El 10 de abril de 1976, la tripulación del pesquero gallego Eduardo Pondal avistó un barco solitario volcado en las frías aguas del Atlántico, cerca de la costa sur de Irlanda. Al acercarse, descubrieron que se trataba del ‘Ocean Wave’, el pequeño velero con el que el artista conceptual Bas Jan Ader había intentado cruzar el océano y del que no se tenía noticias desde hacía seis meses. Su nombre, boca abajo y semisumergido, era el primer epitafio de un misterio que aún perdura hasta hoy.
Según el testimonio del patrón Manuel Castiñeira Alfeirán ante la Comandancia Militar de La Coruña, el interior del barco era un inventario del naufragio: un sextante, ropa empapada, latas de comida vacías y “un estuche que contenía un objeto que parecía una pequeña cocina de butano”. En la parte de la cabina había un pequeño agujero que podría indicar una explosión, aunque no se pudo corroborar. Lo que no hubo fue rastro de Ader o de la cámara que lo acompañaba para documentar el viaje. Poco después, para aumentar el misterio y la leyenda, el propio velero desapareció del muelle de La Coruña donde lo habían depositado.