La Sección Oficial de la 70 Seminci ha sumado hoy también una de las candidatas a la llamada Espiga Arcoiris, que reconoce a aquellos trabajos … cinematográficos que reflejan con sensibilidad especial las vivencias, luchas y realidades del colectivo LGBTIQ+. Tras su paso por Cannes, ‘Pillion’ aterriza en Valladolid de la mano de su director, el debutante Harry Lighton, y uno de sus protagonistas, la estrella Alexander Skarsgård, que interpreta la parte dominante en una dinámica de poder y sexo con las prácticas BDSM como telón de fondo.
«Es una película más sobre estas dinámicas que sobre la masculinidad tóxica, que es un concepto que no me suele gustar», ha explicado Lighton en una entrevista. Conocedor de que estos temas ya se han explorado previamente en el séptimo arte (desde el fenómeno generacional ‘Nueve semanas y media’ a la reciente ‘Babygirl’, pasando por el clásico de culto ‘Secretary’ o, claro, el boom superventas ’50 sombras de Grey’), el director traslada el foco a una pareja homosexual, consciente de lo que pierde en el camino y, a la vez, buscando iluminar focos antes apenas encendidos.
«Cuando el eje de una película es una pareja heterosexual, siempre hay un eje político donde se replica la dominación masculina frente a la sumisión femenina, un eco en las estructuras de poder de la sociedad», desgrana. «En ‘Pillion’ ese enfoque se desvanece, pero introducimos preguntas nuevas y ponemos el énfasis en otros temas diferentes, como el estatus que brinda la belleza, la masculinidad convencional del macho alfa…. Pienso que esta misma película, si hubiera contado la historia de una relación entre un hombre y una mujer, hubiera resultado en un drama mucho más abusivo».
Ese estatus de la belleza es el que aporta Skarsgård en Ray,«un hombre más complicado que tóxico», en palabras del realizador. «La toxicidad se utiliza ahora como comodín para definir un amplio abanico de aspectos dentro de la masculinidad, pero Ray es una persona con claras limitaciones, partiendo de su rechazo a besar».
Pero es en torno a Harry Melling, que interpreta al apocado Colin, donde se vertebra la película, un viaje que recorre de autoconocimiento y evolución donde, solo lo sabremos al final, está por verse si sabrá estar en paz con su rol de sumisión: «Un ejemplo se puede ver en el peinado que luce a lo largo de una película», apunta Lighton, quien también invita a mirar, claro, a los diferentes enfoques que tienen los distintos encuentros sexuales del protagonista a lo largo del metraje, por los cuales invita a los espectadores a transitar a lo largo de sus ciento tres minutos.
Reacciones diversas
Lighton considera que su película suscita reacciones diferentes en función de si los espectadores forman parte o no del colectivo LGTBQ+: «Por lo general, a ellos les encanta», asevera, si bien apunta que son «también más propensas a criticar la dominación del personaje de Ray». Por su parte, las personas heterosexuales más convencionales (el cineasta cita a sus propios padres) suelen encontrarla «accesible».
El cineasta asegura haber escogido cuidadosamente a su elenco para este trabajo, basándose en «actores inteligentes que distinguen el cliché de la realidad, e incluso bordeando la caricatura pero sin caer en el cliché». Reconoce, a su vez, ecos y temas explorados en documentales como ‘¿Do I sound gay?’, sobre esa búsqueda de la masculinidad exacerbada en la cultura motera por parte del colectivo homosexual, aunque apunta que «muchos de estos motoristas, cuando se empieza a pasar tiempo con ellos, se revela como mucho más diversos y proclives a gustos, hobbies y actividades atribuibles al genero femenino».
«El objetivo final de ‘Pillion’ es ofrecer a los espectadores temas con los que hacerse preguntas sin darles respuestas definitivas», concluye Lighton, sabedor de que, a pesar de todo, cualquier acercamiento, elección u omisión son subjetivos: «Mi forma de aproximarme al sexo, de incluir una escena de una orgía o de tratar cualquier otro tema conlleva, de alguna manera, un juicio».