Sale del camerino como un miura de un chiquero, te da la mano, te abraza y te besa, hiperactivo y con una especie de energía buena que se contagia. Fito Cabrales acaba de sacar un nuevo disco, El monte de los aullidos. 

Cuatro años después de Cada vez cadáver, Fito regresa con 10 nuevas canciones en las que ha volcado todo lo que tenía de decir y que sentir, abriendo su mochila, para que sus seguidores vean qué hay y compartan su peso. 

Hablamos sobre el trabajo, la vida y la IA con el músico de Platero y tú, de Fito y Fitipaldis, autor de grandes canciones, himnos de esos que se adhieren al alma como las pegatinas de viajes a las maletas.

¿Cómo describiría El Monte de los Aullidos?

Ya con eso haces una entrevista (risas). Más allá de que es un disco, y decirlo no es una tontería, que parece que los artistas o la gente joven ya no piensa en discos. Yo tengo que decir que es un disco, porque yo sigo pensando en mí, sigo pensando en canciones, sigo pensando en discos. Me imagino que todos tratamos, cada vez que hacemos un disco, por lo menos yo lo tengo claro, es definirnos a nosotros mismos a través de nuestra música. Ya está, igual que un escritor a través de sus libros, un pintor a través de sus lienzos. Luego ya toda la parte musical es otra ciencia. ¿Pero por qué uno escribe? ¿Por qué uno graba un disco? Porque quiere explicar cómo se siente. Ya está.

Ha escrito muchos himnos. ¿Qué canción de este disco cree que se va a sumar a esa lista?

No apostaría por ninguna porque nunca me salen bien esas cosas. Casi siempre me salen las cosas bonitas, pero es difícil decir ‘esta canción va a trascender más que la otra’. Yo siempre tengo la idea de que las canciones nuevas solo son canciones y en cuanto sale el disco y salimos de gira, se empiezan a nutrir de todo lo que sucede con la gente. La gente las hace grandes o las deja así de flacas, que solamente me nutren a mí. Pero si tú te las llevas de vacaciones, si conoces a una pareja oyéndolas, si tienes un hijo, si adoptas un perro… pues se va haciendo grande. Depende más de otros factores que no del estrictamente musical.

¿Cómo compone Fito, dónde y cómo le visitan las musas?

Pues yo a veces lo pienso… Mira que han pasado años, que todo cambia y que todavía cambiará más, pero lo único que sigue siendo igual que cuando yo empecé con Platero y tú, o incluso antes, es la composición, porque el resto no tiene nada que ver. Es otra banda, otra discográfica, pero el hecho de componer me gusta mucho porque me da como una tranquilidad y una seguridad de que ya puede venir lo que venga, que yo seguiré con mi guitarra y mi bolígrafo. Y eso si sigue siendo así.

¿Se sienta específicamente a hacer ese trabajo o deja que le llegue donde le pille?

Yo estoy en modo composición durante mucho tiempo, pero en modo composición no hace falta escribir ni componer. Por ejemplo, yo ahora estoy haciendo la promo y luego tengo una gira bastante extensa y no estoy, no estoy esponja, no estoy Bob Esponja, que le llamo yo. Pero en cuanto paro y estoy en mi casa de repente me entra las ganas de hacer algo nuevo y me pongo en ese modo Bob Esponja, donde todo es susceptible de que yo lo atrape. Y no me refiero a escuchar música, sino a lo mejor esta misma entrevista, o si lees un libro, si ves una película, si vas por la calle, si estás en el súper y alguien dice algo. Cuando estás en modo composición que te vuelves una esponja. Entonces todo eso lo vas como acumulando, acumulas muchas frases y muchas ideas. Con la guitarra, para mí quizás es más fácil, porque la guitarra es muy divertida. Yo toco todos los días, pero no escribo todos los días. Y entonces llega un momento, después de dos años, que tienes una libreta con cosas apuntadas que no tienen mucho sentido hasta que empiezas a musicarlas. Escribo una canción y cuando la acabo escribo la siguiente.

Después de décadas en esto, ¿siente la necesidad de reinventarse o se sientes más cómodo en su estilo?

