Un mural escultórico de Manuel Rivera en mal estado, con pelusas y el irremediable polvo del paso del tiempo. Pintura levantada en un cuadro (Caminos en el aire) de Joaquín Vaquero Turcios. Un mural pictórico (Los guerreros de los puntos cardinales) de Antoni Clavé en una zona de paso, rodeado de sillas y mesas, donde no hay ninguna protección que evite que los pasajeros puedan acercarse y dañarlo. Un Botero rodeado de indigentes. El viajero cansado que aterriza en el aeropuerto Adolfo Suárez Barajas no lo sabe, pero se encuentra en un lugar que compite con muchos museos de arte: Miquel Barceló, Rafael Canogar, Eduardo Chillida, Luis Gordillo, el equipo Crónica, César Manrique, Gutiérrez Solana… son algunos de los nombres que decoran y dan color a un sitio de paso. Pero algunas de estas obras, en la actualidad, no se encuentran en buen estado. ¿Quién se encarga de ellas?
La idea de decorar el aeropuerto de esta manera proviene de la Fundación ENAIRE (antes Fundación AENA), que —según sus propias palabras— viene encargándose desde hace 30 años de la gestión, conservación y difusión de su propio patrimonio artístico, compuesto por más de 1.300 obras de muy diversa tipología (murales, pintura, escultura, fotografía…) de artistas españoles e iberoamericanos, pertenecientes a movimientos artísticos desarrollados en España a lo largo de la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad.
Detalle del estado actual del Rivera, lleno de pelusas, polvo y suciedad. (P. P.)
Las obras, provenientes de adquisiciones hechas cuando la Fundación era todavía AENA, se han ido incorporando a la colección durante 18 años y conforman un valioso conjunto artístico que se encuentra ubicado en esos espacios de las terminales. Según palabras de la propia Fundación: «Lo que comenzó con una finalidad estética para recibir y despedir a quienes viajaban y transitaban por los aeropuertos españoles, ha evolucionado al cumplimiento de una función social: democratizar el arte contemporáneo español, llevándolo a espacios no museísticos, y humanizar los espacios aeroportuarios e institucionales con arte español contemporáneo, que es un elemento característico del ADN de España«.
Las obras, repartidas por las terminales, pretenden democratizar el arte contemporáneo español, llevándolo a espacios no museísticos
Una idea sin duda maravillosa, pero con problemas en la práctica. Uno de ellos es, justamente, que la mencionada democratización del arte contemporáneo en espacios no museísticos deja a las obras en zonas que quizá no están suficientemente acondicionadas para mantenerse en las condiciones apropiadas. Requerirían lógicamente de mantenimiento y restauraciones que, a juzgar por el estado de algunas de ellas, no parece que se estén produciendo, pese a que la propia Fundación señala que se encarga de la conservación de su patrimonio.
Arriba: un mural pictórico de Joaquín Vaquero Turcios en el que se aprecia pintura desconchada, en los mostradores de facturación de la T2. Abajo: un mural pictórico sin catalogar y cuya placa se encuentra como muestra la fotografía de abajo a la izquierda, en la misma terminal. (P. P.)
El Confidencial ha dado un paseo por algunas de las terminales del aeropuerto (especialmente la T2, que es históricamente la más «abandonada», por decirlo de alguna manera, pues operan principalmente vuelos nacionales) y han surgido una serie de dudas. ¿A cuánto podrían ascender estas obras y cuál debería ser su proceso de restauración? ¿Debería ser la Fundación la encargada de vigilar que el patrimonio se encuentre en condiciones óptimas? ¿Deberían tener algún conocimiento de ello los propios artistas —o sus herederos—?
«Pueden valer cientos de miles de euros»
Para resolver estas dudas de la mano de un experto, nos atiende Marisol Salanova, comisaria de exposiciones, crítica de arte y directora de Arteinformado. Se muestra bastante tajante al respecto: «No hay excusa para que las obras estén en mal estado. Hay aeropuertos en otros países con arte y este se conserva perfectamente», indica. «En el aeropuerto de Castellón, por ejemplo, hay una escultura de Ripollés. Cuando se dañó, el propio artista llevó a su equipo y la restauró. Es un artista polémico, pero la pieza se cuida porque él sigue vivo y pendiente. Esa es la diferencia: cuando hay alguien responsable, se actúa. No hay excusas para que las obras no se conserven bien, aunque estén en una zona de paso. Las condiciones de luz, humedad o temperatura pueden controlarse».
«Si las piezas tuvieran un seguro de obra de arte, sería carísimo y eso implicaría mantenimiento, pero me da la sensación de que estas obras están colgadas y olvidadas, aquí lo que hay es dejadez. Esas piezas hacen una función decorativa, no artística. Por su valor deberían estar en un museo o bajo condiciones museísticas». La comisaria nos explica también que hace años, cuando AENA compraba arte, lo hacía en ferias internacionales. «Compraban Gordillo, Broto, Arroyo, Tàpies… piezas de medio millón de euros. Luego, parte de la colección de AENA se donó. El MACA, el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante, alberga parte de esa colección, igual que la de la antigua Caja de Ahorros del Mediterráneo», señala.
