‘First Dates’ abrió sus puertas este viernes 31 de octubre para celebrar la noche más tétrica y tenebrosa del año. Carla (48) experimentó durante su paso por el programa de Cuatro verdadero terror… Y no por precisamente por culpa de … Halloween.
La brasileña aspiraba a encontrar en el restaurante a un hombre a su altura que cumpliera con su sueño, «que me regale un Ferrari con lazo rojo». En nada se ajustaba Paco (47), un empresario alicantino «un poco sinvergüenza», a las fantasías de Carla. Conocerlo se sintió para la soltera como recibir un jarro de agua fría, y desde el minuto uno quiso salir por patas del local. «No es mi tipo para nada. Casi doy la vuelta, no lo he hecho por no hacer el feo», confesó en los totales. De hecho, el primer cara a cara le recordó al malo de ‘Los pitufos’. «Se tenía que haber hecho las cejas por lo menos. Tenía los pelos de Gárgamel».
Mientras tanto, Paco permaneció totalmente ajeno al rechazo le causó a la brasileña. La llama del deseo se le encendió al soltero en el acto cuando la vio aparecer por la puerta y puso toda la carne en el asador desde que la conoció. Aunque el resultado del intento de seducción surtió el efecto contrario a lo que él esperaba.
Para romper el hielo, el empresario se empeñó en enseñarle a Carla el tatuaje que escondía debajo de la camisa con su segundo apellido, de origen ucraniano. Verle el «pecho de Van Damme» a su acompañante sin ni siquiera haber comenzado a cenar era lo último que le apetecía a ella.
La cita, casi un monólogo de Paco
A partir de ahí, Paco tomó la palabra y no la soltó. En vez de una conversación la cita se convirtió en un monólogo del soltero presumiendo de sus viajes, de su mano para la cocina, de su título de patrón de yate, de hablar inglés, de practicar deportes acuáticos, deportes de riesgo y hasta de haber obtenido un cinturón en artes marciales «¡Madre mía, tú eres todo!», ironizó su acompañante. El alicantino admitió que hay una cosa que le gustaría hacer y no puede, «ir a la Luna».
Ante el equipo del programa, Carla manifestaba su hartazgo tirando de sarcasmo. «Él es todo: patrón de yates, motos de agua, astronauta, cocinero… ¡Bah!». El siguiente movimiento de Paco fue alabar el físico de su cita. «Estás espectacular», comentó, para acto seguido insistir en que quería darle un mordisco en el cuello o, en su defecto, un masaje en el cuello.

Carla y Paco en la barra del restaurante
Cuatro
La soltera lo frenó en seco dejándole claro que no le gustaban ese tipo de gestos. Una vez más se preguntó de forma retórica, «¿dónde voy yo con un hombre así?». «No tiene personalidad, no tiene carácter… Un hombre así no me gusta para nada», insistió en privado.
Harta de escucharlo, Carla cortó la perorata de Paco apremiándose a que se terminara la cena más rápido. «Eres muy mal comedor…», le reprochó, aguantando su desesperación por salir de ahí. De nuevo volvió a desahogarse frente a las cámaras, admitiendo que la había puesto nerviosa. «Yo a este hombre le mataría viviendo conmigo. Es muy lento en todo». Paco, sin embargo, achacó la actitud poco habladora de su cita a que estaba vergüenza. «Guapa, pero cuando la he ido conociendo creo que no es muy divertida».
Todavía faltaba el último asalto en la intimidad del reservado, donde les tocó bailar un vals gótico. Carla se tuvo que aguantar las ganas de encender las luces y dar la fiesta por finalizada. Decepción fue el balance de su participación en el ‘dating show’, incluso pensó que «no tenía que haber venido».