Hace unos años fue el Joker. En los últimos, dominaba El juego del calamar, con una temática más de intriga que de terror. Y este 2025, la cartelera, las librerías y, en general, la cultura popular parece haber vuelto a los ataúdes, los castillos, los cementerios y los bosques sombríos propios del terror gótico.

No es casualidad que en estas semanas dos de los estrenos de la temporada lo hayan marcado dos figuras clásicas: la de Frankestein, de la mano de Guillermo del Toro protagonizada por Jacob Elordi, en cines desde el pasado 24 de octubre y desde el 7 de noviembre también en Netflix; y la de Drácula, de Luc Besson, que se estrenará el próximo 21 de noviembre. 

Pero también el regreso a las bibliotecas de las obras de Mary Shelley y Bram Stoker: en la pequeña pantalla con Miércoles; en la música, con la última gira de Lady Gaga, The Mayhem Ball; y en los maquillajes y la moda, con encajes en la ropa y tonos oscuros en los ojos como tendencia reina.

Un regreso a la monstruosidad más clásica que se ha dado también en otras figuras como la de Nosferatu de Robert Eggers, con la cinta estrenada el pasado 2024, que revisitaba el clásico del expresionismo alemán de 1922 basado en la leyenda folclórica alemana. 

Sin embargo, para los expertos esto no es casualidad y, aunque admiten que no todas las nuevas producciones son de la misma calidad, creen que hay varios motivos detrás de este regreso a lo clásico más allá de que son recursos que nunca pasan de moda.

Lo gótico en tiempos revueltos

Para Marjorie Eljach, directora del festival Sui Generis y experta en cultura gótica, la vuelta en auge de lo gótico puede que se deba a una cuestión puramente psicológica e incluso sociológica. «Quizá se deba a la exploración que el terror gótico clásico hace de los miedos más profundos del ser humano. Además el resurgimiento del género siempre se ha visto marcado por tiempos de crisis», explica a El HuffPost. 

«La literatura gótica surge como una respuesta a la Ilustración, y actualmente vemos el resurgimiento a través de subgéneros como el gótico marxista o el gótico andino y el suburbano, que reflejan problemas económicos y sociales haciendo uso de las atmósferas y espacios similares a los propuestos en los relatos y novelas originales, pero ajustados a entornos contemporáneos», detalla.

 

Bela Lugosi como ‘Drácula’ en 1931.Getty Images

José Mellinas, director de la web Terror Acto, cree que también surge como una respuesta a la era más tecnológica y etérea que vivimos. «Creo que responde, en parte, a una necesidad de volver a lo tangible, a lo atmosférico. Durante años, el terror ha estado dominado por lo hiperrealista o lo conceptual, por un tipo de cine más psicológico o metanarrativo. Pero el gótico, con su textura, su melancolía y su romanticismo oscuro, supone una forma de miedo que también es belleza. Quizá echábamos de menos eso», recuerda.

Mellinas lo califica como «un refugio estético en tiempos de ruido digital» y que eso precisamente atrae al público actual que busca romper con esto y experimentar con sensaciones más artesanales.

 

Boris Karloff como ‘Frankestein’ en 1931.Getty Images

En ese juego entre la fantasía y el terror, Eljach apunta que «el gótico es más sutil que lo que entendemos como terror al uso» debido a las metáforas que utiliza. Algunas de ellas pueden ser los miedos ocultos o lo desconocido a través de la oscuridad, los traumas o recuerdos reprimidos a través de los fantasmas o espectros, los vampiros como crítica al orden social y a lo prohibido, y las ruinas y castillos sombríos como símbolo de la decadencia.

«En ese sentido es más profundo porque no requiere del efectismo del terror. No toda historia gótica es de terror, pero sí apunta hacia lo que como humanos nos atormenta», explica la experta, que cree que hay un acercamiento desde lo gótico a asuntos contemporáneos.

«El gótico, con su textura, su melancolía y su romanticismo oscuro, supone una forma de miedo que también es belleza»

José Mellinas, director de ‘Terror Acto’

La ola de los remakes en Hollywood y el regreso del Tim Burton más clásico

Aunque hay ficciones góticas de nuevo cuño como la película Sinners o la cinta de 2011 El despertar de los muertos, buena parte de este nuevo auge llega de la mano de remakes de personajes clásicos que quieren devolver a la vida a Bela Lugosi o Boris Karloff. 

