«El abuelo de esa niña vive en el pueblo», dijo una navidad un vecino de Zarza la Mayor al ver aparecer a Amaia Montero en la televisión. Su nieta pensaba que había perdido el oremus. «Pero si es una cantante famosa, ¡cómo va a ser de aquí!«, le respondió. Así era, la vocalista de La Oreja de Van Gogh que ahora vuelve a estar en la cresta de la ola tras anunciar su regreso a la banda el pasado 15 de octubre, tiene raíces extremeñas.
Su padre es de la localidad cacereña de apenas 1.134 habitantes. Juan Gregorio Montero, primo lejano de la artista y conocido como ‘El herrero’, cuenta que a los 17 o 18 años se marchó a Irun (Guipúzcoa), donde posteriormente nació Amaia. «Nunca había vuelto aquí, yo no había hablado con él y tampoco conocía a nadie de la familia en el pueblo», señala Montero.
Aquel 2006
Fue durante las fiestas del 24 de agosto de 2006 cuando la cantante pisó por primera vez Zarza la Mayor, casi por casualidad. «Algunos paisanos de aquí que viven en Irún me facilitaron su teléfono, porque yo era alcalde. Hablé con ellos y su padre estaba encantado de venir, pero jamás pensé que Amaia apareciese, porque en aquellos momentos estaba en la cúspide de la música«, recuerda.
El mundo es un pañuelo y el entonces edil de la localidad guipuzcoana también tenía ascendencia zarceña, de la familia de ‘Los Claveros’, y ese año fue invitado a las fiestas para dar el pregón, en el que se rendía homenaje a José Montero, padre de la artista. Le entregaron un ramo de flores y Amaia subió con él al balcón para saludar al público.
«En el pueblo siguen recordando que no cantó en el balcón»
«La gente empezó a gritar ‘¡que cante, que cante!’. Ella subió ya un poco atosigada, porque en un pueblo tan pequeño, sin control ninguno, todo el mundo quería darle un beso o hacerse una foto. Se quisieron acercar tanto que se agobió y llegó a marearse», relata su primo.
En aquel momento no pudo cantar, quizá por la situación interna que atravesaba el grupo musical. «No quería fallar a los vecinos, pero el pueblo se quedó un poco frío y todavía me echan en cara que le faltó cantar algo», bromea Juan. Asegura, además, que Amaia era una «persona incógnita» en Zarza, porque aunque conocían el apellido Montero, nadie sabía que existiera una conexión directa con Extremadura. Fue él quien la descubrió durante su etapa como alcalde.
Concierto en Don Benito
Cuenta también que aquel fin de semana durmieron todos en su casa. «Estuve con ella dos días y lo pasamos genial. Su padre era encantador y su madre igual. Fue muy fuerte porque mis hijos eran pequeños, ella era muy famosa, y, de repente, estaba fregando los platos con mi mujer«, recuerda entre risas.
A principios de septiembre los invitó a un concierto en el campo de fútbol de Don Benito. «Estaba completamente lleno, me dedicó una de sus canciones, entramos en el camerino y luego nos fuimos a comer con todo el grupo», concluye.
En su momento, le prometió a Juan que algún día volvería al pueblo para cantar allí. Ahora, casi dos décadas después, no sería extraño que Amaia Montero reapareciera en Zarza junto a uno de los grupos de pop más importantes de España: La Oreja de Van Gogh.
Regreso a la banda
Y es que su regreso a la banda ha sido todo un éxito. La gira ‘Tantas cosas que contar Tour 2026’ agotó 100.000 entradas en una hora y ha obligado a sumar nuevas fechas en ciudades como Madrid, San Sebastián y Barcelona. Así es como Amaia Montero cierra el círculo a sus 49 años: ha encontrado la paz en su Irun natal y vuelve con los chicos con los que empezó su carrera.
Aquella que nació a finales de los 90, cuando aún coleaban el grunge y el britpop, aunque la cantante nunca cayó en la tentación de dar conciertos en chándal ni con un solo pelo fuera de su sitio. Fiel a sus mechas, se presentaba en los dosmiles como la aseada solista de un grupo de universitarios. Tras enviar una maqueta a Sony Music, mintieron como bellacos asegurando que tenían 25 canciones, cuando en realidad apenas contaban con cuatro.
Se encerraron todo el verano del 97, compusieron casi una veintena de temas en dos meses, y así eran las letras. Pero la dulce voz de Amaia convertía en irresistible cualquier ñoñez. Su primer disco, ‘Dile al sol’, fue un éxito inmediato. Tras ‘El viaje de Copperpot’, la suerte estaba echada. Y lo consiguieron. Vendieron más de ocho millones de discos hasta 2007 y se convirtieron en el grupo español con mayores ventas del siglo XXI.
Entonces Amaia decidió emprender su carrera en solitario y aunque no le fue nada mal, no tardaron en aflorar sus problemas de depresión y ansiedad. Y, ahora, es el momento de, como ella misma dice, «sentir que el tiempo nos estaba esperando donde lo dejamos».
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