Por su condición de cantautor de voz peculiar especializado en despachar afilados retratos del lado salvaje de la vida, Joan Porta i Salse bien podría ser conocido como el Lou Reed de la Noguera, aunque su música se acerca más a una mezcla imposible entre Johnny Cash y Lo Parrano, el rey del garrotín. Aferrado a una guitarra española y bajo el nombre artístico de Gitano de Balaguer (pese a no ser gitano ni haber nacido en Balaguer), Porta lleva desde 1998 desarrollando una personalísima carrera en solitario marcada por los periodos de desaparición que imponen sus problemas de salud mental y que lo ha convertido en algo así como una figura de culto. El documental ‘El Gitano de Balaguer. El carro pel pedregar’, que este viernes se presenta en el festival In-Edit, repasa, con las dosis justas de dureza y sensibilidad, la trayectoria vital y artística de este poeta del exceso y el extravío.

«Este documental será como un espantapájaros, que los mantendrá un poco apartados», afirma Joan Porta en un momento de la película. Está hablando de las drogas. Acostumbrado a que sus canciones sean interpretadas como una invitación irresponsable al consumo de estupefacientes -es difícil eludir ese sambenito cuando manejas títulos como ‘El perico’, ‘Diumenge de grams’, ‘Cavall’, ‘Pericaire’, ‘Me paso al jaco’ o ‘Carajillo, canuto y raya’-, el cantautor confía en que el crudo retrato de su realidad que ofrece ‘El carro pel pedregar’ contribuya a deshacer ese malentendido y, de paso, aligere «la carga de culpa» que pesa sobre los drogodependientes y los enfermos mentales. «Es una carga de culpa que se crea uno mismo cuando mira a su alrededor -señala-. Ese entorno no lo puedes cambiar, pero el sentimiento de culpa, sí».

Nacido en 1966, Joan Porta se aficionó a la guitarra al ver las fiestas que organizaban los gitanos en el bar que regentaban sus padres en Balaguer. A los 18 años, montó el grupo de ‘rumbabilly’ Mocos Rojos y poco después pasó por su primer ingreso en un hospital psiquiátrico tras padecer un brote psicótico. Trabajó recogiendo fruta, como marinero y en la construcción, y a mediados de los años 90 comenzó su carrera en solitario, ya como el Gitano de Balaguer. Su primera maqueta, ‘Problemes de nas’, llamó la atención de Radio 3, que lo invitó a grabar un disco en Madrid, a pelo con su guitarra (‘Cuando queráis!’, 1998). El segundo álbum, ‘La màquina de ensofatar’ (2001), lo grabó en La Habana (ese es un episodio que merecería un documental por sí solo). Entre desfases drogotas y brotes esquizofrénicos, publicó un par de discos más y en 2011 se presentó a las elecciones municipales como candidato a la alcaldía de Balaguer (no entró en el consistorio por poco). En los últimos años, ha abandonado las drogas y el alcohol (no el tabaco ni el café) y se dedica a dar charlas sobre salud mental.

Un hombre solo

En una escena del documental, Joan Porta aparece en medio de una fiesta que se celebra a las puertas del bar La Rosaleda de Balaguer. Simplemente está ahí, mirando a su alrededor, sin interactuar con nadie, como un cuerpo extraño. Es un momento muy perturbador que, según David Fernández, director de ‘El carro pel pedregar’, retrata con bastante precisión el día a día del Gitano. «Joan es una persona que no se relaciona mucho con la gente en Balaguer. Es una presencia conocida en el pueblo y va siempre a los mismos sitios, pero apenas tiene contacto con nadie y casi siempre está solo». David Fernández es uno de los fundadores de Càmeres i Acció, una cooperativa que utiliza el audiovisual como herramienta de intervención social. También es de Balaguer y ha trabajado en numerosos proyectos en el ámbito de la salud mental. Que los caminos de ambos se cruzaran parece casi inevitable.

«Un día, hace un par de años, me acerqué a hablar con Joan y me explicó que había dejado de consumir y que estaba haciendo una serie de charlas de sensibilización sobre la enfermedad mental -relata Fernández-. Entonces le propuse grabar unas entrevistas para dejar constancia de ese momento que estaba atravesando y así fue como nació el documental. Lo fuimos construyendo poco a poco, con una sola cámara y un micro, él y yo y las personas que él ha querido que aparezcan». Además de esos testimonios, el director ha incluido también en la película material de archivo, fragmentos de actuaciones y un emocionante encuentro entre el Gitano de Balaguer y el cantautor punk zaragozano Manolo Kabezabolo, otro artista de los márgenes marcado por las adicciones y los probemas psiquiátricos.

El Gitano de Balaguer y Manolo Kabezabolo, en una imagen de 'El carro pel pedregar'

El Gitano de Balaguer y Manolo Kabezabolo, en una imagen de ‘El carro pel pedregar’ / CàmeresiAcció

Ninguneo institucional

«El documental es una forma de hacer justicia narrativa a una persona que carece del reconocimiento que merece, sobre todo en su entorno más cercano», apunta Fernández, que considera que ese ninguneo se debe en buena parte al «estigma» que arrastra Porta por su condición de extoxicómano y enfermo mental. «Al ayuntamiento le incomoda que uno de los mayores cantautores que ha tenido Balaguer sea alguien como él, un superviviente de los años 80. Es lamentable que no se le haya valorado nunca solo por un prejuicio». Ese prejuicio ha hecho, por ejemplo, que las autoridades municipales se mantuvieran completamente al margen de la producción de la película. «Ni siquiera han contestado los mensajes que les he ido enviando -explica el director-. Me ha llegado que en una reunión de la comisión de gobierno alguien llegó a decir que mejor no dar dinero porque ‘estos colgados se lo gastarán en droga’. Es muy fuerte».

Pese a las limitaciones que ha impuesto la estrechez presupuestaria, el proyecto se ha podido completar y ahora toca enseñarlo. «Para mí -destaca Fernández- es importante que Joan vea cómo lo ve la gente, cómo lo valora. Desde que estamos con la película, yo a él lo veo diferente, más contento, y con eso ya me doy por satisfecho. Es una buena persona que ha sufrido mucho. Ahora que cada vez va teniendo más problemas de salud, era el momento de hacer algo así». «Yo no voy a tirar la toalla -dice el Gitano de Balaguer en un momento del documental-, pero creo que se me está a punto de caer».

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