La futura sede corporativa de Integra, que se levantará en el Distrito Aragonés de Tecnología (DAT Alierta), será algo más que un espacio de trabajo para 500 empleados, la capacidad que tendrá un edificio que pretende ser ejemplar en materia de sostenibilidad y confort. Será un edificio pensado para las personas y su bienestar, concebido para hacer visible el vínculo entre tecnología, conocimiento y territorio.

Así lo explicó durante la presentación del proyecto Eduardo Aragües, director de Proyectos de Idom Zaragoza, la delegación de la firma vasca de consultoría, ingeniería y arquitectura que ha diseñado el proyecto, la misma que ha elaborado el plan director del DAT Alierta y que lidera su configuración (PIGA y zonas verdes).

La sede de Integra ocupará unos 8.000 metros cuadrados, con una inversión global de 25 millones de euros, y estará operativa en 2029. Más allá de los números, el proyecto destaca por su ambición arquitectónica y su compromiso con la sostenibilidad y la identidad aragonesa.

El edificio se ubicará en una de las parcelas –aún está por definir del parque tecnológico que se levantará en el borde norte de Zaragoza, entre los barrios del Actur y Parque Goya, y junto campus universitario Río Ebro (Unizar). Un entorno privilegiado gracias a los ejes verdes que lo atraviesan -como la acequia del Rabal y los bosques de la Universidad- y por sus panorámicas abiertas a la ciudad.

«Estas vistas son uno de los activos del edificio”, explicó Aragües. “Queremos que el edificio dialogue con el paisaje, con grandes ventanales horizontales que abran la mirada hacia Zaragoza y su entorno natural”, destacó. El diseño aprovecha esa conexión con el exterior para potenciar la iluminación y la ventilación natural, dos elementos clave en la filosofía del proyecto para que el edificio que respire, resumió el arquitecto.

Espacios flexibles y humanos

El interior del edificio está concebido para acoger a unas 500 personas, en un entorno donde el bienestar y la flexibilidad marcan el diseño. La estructura se organiza en torno a una retícula de 8,5 x 8 metros, que permite redistribuir fácilmente los espacios según las necesidades de la empresa.

«Queríamos un edificio capaz de adaptarse de una forma rápida y sencilla a cambios de distribución», según cuál será la forma de trabajar de Integra en cada momento, señaló Aragües. Por eso, las zonas perimetrales serán diáfanas y versátiles, mientras que el núcleo central alojará los elementos fijos —aseos, escaleras, ascensores y salas de reuniones— acompañados por dos jardines verticales que atravesarán todo el edificio, aportando luz y ventilación natural.

Entre las mesas de trabajo, habrá elementos bajos con vegetación y paneles acústicos de color, así como espacios informales para reuniones rápidas o trabajo en equipo.

De la tierra al edificio: la cerámica como identidad

Si algo distingue el proyecto es su voluntad de conectar la innovación tecnológica con las raíces de Integra, una empresa familiar aragonesa que apuesta por crecer en su tierra. «Queríamos que el edificio tuviera un vínculo físico y simbólico con esta tierra. Y lo hemos encontrado en la cerámica”.

El estudio ha diseñado unas celosías cerámicas tensadas que envolverán parte de las fachadas, creando un velo de protección solar que recuerda a la tradición mudéjar, pero reinterpretada con tecnología contemporánea. “La cerámica es parte de nuestra historia: romana, musulmana, renacentista… Queríamos actualizar ese legado con un lenguaje moderno”, explicó.

Un edificio de emisiones cero

El compromiso medioambiental es otro de los pilares del proyecto. El edificio aspira a ser de consumo neto cero, minimizando el gasto energético y cubriéndolo con fuentes renovables. Para ello, se han diseñado sistemas de aislamiento térmico avanzado, aleros y celosías solares, y una estructura termoactivada que aprovechará la geotermia para climatizar los espacios sin apenas recurrir al aire acondicionado. “Va a haber muchos días en el año que el edificio se va a poder calentar y enfriar solo con la energía de la tierra. No hará falta electricidad, solo con agua y energía natural”, detalló Aragües.

El edificio se organizará en cinco niveles. En el sótano habrá un aparcamiento para vehículos (45 plazas), bicis y patinetes, vestuarios con duchas y los jardines verticales que nacen en ese nivel. En la planta baja estará la recepción, salas de espera, aulas de formación y un salón de actos para 150 personas. En la primera planta, el corazón de la actividad diaria, con espacios de trabajo abiertos y zonas de encuentro informal.

En la segunda planta se ubicarán los despachos de dirección y más áreas de trabajo colaborativo. Por último, la azotea será un jardín elevado, con zonas de convivencia y comedores para el personal desde las que se podrá contemplar el skyline de Zaragoza.

El anteproyecto ya está redactado y el proyecto básico se entregará en diciembre. Idom prevé que los trámites de construcción se completen en enero de 2027, para iniciar las obras en abril de ese mismo año y finalizarlas a comienzos de 2029.