Tenemos esta semana unos estrenos que son mejores que la seguridad del Louvre y, a no ser que tengáis el mismo problema que Sarkozy para … ir al cine, os aconsejo que vayáis a verlos.
Si hay una película adecuada para la semana de Halloween es una nueva versión de ‘Frankenstein’ (eso o la pelea de Andy y Lucas), aquel Prometeo hecho a retazos de cuerpos muertos que nació de la imaginación de Mary Shelley. Por cierto, surgido en una competición, en medio de una terrible tormenta, en la que uno de los contendientes era nada menos que Lord Byron (imprescindible ver la maravillosa ‘Remando al viento’ del año 1988, que cuenta esas vacaciones legendarias).
Y si hay un director con un universo poblado de monstruos buenos, íncubos con apariencia de princesas, atmosferas de azufre y góticas realizaciones, es Guillermo del Toro (de los pocos autores cinematográficos que pueden poner su nombre delante del título como sello de calidad). Jacob Elordi y Oscar Isaac son los sufridos protagonistas a los que la culpa les arrastra al infierno, retratada en la que dicen que es la obra más perfecta del risueño mexicano, a pesar de que en ocasiones es más difícil de seguir que la sintaxis en las sesiones de control del Congreso.
Otra directora a tener en cuenta de la nueva hornada que está revolucionando el cine español es Alauda ‘Cinco lobitos’ Ruiz de Azúa, que son su fresca mirada, despojada de prejuicios, es capaz de firmar películas que llegan al corazón sin sensiblerías. Eso sucede, y de qué manera, en la ganadora de la Concha de Oro de San Sebastián ‘Los domingos’.
En ella una chica de diecisiete años decide tomar los hábitos ante la incomprensión de sus padres, sus amigos y todo un mundo que no entiende que se quiera bajar en marcha de él para hacerse monja de clausura. Una delicia alejada tanto de Radio María como de las diatribas anticlericales. Un cargamento tan delicado como la vocación, sea la que sea, es manejada con el mismo cuidado que la nitroglicerina. Como dicen en mi libro favorito, ‘Retorno a Brideshead’, la vocación cuando se tiene se puede odiar o amar, pero no se puede escapar de ella.
Jeremy Allen White pone su cara de reconcentrado para interpretar al cantante de ‘Born in the USA’ en ‘Springsteen: deliver me from nowhere’. Un largometraje que nos cuenta justo el momento de la eclosión del de New Jersey, cuando se debate entre lo que le pide la discográfica y lo que realmente quiere hacer. Vemos a Bruce cuando opositaba para the Boss componiendo su álbum ‘Nebraska’, un gran disco muy por encima del film. En él reconoceremos tantos lugares comunes, compartidos o copiados, de otras aventuras cinematográficas con músicos de protagonistas como las recientes ‘A complete unknow’, ‘Rocketman’ o ‘ Bohemian Rhapsody’. Supongo que todos los creadores pasan al final por lo mismo.
La primera de ‘Black Phone’, este viernes estrenan la segunda parte, era un plagio (los productores lo llamaron homenaje) mal disimulado de ‘Pesadilla en Elm Street’ (1984). Los terribles sueños de los jóvenes protagonistas se convierten en asesinatos sanguinarios reales y en un listado de sustos previsibles e inevitables. Miedo al uso para adolescentes, publico objetivo de estos artefactos, pero que en el fondo dan tan poco pavor, por esperables, como las broncas de Trump a España.
Terminamos con una facilona comedia negra nacional con el inevitable Arturo Valls titulada ‘Pequeños calvarios’. Son cuatro historias de personas que andan sufriendo en mayor o menor grado por algo, y un excéntrico relojero que se empeña en ayudarles. Se ha rodado con buena voluntad y los actores se entregan con entusiasmo digno de mejor causa, pero el resultado es deslavazado y, peor aún, sin gracia. Un pequeño calvario.
Que tengáis una semana de cine.