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Lo que comenzó como una notificación aislada el pasado 3 de octubre en una granja de recría de Castelló d’Empúries, en Cataluña, ha terminado por transformarse en un problema sanitario de gran calado para el sector agroganadero catalán. En menos de tres semanas, la dermatosis nodular contagiosa ha obligado al sacrificio de al menos 2.500 animales y ha paralizado el movimiento de cerca de 152.000 reses en toda la provincia de Girona. Según denuncia el sindicato Unió de Pagesos, la Generalitat no supo anticiparse a la amenaza, a pesar de que los focos en Francia ya daban pistas del peligro inminente.
Las críticas no han tardado en aflorar. “Falta de previsión” y “gestión sobrepasada” son los términos con los que el sindicato califica la actuación del Departament d’Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural. Mientras tanto, el ritmo de vacunación avanza más lento de lo esperado.
A día de ayer, miércoles, aún no se había alcanzado el 75% de cobertura vacunal en el Alt Empordà, foco principal del brote. El Ejecutivo catalán, por su parte, asegura que está actuando “conforme llegan las vacunas”, las cuales son distribuidas por el Ministerio.
Qué es la dermatosis nodular y cómo afecta al ganado
La dermatosis nodular contagiosa (DNC) es una enfermedad vírica de propagación rápida, causada por un virus del género Capripoxvirus, perteneciente a la familia Poxviridae. Se transmite principalmente por vectores hematófagos (mosquitos, moscas y garrapatas), que actúan como vehículos involuntarios al picar a animales sanos después de haber estado en contacto con individuos infectados. El contacto directo entre animales también puede propagar el virus, aunque esta vía es menos común.

Las consecuencias en los animales son tan visibles como dolorosas: fiebre persistente, aparición de nódulos de entre 0,5 y 5 cm en la piel y las mucosas, inflamación de ganglios linfáticos, edemas, y en casos avanzados, necrosis de los tejidos que puede dejar úlceras expuestas.
La enfermedad reduce drásticamente la producción de leche, compromete la fertilidad del ganado y, en casos extremos, puede causar la muerte. La tasa de morbilidad oscila entre el 10% y el 20%, con una mortalidad que, aunque baja, no deja de ser preocupante: entre el 1% y el 5%, según la Organización Mundial de Sanidad Animal (WOAH).
Impacto económico
Aunque la dermatosis nodular no es una zoonosis (es decir, no se transmite al ser humano), su impacto es devastador en términos económicos y logísticos. La normativa europea obliga al “vaciado sanitario” de cualquier explotación en la que se detecte un solo caso positivo, lo que implica el sacrificio total del ganado presente, sin excepciones. Esto, además de representar una pérdida emocional para los ganaderos, supone un golpe financiero incalculable.
La enfermedad también deja huellas en la industria secundaria: el cuero de los animales infectados pierde su valor comercial, las exportaciones se ven restringidas y la incertidumbre pone en jaque la rentabilidad de explotaciones que viven al día. A esto se suma la complejidad de contener un virus que depende de factores naturales como la proliferación de insectos, muy influenciada por el clima y las condiciones ambientales.
Una llamada de atención sobre la fragilidad del sector primario
Más allá de los datos y los brotes, la dermatosis nodular contagiosa ha puesto en evidencia una verdad incómoda: la fragilidad de los sistemas de prevención sanitaria en el ámbito rural. La enfermedad ha servido como recordatorio de que los virus no conocen fronteras y de que, en un mundo interconectado, la vigilancia epidemiológica debe ser constante, preventiva y reactiva a la vez.
La esperanza se encuentra en la vacunación acelerada, en una coordinación más efectiva entre administraciones y, sobre todo, en el esfuerzo diario de los ganaderos, quienes continúan cuidando a sus animales con una tenacidad que pocas veces se reconoce, pero que alimenta a todo un país.