Había que frotarse los ojos y volver a mirar al césped para asegurarse de que era el Alavés el equipo que bordaba el fútbol en … unos primeros veinte minutos de ensueño. Mendizorroza levitaba con el tempranero gol de Denis Suárez, pero sobre todo con la intensidad y el acierto de una escuadra albiazul desatada. Era un arranque para recordar. Y es que una cosa es empujar con los músculos y encerrar al rival a base de presión, y otra añadir al catálogo habitual de los modestos el juego rápido y preciso que suele reservarse a los mejores. Y, además, con una catarata de ocasiones (Toni Martínez, Yusi, Calebe…) que bien pudo empapar por completo al Espanyol antes de que la escuadra catalana recordase siquiera que se encontraba sobre el césped.
Alavés
Sivera; Jonny, Tenaglia, Parada, Yusi (Benavídez, m. 86); Blanco, Denis (Pablo Ibáñez, m. 76), Calebe (Carlos Vicente, m. 60), Aleñá (Abde, m. 60); Lucas Boyé y Toni Martínez (Guevara, m. 60).
2
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1
Espanyol
Dmitrovic; Sánchez (El Hilali, m. 73), Riedel, Cabrera, Romero; Expósito, Lozano (Urko, m. 80), Jofre (Roberto, m. 46), Roca (Dolan, m. 46); Milla y Kike García (Terrats, m. 61).
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Goles:
1-0. M. 5. Denis Suárez; 2-0. M. 40. Lucas Boyé; 2-1. M. 56. Roberto Fernández. -
Árbitro:
Cuadra Fernández. Amonestó a los los locales Denis Suárez (m. 67) y Parada (m. 93) además de los visitantes Dolan (m. 86) y El Hilali (m. 86). También expulsó al local Boyé por doble amarilla (m. 36 y m. 91). -
Incidencias:
17.149 espectadores.
Pero, claro, pensar en un día tranquilo en el Paseo de Cervantes es algo así como encontrar una semana de ocho días. Así que el equipo vitoriano pasó de la exquisitez a la supervivencia y terminó pidiendo la hora y hasta el reloj al colegiado Cuadra Fernández. Ya con diez jugadores tras la expulsión de un Lucas Boyé que, pese a ello, podría ponerle un marco a su partido y llevárselo a casa. Gol del argentino para doblar la ventaja alavesista al borde del descanso y una exhibición física y técnica para convertir en atribulados juveniles a los centrales del Espanyol. A pesar de todas las virtudes albiazules, nada hubiera extrañado un empate en una mala segunda parte que acabó en agonía de siete minutos de descuento y opciones para los visitantes. Así es la Liga. Esa en la que el triunfo permite mantener la tranquilidad y pensar en que ese pasito adelante que se pedía en el inicio del campeonato es posible. Quizás ya esté aquí. Por los quince puntos sumados y, sobre todo, por esa sensación de equipo con recursos. También desde el banquillo, aunque esta vez los cambios cambiaron poco.
Un vendaval y 1-0
Coudet había optado por un cumplidor Parada para sustituir al lesionado Pacheco y el Alavés tiraba con esa defensa de circunstancias que forman cuatro laterales. No fue el día de Jonny ni tampoco Yusi sobresalió. Pero el Alavés no los necesitó de inicio. Resultó un vendaval futbolístico que azotó a un Espanyol sin respuesta. Velocidad, trepidantes conexiones entre líneas, brillantez de Blanco, Denis, Aleñá, Calebe, omnipresencia de Boyé, trabajo de Toni Martínez. Frente a un adversario que tiró del exalavesista Kike García como único punta y sólo reaccionó más tarde. Lo hizo con valentía, ya tras el 1-0, y con pocas ocasiones claras, pero sí presencia ofensiva. Varios rebotes favorecieron a los albiazules en el área propia, Parada sacó un balón bajo palos. Hasta que Boyé, además del mejor, fue el más listo. Se aprovechó del tierno Riedel para robar el balón en un rincón del área, encarar con decisión y marcar en un obús al palo corto. 2-0 y duelo encaminado.
Con un Espanyol en la lona, su entrenador optó por incluir un segundo punta (Roberto), llevar a Pere Milla a la izquierda y al escurridizo Dolan en la banda derecha. Y la escuadra visitante fue otra. Mejoró con más presencia en el área y se adueñó del balón sin que el Alavés lograra cambiar el ritmo. Roberto marcó pronto el tanto visitante y tampoco la entrada de Carlos Vicente, Abde y Guevara -el triple cambio ya es un clásico de Coudet- alteró el monopolio del conjunto catalán.
2-1 y gran sufrimiento
Apenas una contra albiazul donde a Carlos Vicente se le escapó el 3-1. Lo demás era una búsqueda constante de Boyé. Tanto era así, que el técnico evitó el cambio pese a que Mariano parecía preparado y el argentino rozaba la expulsión que después llegaría. Claro que siempre es complicado sacar del campo a un jugador que te da tanto.
Y el Alavés tiró de resistencia y también, es verdad, de cierta fortuna en algunas acciones con balones muertos en posiciones delicadas. Pablo Ibáñez también había entrado para añadir kilómetros de presión y Protesoni fue el último recurso, de central, para llevar a Parada a la banda izquierda. Cualquier cosa pudo pasar en el tramo final, pero el cuadro vitoriano se sostuvo ahí, en el alambre. Para sumar el cuarto triunfo de la temporada, aferrarse a la zona templada de la tabla y volver a lanzar, por juego e implicación, la promesa de completar una campaña atractiva y provechosa.