinel, habían organizado una presentación en un convento al que acudieron más de 300 personas. En León hemos tenido todos los empresarios de la ciudad… También ha sido muy bonito ver cómo las personas, al escucharme a mí, han sentido que podían ser vulnerables; he hablado con lectores de todas las edades que también se han abierto, otros han soltado lágrimas… Y luego la cantidad de abrazos que he recibido… ¡Parecía mi boda! En Valencia voy a tener a mis padres, también he tenido a mis hermanos, y está siendo muy bonito porque en cada ciudad me voy encontrando a personas a las que quiero, algunos testigos de esos miedos.
Me decías en la entrevista que te hice hace tres años que estabas intentando conseguir que los CEOs de las grandes empresas se convirtieran en mejores personas, ¿has dado pasos en esa dirección?
Pienso que el liderazgo está cambiando, creo que los CEOs de las empresas tenemos que humanizarnos más, y creo que eso es importante. Hace tres años las personas pensaban que hablaba en un lenguaje extraterrestre cuando me refería a humanismo. Recuerdo que una persona me decía que nadie les hablaba del corazón, de las emociones, de espiritualidad… De hecho, estoy convencida de que los negocios también es un camino espiritual, y creo que se puede elevar la conciencia de los CEOs porque tenemos mucha responsabilidad frente a la sociedad. Todos sabemos que estamos en un momento en el que la política nos está decepcionando, y la sociedad civil tenemos que tomar las riendas, en nuestra medida. De hecho, es que nuestro liderazgo empieza en casa, porque una ama de casa es ya una líder en su casa. Creo que el liderazgo es un estado del ser y creo que tenemos que liderar desde ahí, desde el corazón y siendo más humanos.
Quizás sería un reto a conseguir, humanizar también al sector político…
Eso sería maravilloso. Un reto que de momento no me lo he propuesto, pero nunca se sabe… (ríe). En el mundo empresarial, que es el que conozco bien y queda mucho por hacer, el bienestar de los trabajadores está por encima de todo y ahora me voy a Cartagena de Indias (Colombia) a un congreso de ‘burn out’ porque hay muchas personas que sienten que no se les cuida su bienestar. Hay una asociación internacional ‘Vacation is a human right’ (Las vacaciones es un derecho humano), que trabaja en ese sentido, en conseguir concienciar a las empresas para que cuiden a las personas.
Si tuvieras que definirte, empresaria, filántropa, conferenciante… ¿qué eres?
Yo me considero un híbrido cultural y una persona que quiere dejar el mundo mejor de lo que lo ha encontrado, creo que ese es mi propósito de vida y sobre todo lo que me gustaría pensar que estoy en el negocio de hacer el bien.
¿Has encontrado tu propósito entonces? ¿Es importante saber cuál es?
Yo creo que el propósito te encuentra a ti. Hay mucha gente que se vuelven locos buscando ese fin… Yo por ejemplo estudié Derecho porque mi padre era abogado, pero en realidad yo quería ser actriz. He hecho muchas cosas en mi vida porque no me quedó otra. Al final lo importante es que te apasione lo que haces, y yo creo mucho en lo que crees creas. Y crear la vida que tú quieres, y para eso es necesario conocerse uno mismo. Y en muchas ocasiones la vida nos lleva, pero hay que coger el timón del barco y llevarlo tú.
¿En qué más estás y cuáles son los proyectos en mente?
Acabamos de crear el Club de la Hispanidad Futura, junto a Marlén Estevez y con Giuseppe Tringali, que pensamos que tenemos que definir qué es la nueva hispanidad a nivel global. Pensamos que no tenemos voz en las grandes organizaciones, como Naciones Unidas, y que tenemos que tener en cuenta a las nuevas generaciones. Estamos preparando un congreso, que se celebrará en noviembre en Madrid, donde hemos invitado a 21 jóvenes muy prometedores de 21 países que hablan español incluido Guinea Ecuatorial y los vamos a juntar con los grandes CEOs para hablar de los temás que nos ocupan, como la tecnología, la energía, la gobernanza. Siempre se ha hablado de la hispanidad hacia el pasado, y nosotros queremos hablar de la hispanidad hacia el futuro. Y definir qué es esa hispaniadd. Además, sigo haciendo bibliotecas en África y haciendo viajes de crecimiento personal. Tengo diferentes cursos, por ejemplo cómo contar historias, y aplicar la inteligencia narrativa al mundo de la empresa. También la inteligencia cultural centrada en la IA con Nuria Lloret. Tenemos un proyecto juntas. 2026 viene cargado de nuevos proyectos.
¿Sigues viviendo en Nueva York?
Llevo viviendo 25 años en Nueva York pero paso mucho tiempo en el aire, también he estado en España, Latinoamérica, hemos entrado en Dubai con un evento que se llama Mujeres al mando, donde trabajamos para evitar la violencia económica.
¿Cómo lo haces para hacer tantas cosas a la vez?
Hay dos cosas que nos tenemos que quitar del vocabulario: una es no tengo tiempo y la otra no tengo dinero. Son mantras que no hay que usar. Y al final llego a todo. Porque también tengo hijos, marido, y un equipo, que sin él no sería posible, que es esencial. Eso sí, hay que organizarse.
