El pasado 8 de octubre la venezolana Ivonne Reyes cumplió 58 años y lo hizo en un período personal de transición, de cambios y retos. La presentadora deja atrás una etapa complicada en la que reconoció su ruina económica. «Me he acogido a la Ley de la Segunda Oportunidad», aseveró.
Sostuvo a principios de año Reyes que ha llegado a perder tres casas y 10 millones de euros. Una situación, qué duda cabe, límite que, poco a poco, va dejando en el pasado como puede y, sobre todo, con trabajo y reinvención.
Si algo caracteriza a la comunicadora es que no hay proyecto imposible para ella o que no quiera afrontar. Gran trabajadora, Ivonne mira siempre al futuro con optimismo y una sonrisa que no siempre ha estado pintada en su rostro. Hubo un tiempo gris que también quedó desterrado.


Ivonne Reyes, en una imagen reciente.
Gtres
El trabajo es un buen bálsamo para Ivonne, y en él está centrada al máximo. Según ha podido conocer EL ESPAÑOL, a corto plazo la presentadora se prepara para el estreno de una nueva temporada de su pódcast, La mirada de Ivonne.
Conviene puntualizar que en dicho formato Reyes aborda temas de crecimiento personal, bienestar y experiencias de vida. También, en ediciones anteriores, ha realizado interesantes entrevistas a personalidades de toda índole.
En paralelo, Ivonne también da consejos de nutrición en sus redes sociales y participa activamente en congresos internacionales como los organizados por PM-International, una multinacional alemana especializada en productos de salud, belleza y bienestar.
Hay que decir que, en esta última multinacional, Ivonne colabora como embajadora. Especial mención merecen en este punto dos personas clave en la vida de Ivonne, y también en su arrojo y ganas de seguir, de caer y levantarse: su hermana, Clairet, y su hijo, Alejandro Reyes (25).
La unión de Ivonne y su vástago es máxima. Ambos viven, en régimen de alquiler, en un piso situado en el barrio madrileño de Arturo Soria. Los dos se apoyan y se ayudan en todo lo que pueden. A Álex ningún trabajo le parece indigno y a sus 25 años ha hecho de todo.
Toda persona que conoce a Alejandro dice de él que es un joven que siempre ha luchado por su sueño: convertirse en actor. Y, en la línea de ese afán, Álex no para de trabajar, de formarse, de presentarse a castinas. Está labrándose un sólido futuro.
Él mismo ha admitido a EL ESPAÑOL que no está siendo un camino fácil, pero tampoco tiene prisa. Por eso, en período menos boyantes en cuanto a ofertas, Álex no duda en trabajar de lo que sea.
Hace un tiempo se dedicó a recoger aceituna, y el pasado mes de agosto debutó como camarero en Madrid. El también hijo de Pepe Navarro (73) fue captado tras una barra, en las fiestas de San Cayetano, en Madrid.
Tras aquellas imágenes, EL ESPAÑOL pudo charlar con una fuente próxima a la familia, y deslizó: «La persona a la que le sorprenda que un chaval se busque la vida para ser independiente de la forma que pueda es que no vive en este mundo. Esto es lo más normal«.
La formación de Álex
Este oficio temporal de camarero ha compaginado a la perfección con los sueños y metas de Alejandro.
El joven ha participado en cortometrajes, ha hecho figuración en películas, ha dirigido el podcast de su madre La Mirada de Ivonne, y ha sido candidato al Goya a Mejor Actor de Reparto por su papel en Balas y Katanas.
Alejandro sigue siendo un actor con formación en la New York Film Academy, donde se especializó en técnicas como Lee Strasberg, Meisner y Stella Adler. Pero como él mismo ha reconocido en varias entrevistas, el camino hacia el estrellato no es recto ni glamouroso.

Alejandro Reyes, en una imagen tomada en un acto público.
Gtres
«He trabajado recogiendo aceitunas, he sido camarero, he tocado muchas puertas. Esta profesión es una maratón, no un sprint», confesó a EL ESPAÑOL en una entrevista en julio de 2024.
«Mi madre ha cumplido los dos roles: madre y padre. Nunca he echado en falta una figura paterna», declaró a este medio. En su entrevista , Álex también reflexionó sobre el peso de su apellido: «He llegado a pensar que el apellido de mis padres me ha condicionado como actor».
Y apostilló: «A veces ayuda, pero otras te encasilla. Yo quiero que me valoren por mi trabajo, no por mi historia familiar». Huelga decir, porque es algo que se debe subrayar, que Alejandro no se deja arrastrar por la polémica judicial que han protagonizado sus padres durante años.
Polémica paternidad
Es Álex un joven al que no le falta cariño, arropo y buenos consejos. Tiene una red potente de afecto a su alrededor. Puede presumir de ser una persona bien querida, a pesar de los pesares.
Cumplió los 25 años el pasado mes de abril, en un trance un tanto agridulce y convulso después de que su paternidad volviera a colocarse en primera línea televisiva y del papel couché.
Llovía, en realidad, sobre mojado. Él, Alejandro, pasa olímpicamente de lo que se diga o se especule. Igual le da que se asegure que hay por ahí una presunta familia biológica que podría probar que no es hijo de Pepe Navarro.
Falacias intencionadas que no le hacen el menor daño. Álex cree a su madre y, sobre todo, se apoya en una sentencia firme.
Es hijo legal y biológico del conductor de Esta noche cruzamos el Mississippi. Así lo dictó un juez y ante una cosa probada nada hay que hacer. Alejandro vive su vida y no quiere ni oír hablar de la prensa ni de entrevistas. Nunca se ha sentido cómodo abordando su parcela más íntima.
Lo ha hecho y tiene claro que ése no es el camino que él desea trabajar. Se ríe de todo y le resta importancia a cada cosa que le llega. Poca, porque procura ni leer ni informarse.