También lo pienso muchas veces. Por un lado la gente puede pensar que uno tiene un papel, un lienzo en blanco, para escribir su próximo disco y que puedes hacer lo que te dé la gana, pero nada más lejos de la realidad. Yo soy muy limitado. Yo soy lo que soy y eso es lo que trato de buscar. No me gustaría hacer un disco en el que la gente no me reconociera en él porque hubiera fracasado. No tengo un lienzo en blanco. Me gustaría a lo mejor tener la versatilidad que tenía David Bowie de reinventarse. A mí me vale con que mi disco me defina.

En El Monte de los Aullidos habla de lo que pesan los recuerdos de toda la vida. En Marea imparable que dice algo así como “he sido afortunado vorazmente por el éxito”. ¿Ese es el balance que hace, de haber tenido éxito?

Hombre, yo creo que sí. Cuando yo tenía, no sé, 15 años o 16, cuando compré mi primera guitarra o hice la primera banda con mi hermano, jamás pensé que iba a grabar un disco. Simplemente el hecho de haber grabado discos, sin tener en cuenta si le gustaron a alguien o no le gustó a nadie, ya sería un éxito. Yo sería un camarero feliz con una banda que toca los martes.

¿Tiene sentido de la trascendencia, de ser un referente incluso en el futuro, o un icono cuando ya no esté?

Pues ¿quién se libra de ese ego? Poca gente cuando llevas años. Quién no ha pensado alguna vez ¿esto le interesará a alguien dentro de diez años? Yo suelo mantener el ego a raya, pero me hago esas mismas preguntas. La verdad es que yo solo quiero trascender a mis hijos, dejarles el legado de que sean buenas personas. Musicalmente me anima a saber que hay gente que se dedica a hacer canciones porque me escuchó a mí, igual que yo escuché a Rosendo o a Miguel Ríos, a todos los que estuvieron antes que yo. Si a alguien le animó escuchar algún disco nuestro para hacer una banda de rock y hacerle feliz… quizá esa es de la poca trascendencia que le puedes dar a unas canciones.

¿Qué piensa de la IA? ¿Le preocupa que sustituya a los compositores?

No estoy muy preocupado, la verdad, pero porque también es verdad que tengo 59 años. Yo creo que se va a convivir, no lo veo una amenaza. Cuántas veces se repite la misma historia? O sea, cuando salió el rock and roll era una amenaza para no sé quién, cuando se empezó a grabar discos pasó lo mismo. Mira la peli de Acordes y desacuerdos, que el prota dice algo así como ‘¿grabar discos?, no, el que quiera oírme, que venga a verme en directo’. Todo el mundo tiene miedo a las tecnologías nuevas. Yo también, claro. Y la IA pues a lo mejor se va a incorporar y habrá grandes bandas o grandes canciones hechas con IA. Hasta el día de hoy me pasa como con los coches eléctricos, de momento no me convence, veremos en unos años. Hasta ahora, todo lo que oigo con IA que me gusta son versiones de canciones que ya están compuestas. No he escuchado nada que me haya gustado compuesto de cero por IA. Ahora, versiones hechas por IA, me parto el culo, me encanta.

Suele incluir vivencias personales en sus canciones, ¿cuáles podemos encontrar en este disco?

Como concepto general, no lo sé. Yo creo que es un disco que me ha sentado bien escribirlo, porque empecé a escribirlo, fíjate que a la moda voy, con bastante ansiedad, con bastante miedo, con bastante frustración. Necesitaba hacer una canción para convencerme de que podía hacerla.Con la música intento como enmascararlo, pero las letras sí que son un poco tristes. Me encanta que sea así, porque yo creo que me vino bien escribirlas.

¿Canciones que le curan a usted y al que las oye?

Eso espero, porque si no, ¿qué hostias hacemos aquí? Para bailar hay otras bandas que lo hacen mejor que yo (risa). A mi la vida me la cambió la música, el rock, las bandas. La vida me la cambió enteramente el rock and roll. Primero el rock and roll de Rory Gallagher, el rock and roll americano. Pero cuando de repente empezó la gente a cantar y a decir cosas en castellano, pues Asfalto, Rosendo, Barón Rojo… Joder, a mí me dieron una brújula, así de claro.

