Paul Seixas, con una mochila potente
En Francia, cada cierto tiempo, alguien carga con el peso de la esperanza. Desde que Bernard Hinault dejó su zarpazo final en 1985, el país entero busca un heredero.
Un heredero en un momento en el que el país, por motivos diversos, está muy en el foco.
Pero el Tour siempre ha sido francés, hecho en Francia, aunque no domado por uno de casa desde hace más de 40 años.
Que se dice pronto.
Thibaut Pinot lo rozó, Bardet lo soñó, pero la maldición sigue viva.
Laurent Jalabert, Richard Virenque, Christophe Peraud y otros, tampoco han sido capaces.
David Gaudu parece haber tocado techo.
Ahora, en ese mismo escenario donde se mezclan la nostalgia y la fe, un chaval de 19 años llamado Paul Seixas empieza a agitar los cimientos del ciclismo francés.
No estuvo en la presentación del Tour 2026, pero todos hablaban de él.
No por su ausencia, sino por lo que representa: la posibilidad de que Francia vuelva a soñar en amarillo. Decathlon-AG2R ha montado a su alrededor el “Project Seixas 2030”, una hoja de ruta para convertirlo en campeón del Tour antes de cumplir los 25.
Palabras mayores para quien hace nada ganaba el Mundial júnior de contrarreloj y el Tour del Porvenir con una serenidad impropia de su edad.
Seixas escucha, asiente y baja la mirada.
“Hay que ser inteligente, hay que ser relevante”, repite.
Sabe que en este país las expectativas pesan más que las medallas.
Por eso, cuando le preguntan si correrá el Tour 2026, responde con la calma de quien no quiere precipitar el destino: “Haré una gran vuelta, pero aún no sé cuál”.
Hinault le aconseja ir al Giro, Prudhomme le deja la puerta abierta y los patrocinadores aprietan.
El país se divide entre quienes quieren verlo ya en la Grand Boucle y quienes piden paciencia. Como si el chico tuviera que salvar algo más que una carrera: la identidad ciclista de toda una nación.
Paul, sin embargo, parece inmune al ruido.
Disfruta del oficio, de medirse con Pogacar, de perder con aprendizaje.
“Estoy aquí para disfrutar del ciclismo”, dice.
Y quizá ahí resida su secreto: en no querer cargar aún con el Tour, sino con la ilusión de seguir creciendo.
Porque, al final, los grandes campeones no los elige el calendario, los elige el tiempo.
Imagen: A.S.O./ Tony Esnault



