El Sevilla FC, próximo al fin a ingresar una plusvalía completa de no menos de 17 millones de euros por Juanlu Sánchez (los Wolves tienen ventaja y el Nápoles tendría que espabilar), necesita cerrar varias grandes ventas más para enjugar su elevada deuda y acercarse a la regla 1:1, que le volvería a permitir invertir todo lo que recaudase y ahorrase en sueldos en nuevos jugadores, no como ahora el 40% y el 60%, respectivamente. También peligran las inscripciones de los fichajes, tanto los del pasado mercado invernal como los estivales, más allá de que LaLiga flexibilizó las exigencias para que clubes como el nervionense o el FC Barcelona, con el LCPD ampliamente rebasado, pudieran gestionar sus plantillas. Casi todas las miradas recaen en Loïc Badé y Dodi Lukébakio, así como en un Lucien Agoumé del que se acaba de adquirir otro 40% y que, tras costar ocho millones de euros en total, aspira a dejar un buen pellizco a finales de agosto.

El problema es que, como ya ocurriera el pasado enero con varios de los citados y el propio quinteño, nadie quiere moverse a cualquier sitio. Aparte, el central francés y el extremo belga son conscientes de que, en año de Mundial, cualquier experimento debe descartarse, por lo que pospondrían de buena gana una salida hasta el próximo verano. Demasiado tarde para el Sevilla FC, al que le urge vender, si bien Antonio Cordón prometió que no malvendería. Desde el país natal del oriundo de la República Democrática del Congo lo encartan ahora para un club que sí podría gustar a Lukébakio. Se trata del AC Milan, que ya lo habría intentado en la ventana invernal, desvela Sacha Tavolieri, y que estaría sólo a expensas de hacer sitio en la banda derecha con la marcha de Samu Chukwueze o de Alexis Saelemaekers para abordar el fichaje del ex del Hertha de Berlín, cuyo nuevo agente, Fali Ramadani, es gran amigo del director deportivo de los lombardos, Igli Tare.

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Con una cláusula de rescisión de 40 millones de euros, el propio Dodi rechazó el mercado anterior al Al-Nassr de Cristiano Ronaldo, dispuesto a llegar hasta los 45 millones para desequilibrar a su favor la subasta, permitiendo que el atacante se embolsase 8,5 millones netos por temporada. Ahora, después de que su contratación supusiesen nueve millones fijos y tres en variables de las que se ha cumplido un tercio, la primera idea será remitirse al precio fijado para su libertad unilateral, aunque todo contacto que supere los 25 millones, con apenas seis millones de amortización pendientes, sería muy bien recibido en las oficinas del Ramón Sánchez-Pizjuán. La última palabra, como hasta ahora, la tendrá Lukébakio.