‘El rapto de Europa’, de Fernando Botero, ubicada en las afueras de la T1, donde suelen estar concentradas personas ‘sintecho’. (P. P.)
Aunque Salanova señala que AENA/ENAIRE suele invitar a artistas contemporáneos (jóvenes que suelen vender sus obras por unos 5.000 o 6.000 euros) a exponer de forma indefinida y a donar sus cuadros a las distintas terminales del aeropuerto, ENAIRE asegura a El Confidencial que en el aeropuerto de Barajas no hay ninguna obra donada que pertenezca a la Fundación. Le preguntamos a la comisaria cuánto pueden costar los cuadros que se reparten por las distintas terminales —teniendo en cuenta que en 2021, por ejemplo, la obra ‘Metamorfosis (eco)’ (1960, tela metálica y alambre) de Manuel Rivera se vendió por 56.700 € en una subasta en París—.
«Las piezas de Rivera, Clavé o Botero pueden costar cientos de miles de euros. Un Botero puede valer un millón, se mueve mucho más dinero del que la gente imagina. Y están ahí expuestas, sin protección», explica.
Mural pictórico de Antonio Clavé en el interior de la T2, rodeado de las sillas y mesas de una terraza que no tienen una distancia mínima de separación con la obra. (P. P.)
Salanova también considera que habría que seguir una serie de pasos: primero, debería rastrearse la procedencia de cada pieza para saber si se compró directamente, si fue a través de una galería o si los herederos del artista siguen vivos. Si hay daños, se debería contactar con quien corresponda y llevar las obras a estudios de conservación. «No se puede reparar sin conocimiento. Lo normal sería que ENAIRE informara a quien vendió o creó la obra para que indicara cómo restaurarla. Los aeropuertos son espacios públicos —no es como si tuvieras expuesto un cuadro de una colección privada en tu casa—, y tener obras en mal estado da una imagen pésima de la marca España».
ENAIRE afirma que las obras serán «reubicadas»
Nos atiende vía mail Margarita Asuar, directora gerente de la Fundación ENAIRE, y señala que ha tardado en responder a este periódico, el cual ha tratado de ponerse en contacto con la Fundación en reiteradas ocasiones, porque quería comprobar antes el estado de las obras de Antoni Clavé y Manuel Rivera, que, según nos cuenta, fueron adquiridas en 1981, coincidiendo con la gran remodelación del aeropuerto.
Otras obras se encuentran en mejor estado de conservación, como ese el caso de este mural de Javier Clavo, también en la T2. (P. P.)
«Puedo adelantarle que, tras constatar que la modificación a uso comercial del entorno aeroportuario implica un riesgo para la adecuada conservación de ambas obras, he ordenado a la Directora de Conservación y Proyectos Culturales de Fundación ENAIRE que estas dos obras sean reubicadas y actualizadas de forma inmediata».
«Se ha ordenado que estas dos obras sean reubicadas y actualizadas de forma inmediata»
ENAIRE no aclara a El Confidencial cómo se encargan exactamente del mantenimiento de las obras del aeropuerto, aunque señala: «Las obras de la Colección ENAIRE instaladas en recintos aeroportuarios mantienen un estado de conservación razonablemente equilibrado, al ser espacios que están climatizados y al ubicarse siempre en lugares idóneos, según indicaciones de los expertos en conservación y en coordinación con los gestores aeroportuarios».
«Sin embargo, el cambio de usos y funcionalidades de los espacios aeroportuarios puede determinar la necesidad de un cambio de emplazamiento, como sucede con estas obras. Les tendremos informados sobre el nuevo emplazamiento de ambas obras en Barajas, así como sobre las novedades de la Colección ENAIRE en el recinto aeroportuario de Madrid», concluye.
Un mural escultórico de Manuel Rivera en mal estado, con pelusas y el irremediable polvo del paso del tiempo. Pintura levantada en un cuadro (Caminos en el aire) de Joaquín Vaquero Turcios. Un mural pictórico (Los guerreros de los puntos cardinales) de Antoni Clavé en una zona de paso, rodeado de sillas y mesas, donde no hay ninguna protección que evite que los pasajeros puedan acercarse y dañarlo. Un Botero rodeado de indigentes. El viajero cansado que aterriza en el aeropuerto Adolfo Suárez Barajas no lo sabe, pero se encuentra en un lugar que compite con muchos museos de arte: Miquel Barceló, Rafael Canogar, Eduardo Chillida, Luis Gordillo, el equipo Crónica, César Manrique, Gutiérrez Solana… son algunos de los nombres que decoran y dan color a un sitio de paso. Pero algunas de estas obras, en la actualidad, no se encuentran en buen estado. ¿Quién se encarga de ellas?