Traíler de ‘Resurrection’, de Bi Gan

Háblelos de una de las películas más ambiciosas de los últimos tiempos, de las más hermosas también, y de las más difíciles a nivel narrativo para su completa comprensión. Hablemos de un gran acontecimiento cinematográfico que celebra el cine en toda su esencia.

Su título es Resurrection y se trata de la última obra del cineasta chino Bi Gan, que ya había deslumbrado con su anterior película, Largo viaje hacia la noche y que ahora da un paso más allá con esta pieza inabarcable que ganó el Premio Especial del Jurado del pasado Festival de Cannes y que ahora se ha presentado en la Seminci de Valladolid.

Bi Gan propone un viaje sensorial y ‘metanarrativo’ que explora la relación entre los sueños, la memoria y la propia naturaleza del arte cinematográfico. Analicemos sus claves.

En el universo de Resurrection, la humanidad ha alcanzado la longevidad a costa de perder la capacidad de soñar. Solo unos pocos, denominados ‘fantasmers’ o ‘delirantes’, se resisten a abandonar el mundo onírico, refugiándose en ficciones que evocan distintas etapas y estilos del cine.

Una misteriosa mujer, interpretada por la mítica Shu Qi, asume la tarea de rescatarlos de esos universos imaginarios, preservando así la linealidad del tiempo y la esencia de la experiencia humana.

Una imagen de la totémicaUna imagen de la totémica ‘Resurrection’, de Bi Gan

“El cine, para mí, siempre es un juego. Y estas son simplemente maneras de hacer cine. Lo más importante es el final, son las personas que brillan en la película, la emoción. No solo hacia el cine sino también hacia el mundo”, ha dicho el director en la rueda de prensa del festival.

La película se articula en seis episodios, cada uno de los cuales rinde homenaje a un género, una época y un sentido, en un recorrido que abarca desde los orígenes del cine mudo hasta la irrupción de las nuevas tecnologías en los años noventa.

El primer segmento, ambientado en las primeras décadas del siglo XX, recrea el asombro y la inocencia de los pioneros como Méliès, con referencias explícitas a obras como El regador regado, El viaje a la luna, Nosferatu y el expresionismo alemán.

La puesta en escena convierte la pantalla en una caja mágica llena de sorpresas y de imágenes propias del fantástico, donde la ‘metanarrativa’ y el homenaje se entrelazan.

A medida que avanza la narración, el espectador es conducido por sucesivas décadas del cine, acompañando al actor Jackson Yee, quien encarna a cinco personajes distintos a lo largo de los episodios.

El segundo fragmento se adentra en la estética del cine negro y de espionaje de los años treinta y cuarenta, mientras que los capítulos siguientes exploran el drama rural chino, el folclore, y la atmósfera de los años ochenta, donde el protagonista se convierte en el padre de una niña dotada de habilidades mágicas.

El clímax de la película llega con un extenso plano secuencia de cuarenta minutos, rodado en la víspera del año 2000, en el que el protagonista, acompañado por una mujer-vampiro, se sumerge en un laberinto de fiestas, peleas y karaokes, evocando la estética de Wong Kar-wai y Hou Hsiao-hsien.

Bi Gan con su premioBi Gan con su premio en Cannes. REUTERS/Sarah Meyssonnier

“Todo el mundo tenía muchas expectativas de mi plano secuencia y precisamente por eso en un principio no quería hacerlo. Pero también es la técnica que me resulta más familiar y era coherente con lo que queríamos mostrar en ese episodio final, la noche de víspera del nuevo milenio”, detalló Bi Gan.

El epílogo de Resurrection retoma el motivo del rescate, con la figura de Shu Qi recuperando al ‘fantasmer’ y transformándolo en un monstruo fílmico, en una operación que tiene que ver con la propia naturaleza del filme.

El carácter sensorial y fragmentario de la obra, que prioriza la experiencia visual y emocional sobre la linealidad narrativa, tiene sus inconvenientes: es difícil de seguir hasta el punto de que, en ocasiones, se hace incomprensible. Eso sí, siempre es deslumbrante a nivel formal.

La película insiste en homenajear al cine como generador de sueños, incluso cuando la última pantalla se destruye y los espectadores desaparecen uno a uno. En un plano final contundente, Bi Gan sintetiza su reflexión sobre el paso del tiempo y la esperanza de una resurrección.

Más allá de la nostalgia, Resurrection plantea una mirada hacia el futuro del cine y de la humanidad, en un contexto marcado por la omnipresencia de la tecnología. “Vivimos en un mundo de tecnología muy avanzada, dependemos de ella por completo en nuestros actos cotidianos. Y es normal que haya muchos autores preocupados por el futuro. Pero tenemos que recordar que lo que realmente necesitamos es nuestro cuerpo. Usamos las piernas para andar e ir más lejos, los ojos para ver, la mente para pensar. Por supuesto, el cambio del mundo hace que estemos pendientes de la máquina, pero creo que tenemos que volver a las cosas tradicionales, antiguas, puras, simples. Nuestro conocimiento del mundo parece fallido pero es lo que construye nuestra consciencia y nuestra sociedad, es lo que hace que seamos humanos”, reflexionó Bi Gan en la Semana Internacional de Cine de Valladolid.

La experimentación formal es constanteLa experimentación formal es constante en ‘Resurrection’, de Bi Gan

La película se erige como un ambicioso ejercicio de virtuosismo visual y narrativo, en el que la saturación de formas y referencias no impide que surjan imágenes de gran belleza y poder perturbador.

Con Resurrection, Bi Gan reafirma su lugar como uno de los cineastas más innovadores del panorama contemporáneo, capaz de transformar la historia del cine en un espacio de experimentación y de reencuentro con el sueño colectivo del siglo XX. La película se estrenará en cines el próximo 28 de noviembre.