Cuando Tinho todavía reclama su espacio entre las predilecciones coruñesas en los talent show musicales, otra voz profunda, un poco rasgada y con raíz en la ciudad se coló en el prime time de la televisión generalista. La Voz ya está en marcha y anoche puso patas arribas el concurso, que aún está con sus audiciones, con ‘Way down we go’ de Kaleo.

Apareció descalzo en el escenario y con su guitarra colgada al hombro para convencer a todos los capitanes de La Voz. Malu y Pablo López no pudieron elegirlo, pero en nada convenció a los otros, Sebastián Yatra y Mika, que pulsaron el botón, se dieron la vuelta y siguieron disfrutando. Estuvo contando un poco de su historia personal y finalmente se decantó por el cantante libanés porque tenía desde pequeño grabado «un concierto suyo en la playa de Riazor». Él no lo dijo, pero fue en un Noroeste Pop Rock, cuando el aspirante tenía «doce años».

Genes de Monte Alto

Ya en el vídeo previo reveló sus orígenes mientras se le veía en A Palloza o jugando en equipos de fútbol como el Orillamar. No es extraño que hubiese probado en el balompié porque su nombre le delata, Mateo Suárez Latorre, nieto de Luis Suárez Miramontes. «Siempre fue un ejemplo, quería ser como él. Fuimos buenos mi hermano y yo, siempre sueñas con vivir de eso, pero el fútbol es mundo de muchos compromisos y tienes que cumplirlos para que pueda salir bien. A veces no tienes la madurez suficiente y es imposible», dijo de su abuelo y de la pasión frustrada por el fútbol al máximo nivel en sus primeros años.

Quiso emular los pasos del que hasta hace unos meses era el único Balón de Oro de la historia del fútbol español hasta que lo consiguió Rodri (Manchester City). Luis Suárez Miramontes, fallecido en 2023, empezó a dar patadas a un balón en las calles de Monte Alto junto a sus hermanos en la posguerra y así lo atestigua una placa que se puede ver hoy en día en su casa natal. Debutó en el Dépor siendo un niño en 1953 y en unos meses el club coruñés lo traspasó al Barcelona junto a Dagoberto Moll. En el equipo culé no fue del todo bien comprendido, a pesar de que ganó el susodicho Balón de Oro en 1961 y fue traspasado al Inter de Helenio Herrera tras colisionar con las preferencias de la grada catalana por Kubala y, en parte, para sufragar la construcción del Camp Nou. El Arquitecto, precursor de la posición de regista en el Calcio, hizo historia para ser el líder de un equipo que ganó dos copas de Europa.

Nunca olvidó sus raíces. Mientras jugaba, siempre se pasaba cada verano por A Coruña y entrenó al Dépor en la temporada 1978-79 . Falleció en Milan, donde residía, pero su familia estaba vinculada, en parte a la ciudad, aunque alguna residía en Madrid. Entre ellos, Mateo, quien estuvo en A Coruña hasta hace unos pocos años y que ahora reside en Madrid tras pasar algún breve periodo en Estados Unidos. Ahora buscará ganar La Voz en el equipo de Mika.