¿Puede una casa actuar como un retrato de quien la habita? Si está proyectada por el arquitecto adecuado, sí. No se necesitan gestos extremos y evidentes como una biblioteca infinita o un jardín con estanque para revelar detalles de su propietario, a veces basta con una cocina abierta, una bañera en el patio y una escalera pintada de azul. Esta vivienda en Carabanchel, rehabilitada por el estudio madrileño Extrarradio, es el reflejo exacto de su dueño, un joven creativo vinculado a la industria de la música.

El verde articula toda la planta baja y conecta interior y exterior en un gesto continuo. En el centro de la imagen, escultura de FOD.
Germán Saiz
“El propietario tuvo claro desde el principio que la casa tenía que transmitir su modo de vida, desenfadado y creativo. Un lugar centrado en reuniones, cenas y fiestas”, explica Antonio Antequera, fundador del estudio. Antequera, que pertenece a ese nuevo grupo de arquitectos más interesados en el cómo que en el cuánto, se propuso construir una vivienda honesta, con la misma frescura que desprende una buena canción con un estribillo catchy. Nada de efectos especiales, ni revestimientos para disimular la estructura: solo espacio, ritmo y color.

Obras de la artista Clara Cebrián.
Germán SaizEl punto de partida
La casa, una adosada de los años cuarenta con 68 metros distribuidos en dos plantas y un patio de 20, conservaba su estructura original: tres pequeñas habitaciones arriba, un salón, cocina y baño abajo, y un patio totalmente cubierto por un policarbonato translúcido. “Comenzamos con la eliminación de todos los elementos no esenciales de la vivienda, reduciéndola a su estructura básica: vigas, muros de carga y cerchas de cubierta”, explica Antequera. A partir de ahí, el equipo trabajó como si tuviera delante una pentagrama en blanco.