El Ministerio de Cultura, que ha impuesto durante los últimos dos años al Museo de América una serie de cambios de acuerdo a su agenda política, ha incluido este mes de octubre varias exposiciones externas en el programa de actividades, cuyo fin es consagrar el discurso descolonizador … en la institución. Es el mismo que el ministro Ernest Urtasun y su partido, Sumar, propugnan en torno al arte y la historia que compartimos con Hispanoamérica («nada que celebrar», etc.) y que se resume en aplicar un revisionismo culposo que tilda a los españoles de meros explotadores y genocidas durante los cuatro siglos de historia común.

Esta imposición ha causado un serio roce con el equipo científico del museo, según ha podido saber ABC, sobre todo por la calidad de una de las muestras, la titulada ‘Oro y hoja de coca‘, que fue inaugurada el pasado martes después de un tira y afloja que señala una vez más la falta de autonomía de los museos bajo el mandato de Urtasun. Desde el Ministerio de Cultura no quisieron expresar su opinión, ni confirmar qué gestión se ha hecho de este tema en el equipo del ministro de Sumar, pese a los repetidos intentos de este periódico.

La muestra, que será clausurada hoy y sólo ha estado tres días en las salas del museo, consta de 56 réplicas exactas de la Colección Quimbaya, elaboradas, según la información dada por la embajada colombiana, por el maestro Omar Hurtado, reconocido como ‘el orfebre viajero del tiempo’, por su habilidad para replicar el arte precolombino con técnicas antiguas como la cera perdida.

«Que hablen con la tienda del museo»

La conveniencia de exponer las réplicas en el mismo espacio museístico que guarda los originales ha sido la primera causa del roce, puesto que, al ser informados del contenido de la muestra, varios técnicos, respaldados por el director del Museo de América, Andrés Gutiérrez Usillos, pensaron tal y como recomienda la formación que un conservador de arte recibe en su carrera, que debían ponerse en un espacio distinto. De hecho entre los conservadores corrió rápidamente una solución: llevar la muestra de las réplicas de los Quimbaya al espacio contiguo a la tienda del museo. «Que hablen con la tienda», fue la frase que recorrió los pasillos del histórico edificio de ladrillo de la calle de los Reyes Católicos de Madrid.

En el Ministerio, según ha podido saber ABC, no se tomaron a broma el comentario y llamaron a capítulo a Gutiérrez Usillos. No han trascendido detalles de la conversación pero la exposición se llevó finalmente a cabo, en una sala del museo pero no en el espacio de las piezas originales de la colección Quimbaya. En el acto inaugural todo parecía calmado, y hubo diversas intervenciones, entre ellas las de Gutiérrez Usillos y el embajador colombiano, Eduardo Ávila Navarrete, que destacó que la muestra ha recorrido «nueve países europeos y más de 10.000 kilómetros» con un presupuesto que supera los 300.000 euros.

El embajador de Colombia, durante la inauguración del martes en el Museo de América

El embajador de Colombia, durante la inauguración del martes en el Museo de América

Tania Sieira

El discurso político estuvo a cargo de Catalina Ceballos Carriazo, directora de Asuntos Culturales de la Cancillería del país, quien afirmó que la muestra sirve para tratar el «saqueo colonial» y la «explotación de los pueblos originarios», eso sí, «desde una perspectiva humanista, esta exposición es un acto de justicia patrimonial y de soberanía cultural».

«Más que una exposición, es una plataforma de incidencia que convoca a tomadores de decisión, museos y comunidades académicas a reflexionar sobre la restitución, la repatriación, la lucha contra el tráfico ilícito»

Según cuenta la hoja informativa que la embajada de Colombia repartió como información a la prensa, ‘Oro y Hoja de Coca’ «es un dispositivo de diplomacia cultural que transforma un relato patrimonial en acciones concretas: visibiliza saberes, abre rutas de restitución y conversa, sobre el lugar del oro y la hoja de coca en nuestra región. En suma, es una apuesta por soberanía simbólica, justicia patrimonial en la escena internacional.»

También dice que ‘Oro y hoja de coca’, «más que una exposición, es una plataforma de incidencia que convoca a tomadores de decisión, museos y comunidades académicas a reflexionar sobre la restitución, la repatriación, la lucha contra el tráfico ilícito y la reclasificación internacional de la hoja de coca».

