El milagro fue en el Monasterio de la Rábida. Dos ganaderos de reses bravas, don Fernando Cuadri y don Tomás Prieto de la Cal, consiguieron algo inédito en estos tiempos. Sus discursos mantuvieron entusiasmados, durante más de dos horas, a todos los participantes en un Foro sobre Valores Liberales. Algunos asistentes quedaron conmovidos con sus relatos y explicaciones. La sorpresa fue mayor entre aquellos que, durante toda su vida, han sido indiferentes a la tauromaquia. Fue el caso de dos extraordinarios profesores eméritos de Filosofía del Derecho. La fascinación por el toro de lidia creada por estos dos ganaderos se sentía por toda la sala. El toreo no es nada sin el toro. La justificación de esta obviedad sigue siendo el estro principal de todos los protagonistas de la tauromaquia. El toro, sí, es el centro del toreo; hasta el bueno de Morante, el maestro de maestros del «arte de birlibirloque», lo pregona: más importante, infinitamente más relevante que ser morantista, es amar al toro de lidia.
El Ser del toro. Su afirmación es lo decisivo. El amor al toro de lidia, y nadie lo ama más que su creador, el ganadero, fue el asunto de fondo de las intervenciones de estos extraordinarios ganaderos de reses bravas. Amor, sí, dramático, o sea Amor de verdad, es lo que allí se respiró. La forma de expresar ese amor por el toro de lidia de Fernando Cuadri y Tomás Prieto de la Cal debería ser norma, canon, no sólo para seleccionar el toro de lidia sino también orientarse estética y éticamente por el mundo. Ojalá el arte de seleccionar toros de lidia que no tiene modelo, o norma, pudiera llegar a convertirse en canon para andar por la vida. La selección del toro de lidia, en efecto, es la más complicada que puede existir, porque es el único animal con libro genealógico, pedigrí, sin un «modelo» o estándar que seguir. El propio ganadero debe crear su propio modelo.
Del autor
El ganadero debe seleccionar y crear un tipo de toro que tenga interés para el aficionado antes que para el torero. He ahí el objetivo principal de estos ganaderos. Son dos verdaderos rebeldes contra el «toreo» reducido a mera «comicidad». Se rebelan contra esos toreros que buscan algo parecido a la «nobleza», la «toreabilidad» y términos similares para ocultar lo principal, a saber, la casta. Estos ganaderos buscan, por encima de todo, la casta que no es otra cosa que el afán de lucha y de acometividad hasta el final de su existencia. ¡La bravura, ay, cómo medirla o pesarla! Imposible. La selección del toro de lidia va en contra de la naturaleza. Se trata ni más ni menos de convertir a un animal herbívoro siempre a la defensiva en atacante. La raza bovina «ataca» a la defensiva, pero nunca para ganar la pelea, para matar. Sin embargo, el toro de lidia, el seleccionado, es el único animal que mata para no comer. El grandioso ganadero de reses bravas ha logrado vencer a la naturaleza. A base de selección, el animal, el toro, ha pasado de ser atacado, si se permite decir así, a atacante.
¿Cómo no sentirse fascinado por el amor de estos hombres al toro bravo? Aman lo que crean con sumo mimo y cuidado. Buscan la casta más encastada de toda la cabaña brava española. Aman, sí, al vacuno más privilegiado que el hombre dona con su trabajo y creatividad a la «naturaleza». La selección y cría del toro bravo es digna no sólo de ser estudiada sino mimetizada para una sociedad adocenada por la barbarie de lo «exageradamente» urbano. La vida y la muerte de este animal mítico, el toro bravo, producto de la inteligencia del ganadero de reses bravas no tiene comparación con la de cualquier otro animal. Viven cuatro o cinco años, rodeado de su «familia», en campo abierto y con una alimentación extraordinaria, y muere con casta sin «apenas» sufrimiento, o mejor dicho, con infinitos menos sufrimientos que cualquier otro animal sacrificado a los pocos meses de vida en un matadero… Y, además, es el único animal que puede ser indultado… Se gana la vida. La muerte del toro en la plaza es capital para el ganadero. Seguir acometiendo hasta el final es el objetivo. ¡Cuánto les queda aún por aprender a los mansos españoles de la bravura de los toros de Cuadri y Prieto de la Cal!