En plena costa de Cádiz, frente a la desembocadura del río Guadalquivir y con el Parque Nacional de Doñana como telón de fondo, se encuentra la residencia que el periodista Carlos Herrera (68 años) posee en Sanlúcar de Barrameda. Este enclave, cargado de recuerdos familiares y reuniones estivales, será dentro de poco el epicentro de una celebración muy especial: el enlace de su hijo Alberto Herrera (32) con Blanca Llandres (29).
La pareja se encuentra en plena cuenta atrás para la que promete ser la gran boda del próximo otoño. Una cita que tendrá lugar el próximo otoño en la misma localidad donde el veterano periodista tiene una residencia de verano.
La vivienda, adquirida hace años por el comunicador y su exmujer, Mariló Montero (60), está ubicada en un lugar envidiable, frente a la playa del Espíritu Santo.
Situada en lo alto de un promontorio, se divisan espectaculares panorámicas del mar y el entorno natural. Un rincón paradisiaco que, muy probablemente, acoja los encuentros relacionados con tan importante cita nupcial.
La construcción, distribuida en varias alturas, combina elementos típicos del estilo mediterráneo con toques propios de la arquitectura andaluza: paredes blancas, suelos de terracota, tejas clásicas de barro, verjas de forja y espectaculares ejemplares de buganvilla en la fachada principal.
A pesar de su discreción, Carlos Herrera, así como también su hija, Rocío Crusset (31), han compartido en alguna ocasión imágenes de la residencia en sus respectivas redes sociales.
Ha sido gracias a las publicaciones en sus perfiles de Instagram que se ha podido conocer algunos detalles de la casa. Un sitio de reunión frecuente de reuniones con amigos que cuenta con grandes ventanales, amplias terrazas -tanto en la planta baja como en la superior-, una piscina frente al mar y jardín en primera línea de playa.
Un rincón privilegiado con vistas al Atlántico
El espacio exterior ha sido concebido como un auténtico oasis para la relajación y el disfrute en compañía. Camas balinesas, sofás, zonas chill-out bajo pérgolas de cañizo y vegetación bien cuidada convierten el jardín en un espacio idóneo para celebraciones privadas.
En el interior, la casa cuenta con comodidades como un gimnasio, una cocina moderna con isla central y un despacho decorado con detalles personales, como un pequeño altar religioso.
Uno de los rincones más especiales de la casa es el sótano, en el que Carlos Herrera, amante de la gastronomía, ha instalado una bodega con barra de bar y zona de estar para encuentros informales. En este lugar, las paredes están decoradas con fotos y recuerdos personales del comunicador.
Recuerdos familiares
La casa, no cabe duda, es un lugar de especial valor para sus hijos. Porque Rocío no es la única que siente que es su paraíso personal. Lo mismo le sucede a Alberto Herrera, quien ha llegado a compartir emisiones de radio junto a su progenitor desde la terraza de la residencia.
Padre e hijo, unidos por su pasión por la radio, han vivido en esta casa momentos muy especiales, tanto en lo personal como en lo profesional. Prueba de ello son las veces que se han puesto delante de un micrófono desde su casa en Cádiz.
Queda claro que la elección de Sanlúcar de Barrameda para convertirse en un hombre casado no es casual. La casa, que sigue siendo gestionada de manera compartida por Carlos y Mariló, ha sido testigo de cumpleaños, encuentros familiares y momentos clave para la familia, convirtiéndose en el auténtico refugio emocional del clan.
Una boda íntima
De momento, Alberto Herrera y Blanca Llandres no han confirmado el lugar exacto de la boda. Pero todo apunta a que la residencia sanluqueña de los Herrera podría ser el enclave elegido para celebrar el convite.
Fuentes cercanas a la familia señalan a EL ESPAÑOL que será una celebración íntima, en la que solo participarán allegados y amigos muy cercanos.
La casa gaditana ocupa un lugar muy especial en la vida de los Herrera-Montero. Allí pasaron los veranos de su infancia Alberto y su hermana Rocío Crusset. Y siguen escapándose a este sitio siempre que pueden.
La ‘wedding planner’
La pareja formada por Alberto Herrera y Blanca Llandres ha elegido la fecha del 18 de octubre de 2025 para darse el “sí, quiero”.
La ceremonia religiosa tendrá lugar en la iglesia de Santo Domingo, uno de los templos más emblemáticos de Sanlúcar, cuya construcción data del siglo XVI. Su impresionante retablo barroco del XVIII y su arquitectura de piedra lo convierten en un lugar de gran valor histórico y estético.
Aunque el banquete todavía no ha sido anunciado oficialmente, se conoce que la organización del enlace corre a cargo de La Madrina Weddings, la empresa de Alejandra Lacida, reconocida organizadora de bodas.
Todo parece indicar que se tratará de una boda joven, con familiares y amigos, pero con una puesta en escena muy cuidada y de alto nivel.
Celebración con sello personal
Todo está preparado para que la finca de los Herrera se transforme en el escenario de una jornada inolvidable.
La disposición del jardín, con vistas al mar y zonas al aire libre y rincones acogedores, ofrece un ambiente idóneo para formalizar una relación ante los seres queridos.
Los preparativos avanzan con discreción, pero se espera una lista de invitados con algunos rostros conocidos del periodismo, la música y el mundo cultural, todos ellos muy ligados a la trayectoria profesional de Carlos Herrera y de su hijo Alberto.
Conexiones familiares
La propiedad reúne todos los elementos que la convierten en un entorno más que adecuado para una boda: a tan solo unos metros de la orilla del Atlántico, amplios espacios exteriores, una estética rústico-mediterránea marcada por el blanco, la madera y la vegetación local. Y, sobre todo, una atmósfera de serenidad que invita a celebrar el amor de manera íntima.
El matrimonio entre Alberto y Blanca, por cierto, también refuerza los lazos entre dos familias con un largo historial de conexiones.
Alberto es nieto de conocidos comunicadores, mientras que Blanca Llandres, psicóloga de profesión, es sobrina del cantante José Manuel Soto (64) y prima de Lourdes Montes (41), esposa de Fran Rivera (51).
De hecho, ya existía un vínculo anterior entre ambas familias: Rocío Crusset mantuvo durante un tiempo una relación con Jaime Soto, primo de Blanca.
A pesar del posible revuelo mediático, la pareja quiere que su gran día mantenga un tono íntimo y elegante, sin grandes fastos ni espectáculo innecesario.
Será, en definitiva, una boda marcada por la tradición familiar y el significado emocional de una residencia que para los Herrera es mucho más que una casa: es su verdadero hogar.