Tiene tan solo 300 habitantes pero cada vez es un lugar cada vez más internacional. El pueblo de Genalguacil, en la Serranía de Ronda, se ha transformado en un auténtico museo al aire libre donde el arte convive con la vida cotidiana.

Allí vive y crea Liu Cheng-Hsiang (Taichung, 1986), el primer artista taiwanés que ha llegado a este rincón de Málaga gracias a un programa de residencia artística, apoyado por el Ministerio de Cultura de Taiwán, la Oficina Cultural de la Representación de Taipéi en España y el Ayuntamiento de Genalguacil.

Este artista, que fundó en 2016 Shawn Liu Studio, una plataforma para el diseño cultural, los medios digitales y la creación interdisciplinar, ha colaborado con marcas como Louis Vuitton, LG, Mecanoo, Kris Yao Artech y el Yuan Ejecutivo de Taiwán.

Un montaje con imágenes de Cheikh.

Liu permanecerá dos meses en el pueblo malagueño para realizar «un profundo trabajo de investigación del territorio en el que adquieren protagonismo elementos como la vinculación de los vecinos al entorno, la roca peridotita, la minería o el gran incendio de Sierra Bermeja».

Para este taiwanés, la vida en Genalguacil «transcurre con lentitud y suavidad». Le gusta caminar por las «calles estrechas» y observar la luz del sol en las paredes blancas. «La gente es muy sencilla y amable; muchos vecinos, incluido el alcalde, me han contado historias sobre las montañas, los olivos y los incendios forestales», explica a este periódico.

Durante los últimos cinco años, ha participado en residencias y exposiciones en Francia, Italia, Alemania, Noruega, Hong Kong y Shanghái, explorando cómo las personas viven y perciben el mundo.

Su trayectoria lo ha llevado a entender el arte como «un lenguaje universal», capaz de tender puentes entre culturas. «Representar a Taiwán en esta colaboración entre ambos países es un honor. Este tipo de conexión no trata solo de arte, sino de comprensión mutua y amistad», detalla.

Liu, en Genalguacil.

Y es que Genalguacil, conocido como el pueblo museo, ha conquistado al artista desde el primer momento. «Me encanta la idea de Genalguacil como un pueblo que es en sí mismo un museo. Para un visitante puede parecer algo extraño, pero al llegar comprendí cómo el arte no solo transformó la apariencia del pueblo, sino también la manera en que la gente vive», cuenta Liu.

El artista detalla cómo las familias «cuidan con cariño sus casas y los espacios frente a ellas». «Creo que esa es la verdadera fuerza del arte: su capacidad de nutrir la vida cotidiana y darle una forma más humana», añade.

Liu es de Kaohsiung, una ciudad portuaria en el sur de Taiwán: «dinámica, húmeda y llena de energía industrial». Es todo lo contrario a Genalguacil, según asegura. «El pueblo es tranquilo, rodeado de montañas y de silencio».

Sin embargo, apunta que ambos lugares comparten una conexión profunda con la tierra: uno con el mar y el otro con las montañas. «Esa resonancia me da una sensación de pertenencia, incluso lejos de casa. Aquí el sol parece quedarse más tiempo; cada día se alarga, como si el tiempo respirara con más suavidad», afirma.

Exposición

Esa sinergia entre entorno y creación ha inspirado la exposición principal de su residencia: Los huesos de la tierra, el aliento de la luz.

Más que una muestra visual, Liu la concibe como «un modelo de pensamiento compuesto por luz, tiempo y materia». La exposición parte de una pregunta esencial: ¿cómo puede transformarse la percepción en estructura? ¿Cómo puede la luz convertirse en lenguaje? Crear, para él, no significa generar imágenes, sino construir una gramática del sentir y del ver.

La exposición reúne diez piezas en total: dos instalaciones de proyección, cinco imágenes enmarcadas, un video monocanal y tres proyecciones de diapositivas.

El artista, en su visita a la Sierra de Genalguacil.

El artista, en su visita a la Sierra de Genalguacil.

Las instalaciones, núcleo de la muestra, combinan imágenes generadas con inteligencia artificial proyectadas sobre peridotita y madera carbonizada, convirtiendo los materiales naturales en superficies que respiran luz. La idea nació al observar el brillo de la peridotita en las minas cercanas a Genalguacil.

Durante su estancia en el pueblo, Liu también ha tenido tiempo para visitar Ronda y varios pueblos costeros de la provincia. «El contraste entre el mar y las montañas es impresionante, y los paisajes naturales y culturales de Málaga son profundamente inspiradores», subraya.

«Puente cultural»

El artista hace hincapié en el clima, «muy agradable» y en el «abundante patrimonio cultural» de la provincia. «Málaga ofrece una mezcla fascinante de historias y formas de vida», detalla.

Liu expresa un deseo: que este puente artístico sirva para inspirar más encuentros entre ambos países. «Me encanta el ritmo vital que se respira en esta tierra, y espero que en el futuro más personas de España puedan visitar Taiwán. Es una isla que también abraza el mar, llena de creatividad, sensibilidad y apertura. Me siento muy agradecido de haber vivido esto».

El proyecto expositivo de Liu puede visitarse en el Museo de Arte Contemporáneo de Genalguacil y parte del mismo se podrá ver en ARCO 2026, donde Genalguacil volverá a tener presencia con su propio stand.