El Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA) ha liderado una investigación que plantea un escenario inédito en la búsqueda de vida extraterrestre: fragmentos de ADN podrían resistir más de 100 millones de años en las rocas de Marte, actuando como biomarcadores de vida pasada.

El estudio, publicado en la revista científica Communications Earth and Environment, ha sido dirigido por la doctora María-Paz Zorzano del CAB, 3specializada en física planetaria, geoquímica y procesos de habitabilidad en Marte, y constituye un avance significativo en el campo de la astrobiología.

El trabajo se inspira en un hallazgo clave del rover Curiosity, que detectó carbono orgánico y moléculas simples en rocas sedimentarias de 3.500 millones de años en el cráter Gale. A partir de ese descubrimiento, el equipo del CAB se preguntó si el ADN (una molécula compleja que almacena la información genética de los seres vivos) podría haber resistido las duras condiciones marcianas y conservar fragmentos identificables.

Para comprobarlo, los investigadores emplearon rocas sedimentarias terrestres análogas a las de Marte, con contenidos de carbono orgánico similares a los detectados por Curiosity. Estas muestras, procedentes de distintos entornos geológicos, albergaban microbiomas adaptados a reutilizar el carbono de la roca y a desarrollar reacciones metabólicas basadas en la química de los minerales.

El ADN, un biomarcador capaz de resistir en Marte

Con apenas medio gramo de cada muestra, el equipo logró extraer y secuenciar cientos de miles de nucleobases mediante tecnología de secuenciación por nanoporo, en un entorno ultralimpio para evitar contaminación. Posteriormente, las rocas fueron expuestas a dosis extremas de radiación gamma, equivalentes a más de 100 millones de años de exposición superficial en Marte.

Los resultados fueron concluyentes: mientras que las moléculas orgánicas simples (como aminoácidos o lípidos) se degradan con rapidez, el ADN, por su estructura más larga y estable, puede mantener fragmentos reconocibles. Incluso tras sufrir roturas y daños irreversibles, entre el 1,5 % y el 8 % del ADN resultó secuenciable, permitiendo realizar asignaciones filogenéticas de los microorganismos originales.

“Nuestros resultados refuerzan la idea de que el ADN es uno de los mejores candidatos para detectar señales de vida en ambientes extremos y planetarios”, señala la doctora Zorzano. El hallazgo demuestra que la molécula esencial para la vida puede conservar información biológica a lo largo de millones de años, incluso bajo condiciones de radiación y aridez extremas.

Implicaciones para las futuras misiones a Marte

El análisis reveló además que cada tipo de roca contenía un microbioma característico, en algunos casos adaptado a entornos de extrema sequedad y en otros al aprovechamiento del hierro como fuente energética. Estos resultados sugieren que las rocas sedimentarias podrían haber actuado como refugio natural para la vida en el Marte primitivo.

El descubrimiento coincide con un momento decisivo para la exploración marciana. El rover Perseverance de la NASA, que opera en el cráter Jezero del planeta rojo, ya ha identificado rocas con biomarcadores prometedores, mientras que las misiones Mars Sample Return (programa conjunto de la NASA y la Agencia Espacial Europea) y Tianwen-3, impulsada por China, preparan el retorno de muestras marcianas a la Tierra para su análisis en profundidad.

Según el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), las técnicas actuales permitirían analizar medio gramo de roca marciana y obtener información biológica suficiente para avanzar en la respuesta a una de las preguntas más trascendentes de la ciencia: ¿estamos solos en el universo?