Para Eljach, aunque opina que es «una cuestión de gustos» considera «innecesario» el remake de Nosferatu, pero matiza que «es posible que estos directores que crecieron con esas películas sientan la necesidad de revisitarlas y aportar su propia mirada».

Mellinas no coincide con Eljach y cree que la reinterpretación de Eggers tiene una «verdadera intención de diálogo con el material original» y cree que en Hollywood «más que una falta de imaginación», hay una «necesidad de volver a los mitos de siempre desde una sensibilidad contemporánea». «No podemos contar el mismo Drácula de 1931 en 2025, pero sí podemos preguntarnos qué nos dice hoy sobre el deseo, el control o la soledad. Que lo consigan o no ya es otra cosa», explica. 

 

Imagen de ‘Drácula: a love tale’, de Luc Besson.Canal +

Para la experta, el terror gótico va mucho más allá de una estética y tiene mucho que ver con «el tono y el tipo de historia que se cuentan». «Favorece la introspección, los dilemas morales, el peso de la culpa o la herencia maldita. Todo eso influye en los nuevos relatos de terror, que creo que están recuperando una dimensión más emocional y menos dependiente del susto o del llamado shock value».

«Favorece la introspección, los dilemas morales, el peso de la culpa o la herencia maldita. Todo eso influye en los nuevos relatos de terror, que creo que están recuperando una dimensión más emocional»

Marjorie Eljach, directora del festival Sui Generis y experta en cultura gótica

«Las tramas al final siempre son las mismas: lo que nos atormenta, los fantasmas, la muerte, los miedos atávicos, etc. Lo que varía es la forma de narrar. La cuestión es si esas formas de narrar se hacen con gracia y son un acierto o un despropósito, pero allí ya entramos en el territorio sagrado del ‘gusto personal», argumenta Eljach.

Aunque la cultura gótica siempre ha estado asociada a lo «marginal» o lo «extraño», como ha utilizado Lady Gaga a sus monstruos en su discurso a lo largo de prácticamente toda su producción, y especialmente en esta última gira, algunos fenómenos pop mainstream hacen que se vuelvan populares.

 

Fotograma de ‘Frankestein’ de Guillermo del Toro.Netflix

Muestra de ello es que Miércoles, la serie de Tim Burton para Netflix protagonizada por Jenna Ortega, se haya convertido en todo un fenómeno que haya situado su vestuario como uno de los disfraces estrella para este Halloween. 

«Con todo, la serie ha ayudado a reabrir la puerta a una sensibilidad gótica más pop, más accesible. Ha recordado al público joven que lo oscuro también puede ser elegante, divertido y profundamente humano», explica Mellinas. «Esa estética, que combina lo siniestro con lo sentimental, está impregnando tanto la moda como las producciones audiovisuales y también forma parte del legado de Burton», señala el experto.

Eljach recuerda que «Burton tiene una estética muy personal influenciada por el expresionismo alemán y el cine de terror clásico» y que su cine ha marcado impronta en la cultura popular y, especialmente, en la ilustración. «Muchos ilustradores actuales se inspiran en su obra que a su vez está influenciada por Edward Gorey», recuerda la directora de Sui Generis.

 

Jenna Ortega como Miércoles en un fotograma de la serie de Netflix.Netflix

Del terror cotidiano al body horror basado en la Cenicienta: las recomendaciones góticas de este Halloween

Al preguntar a ambos especialistas sobre una cinta de esta temporada, Mellinas destaca el remake de Frankestein de Del Toro. Pero también otras producciones independientes, que «exploran esa melancolía romántica desde lo cotidiano, y creo que ahí está el verdadero pulso del género en esta temporada de Halloween: en volver a sentir el terror como algo hermoso y trágico a la vez». 

Aunque en este caso se trata de un clásico revisitado, Eljach apuesta por La hermanastra fea, de Emilie Blichfeldt: «Es una historia de terror gótico con tintes de body horror que me ha fascinado porque cuenta la historia de Cenicienta desde el punto de vista de las hermanastras, y apunta claramente a temas como la insatisfacción con el propio cuerpo y la necesidad de cumplir con estándares de belleza impuestos por la sociedad, lo cual es uno de los terrores más comunes en la época actual».

Siguiendo con esta visión feminista y actual también de los clásicos, el director de Terror Acto recomienda no perderse el próximo 2026 la «intimista» ¡La novia! de Maggie  Gyllenhaal, que revisita el clásico La novia de Frankestein.