Dice en Los cuervos se lo pasan bien «yo siempre me he sentido extraño, tan triste como afortunado». ¿Son las dos caras de Fito?

Yo creo que las de todos, no solo yo. En las profesiones que tienen un lado público, que haces conciertos, sales al escenario, haces un videoclip, sales en la tele o te hacen unas entrevistas lo que se conoce te ti es eso. Pero no dejas de tener tus momentos en que eres dinamita y otros en que no vales para nada.

¿Qué cosas hace Fito que estén más lejos de esa imagen pública? Qué se yo, vestirse de unicornio…

Lo de unicornio no está lejos, porque tengo una niña con diez años y lo mismo estoy una tarde y acabo pintado todo, la calva, las uñas… me dejo hacer lo que quiera, o sea que de unicornio a lo mejor he estado cerca también. No sé que puede sorprender a la gente porque realmente me gustan muchas cosas… hago mucho deporte, corro y me gusta estar un poco así, flacucho y fuerte. Me gusta mucho cocinar. No soy un gran cocinero, pero lo paso bien y me los cuchillos de cocina japoneses. Me gustan los coches un montón y la gente sí que sabe que me gustan las motos. Como un señor de mi edad, es que me interesa todo. Leo un montón, me gusta leer todo lo que esté bien escrito.

Cuando se es una estrella del rock, ¿se le arriman a uno muchos aduladores?

Si eres una estrella del rock y tienes dinero, sí, si no, no. O si no eres una estrella del rock, pero tienes dinero, también hay aduladores. Yo creo que lo tengo más fácil porque soy un tipo muy sociable. me encanta hablar, explicar mis cosas… Pero cuando no estoy de trabajo, me gusta estar en casa. Tengo claro mi círculo de gente del pueblo, tengo una una cuadrilla que quedamos cada 15 días para comer chuletón y solo hablamos de coches. Es más fácil cuando tienes una edad. Cuando un chaval lo rompe a los 18 años me puedo imaginar que tu cabeza no está preparada para asimilarlo y se puede creer un semidiós.

¿Cómo es ser padre y ser rockero? ¿Se concilia bien en esta profesión?

Hombre, como profesión no es la mejor para conciliar. Gracias a Dios mi mujer asume ese cargo de quedarse ahora con la niña y tengo dos chavales mayores, que ya se apañan. También es verdad que suelo hacer giras largas, pero luego me tiro tres o cuatro años en casa. Entonces no me voy a quejar. Es difícil conciliar en ese preciso momento que sales de gira, el resto del tiempo pues es más fácil que en la hostelería, siendo un camarero de un restaurante, por ejemplo. 

¿Habla con sus hijos de sus canciones y de qué significan?

Bueno, con el mayor sí, porque además es músico y está muy en la onda mía. Y entonces hay veces que yo mismo le cuento “escribiendo sobre esta movida”. «¿Qué te parece esto?». Con la niña no, porque ellos hacen una lectura totalmente anárquica de lo que tú escribes o de lo que significa El monte de los aullidos, o por qué sale un lobo. Lo más trascendental que hay para mi hija es que sale su perro en el libro, dibujado en el libreto y que una canción sea Ardi, que es como se llama la perra. Eso es lo más trascendental y lo más profundo que hay en este disco para mi hija.

¿Cómo vivió el problema de salud de Robe Iniesta, que le obligó a cancelar la gira? ¿Han hablado? 

Bueno lo viví como todo el mundo que le quiere. Sobre todo por el momento en que pasó, porque hizo la gira más fuerte, la más chula de su vida y de repente, joder, no la pudo cerrar. Fue así. Yo vivo muy cerca de Robe y no le veo nunca, es difícil de ver. A la mujer la veo más, coincidimos y enseguida me dijo que bueno, que estaba bien. Le llamé, claro, y estaba más jodido por no poder haber cerrado bien libro, porque se le derramara la tinta al finel, eso es lo que más pena le dio, claro.

Hablando de pueblo… ¿Ya hay planes para que le pongan una rotonda o una calle?

No, de momento me ponen multas (risas).