Deterioro de la autonomía del Museo de América

El apoyo del Ministerio a estas iniciativas, en oposición frontal al discurso museístico y a la opinión de varios integrantes de su equipo científico habla de un deterioro grave de la independencia del Museo de América, donde se están imponiendo este tipo de iniciativas con enorme presión desde la dirección general de Bellas Artes del Ministerio. Este proceso coincide con otras objeciones gubernamentales a la autonomía de instituciones culturales, como ocurrió con la RAE recientemente en el CILE de Arequipa.

El calendario de esta serie de intervenciones en el histórico museo en el que ya se han ‘decolonizado’ algunas cartelas, ha incluido cuatro proyectos más: ‘Archivo Von Humboldt. Madrid. Gesto Pacífico’ (16 de octubre), ‘Pensar bonito: diálogos para rehabilitar la tierra’ (23 de octubre), ‘Oro y hoja de coca’ (21-24 octubre) y ‘Memorias del vestuario para un futuro diverso’ (6 de noviembre). Cabe contrastar este empeño con la ausencia de reacción por parte del ministro de Cultura frente a los daños graves causados por el ataque de Futuro Vegetal al célebre cuadro de Colón en el Museo Naval.

Andrés Gutiérrez Usillos, director del Museo de América, en la inauguración del martes

Andrés Gutiérrez Usillos, director del Museo de América, en la inauguración del martes

Tania sieira

Urtasun se ha mostrado favorable a dialogar sobre la devolución en varias ocasiones desde su nombramiento como ministro de Cultura. Sumar siempre ha sido favorable a la devolución y presentó incluso iniciativas parlamentarias al respecto porque cree que sí se haría «justicia permitiendo reconectarse a las comunidades con su patrimonio».

Los organizadores comentaban que el sentido del tesoro Quimbaya es convertirse en un legado de generación en generación. Pero lo cierto es que las piezas estaban enterradas en tumbas del siglo III a. C., no podían forma parte de un legado

Precisamente, en la inauguración de la muestra, el pasado martes, se produjo en los corrillos una paradoja reseñable: los organizadores de la muestra comentaban este criterio, de que la hoja de coca servía a los pueblos originarios para conectar con sus dioses ancestrales y que el sentido del tesoro Quimbaya en ese contexto es que fue producido como legado de generación en generación. Pero lo cierto es que las piezas estaban enterradas en tumbas del siglo III a. C. al siglo IV d. C., muchas ojetos partidos, otros en contacto con las cenizas, y nunca como objetos de uso corriente que se heredasen.

«No fue un expolio». Lo que dice la historia

El tesoro Quimbaya está formado por un conjunto de 122 piezas de oro y cobre que Colombia regaló a la Regente de España en 1893 por su ayuda en un proceso arbitral de límites con Venezuela. Fue adquirido por el Estado colombiano en tiempos del presidente Holguín y entregado durante el mandato de su sucesor, previo acuerdo del Consejo de ministros en Bogotá y comunicación al Congreso de la República en julio de 1892.

La historia está bien documentada, no sólo por los técnicos del Museo de América, en una docena de informes durante los últimos años, sino sobre todo por la Academia Colombiana de la Historia, que realizó un informe completo en 2023 donde se rechazaba de manera concluyente la posibilidad de que Colombia pueda exigir la devolución como ha venido intentando desde los años setenta.

«No es un ejemplo de despojo», no es expolio, dijeron los académicos en el boletín 877 de la institución, y ante la invocación de recientes convenios de Unesco para la petición, añadieron: «Es un anacronismo histórico juzgar las decisiones y acciones de los hombres del siglo XIX con estos criterios recientes».

Es más, en aquel dictamen académico, se dice que «no se respalda la propuesta de copiar las piezas de la colección para su exhibición en un museo». Al tiempo se instaba a divulgarla mejor en los dos países y a emprender «nuevas prospecciones arqueológicas conjuntamente organizadas por el ICAHN, el Museo de América y el CSIC», gracias al cual se habían podido estudiar la antigüedad de las piezas por radiocarbono y otros estudios técnicos.

Por último los académicos constatan que ««no es posible hablar seriamente de ‘descendientes del pueblo quimbaya’, porque tal condición social no se ha probado». Es decir no hay una sola comunidad indígena que pueda considerarse descendiente de los quimbaya. Es todo un invento, una reclamación «alentada por sentimientos nacionalistas, patrimonialistas y étnicos», según afirmaron contundentemente los académicos colombianos.