Lo prometió todo, en horas 24, y cuando vio que no era posible tiró del clásico ‘estaba siendo irónico’. Pero la realidad es que la guerra en Ucrania se le está enquistando a Donald Trump en su política de querer arreglarlo todo a su manera.
Superado ampliamente su medio año en la Casa Blanca, poco ha cambiado en el frente con respecto al panorama bélico que había a finales de 2024. De hecho, Rusia avanza en su lenta invasión de Ucrania, con conquistas de municipios en el este del país.
En el plano diplomático, los esfuerzos de Trump y su administración sí trajeron avances, ciertamente, pero leves. En Turquía se han celebrado ya tres rondas de negociaciones entre Ucrania y Rusia, sin grandes pasos hacia la paz o, siquiera, hacia un alto el fuego.
Tampoco han servido los mensajes de presión, en algunos casos directamente amenazas a los dos presidentes en liza, especialmente del lado de un Vladimir Putin que hace caso omiso de las advertencias de EEUU. Incluso en plena ‘cuenta atrás arancelaria’ decretada por Trump contra Moscú si no alcanzan un alto el fuego de aquí al 7 de agosto.
El magnate republicano, que no ha dudado en mostrar su «frustración» desde hace meses por la falta de avances, ni su enfado directamente con Putin, ha dejado ahora una frase que evidencia bien el cambio de discurso con respecto al futuro de la guerra.
Porque este viernes en un mensaje en su cuenta de Truth Social, Trump ha hecho balance de los miles de muertos en la «guerra innecesaria», tanto del lado ucraniano como del ruso. Y tras culpar de casi todo a Joe Biden, ha rematado que «yo estoy aquí para ver si puedo parar la guerra«. Ya no promete pararla, solo ‘ver’ si es capaz de hacerlo.
Aunque su discurso es tan voluble que mañana puede pronunciar una frase radicalmente contraria, su sentencia pública de este viernes es una dosis de realismo tras meses de prometer la solución bajo su mandato. Ssiempre con él como responsable de un acuerdo que sigue sin llegar.