Dan ganas de leer la cartilla a Sara Irazábal cuando dice que hará cosa de un año le «costaba» creer en su trabajo, que «valoraba muy poco lo que hacía» y que a día de hoy, aunque de ciento en viento, también le pasa. Quienes han posado para ella, incluso en un visto y no visto, pueden dar fe de que sus instantáneas tienen alma. Bandas locales, músicos consagrados del indie patrio, alguna que otra estrella internacional… Esta joven fotógrafa burgalesa apunta, dispara y seduce con la cámara. Y el público, en persona o a través de las redes, lleva tiempo dictando sentencia a su favor. 

¿Humildad o timidez? Probablemente, una mezcla de ambas. Lo cual no quita para echarle morro y plantarse delante de cualquier artista, por muy inaccesible que parezca, con el firme objetivo de inmortalizarle. Lo que Irazábal busca, en cuanto tiene oportunidad, es «capturar una pequeña pausa dentro del caos». De repente, como por arte de magia, surge «una conexión muy personal entre la cámara y la persona retratada». Nada de magia. Es chispa, talento y constancia. 

Bea Romero y Rozalén junto a Mariano Saiz, presidente de la Fundación Luctari.

En abril de 2024, saltó al ruedo expositivo junto a su buena amiga Virginia Barbero. Llenazo el día de la inauguración, en la sala Círculo Solidario, y todo el mundo elogiando Envivo.jpg. Parecía no creérselo, pero tuvo que rendirse a la evidencia. Por aquel entonces, reconoce ahora, «no quería exponer y tampoco quería perder la oportunidad». Por suerte, esta muestra le permitió «cambiar el chip». Aprendió a confiar más en sí misma y a ver con otros ojos «la manera en la que relaciono la cámara con el mundo de la fotografía». También, y he aquí lo más importante, que «puedo conectar con muchas personas y que mi trabajo va gustando». 

Ana Mena, en vivo y en directo.SARA IRAZÁBAL

Superado ese incomprensible síndrome del impostor, Irazábal afronta una etapa «mucho más segura, consciente y disfrutada respecto a la anterior». Lo hace, fiel a sus principios y encanto personal, «con los pies en la tierra». Y exponiendo, hasta el domingo 2 de noviembre, en el Café La Palma de Madrid. Con dieciocho obras en total, todas recientes salvo una de sus queridos León Benavente, el título resume a la perfección lo que la autora pretendía y ha sido capaz de plasmar: Intimidad y Ruido

León Benavente regresa a Burgos para presentar su último álbum: 'Nueva Sinfonía sobre el Caos'.

El leitmotiv de la propuesta, tal y como precisa su ideóloga, «nace de la dualidad cuando hago retratos de músicos. El entorno del concierto, el backstage… Hay mucho movimiento, sonido y energía; pero dentro de todo ese ruido siempre hay un momento de silencio e intimidad cuando hago la foto». Apenas un par de minutos en innumerables ocasiones, a veces ni eso. El tiempo vuela, más aún en este mundillo, y se requiere oficio para que el artista se muestre «tal cual es». 

No todas las fotos de la muestra se cuecen entre bastidores. También las hay de directo, cuando «prima el momento». Carlos Ares, Nathy Peluso, Michael Kiwanuka, Leiva, Bulego, Ana Mena, Amyl and the Sniffers… Lo que viene a ser «de todo un poco», dado que seleccionó las imágenes «no por los nombres, sino por lo que me transmiten». De hecho, «a veces una foto no es la más perfecta técnicamente, pero tiene algo que siempre me hace volver a ella». Una «atmósfera» difícil de explicar, un flechazo en toda regla

Leiva, captado por Sara Irazábal en uno de sus conciertos.SARA IRAZÁBAL

Exponer en Madrid le genera, así a bote pronto, «vértigo y emoción». Irazábal conocía el Café La Palma de antemano, «un espacio muy mítico, céntrico y con mucha personalidad que está súper vinculado a la música y la cultura independiente». Allí se siente como en casa, igual que cuando trabaja en La Rúa los días de bolo. Además, este salto a la capital le ha permitido «conectar con gente de fuera de Burgos, algo que jamás pensé que iba a pasar cuando empecé con la fotografía». 

A una semana de finalizar la muestra, la prioridad de esta melómana retratista musical es «seguir disfrutando del proceso sin forzar las cosas». Ninguna exposición a la vista, por ahora, aunque le encantaría «mover el proyecto por distintos sitios». Lo que venga, bienvenido sea. Donde, como y cuando sea. 

Carlos Ares, en la intimidad y alejado del ruido.SARA IRAZÁBAL

Mientras tanto, Irazábal se enorgullece de vivir en una ciudad con «muchísimo talento en todas las disciplinas». Lejos de percibir el arte ajeno como competencia, le congratula compartir espacios con «personas haciendo cosas con mucha pasión y coherencia». Visto lo visto, no le cabe duda de que «en Burgos somos súper afortunados culturalmente porque hay muchísima oferta». Aparte, se siente plenamente integrada en «una comunidad de gente con ganas de apoyarse». 

«Labrarse aquí un futuro sigue siendo complicado, pero no imposible», concluye. En poco más de cinco años, el nombre de Sara Irazábal ha ido creciendo en la escena musical aunque ella no le dé mayor importancia. No en vano, se ha ganado a pulso todo lo conseguido. Y no cejará en su empeño de mantener viva esa pasión que le guía concierto tras concierto.