Juaco Vil no vive de la música, pero su vida late al ritmo de ella. Tiene 41 años, es de Cedemonio (Salas) y reside en Cornellana. Trabaja de repartidor, un oficio que tiene poco que ver con su verdadera vocación, esa que lleva cuerdas, distorsión y una voz «sincera» que no edulcora lo que piensa. «Empecé tarde, con 19 años. Fue por necesidad, como una válvula de escape«, recuerda sin dar más pistas ni buscar «un lado poético o dramático: pasó». Ahora, tras varias etapas, bandas y silencios, lanza su segundo disco en solitario con un título tan sugerente como provocador: «Polémico manual de aterrizaje». Antes de que acabe este año, será una realidad.

Sus inicios fueron con amigos, como casi todas las cosas buenas. La primera banda se llamó «Ulán Bator» —sí, como la capital de Mongolia—, un grupo de rock con letras en castellano que publicó un único disco entre 2003 y 2005: «Primer asalto». «Lo dejamos por diferencias musicales. No hubo malos rollos ni enfados», aclara Juaco, que intentó después montar nuevos proyectos con músicos de la zona. No hubo suerte.

«Entre 2007 y 2012 paré. Dejé bastante de lado la guitarra, las canciones… todo», reconoce. Pero el rock, cuando es de verdad, siempre vuelve.

Ciudadano Vil, la banda de amigos

En 2014 nace «Ciudadano Vil», su banda actual. Ensayos, nuevas canciones, y una formación que, más que un grupo, es un buen grupo de amigos. «Siempre he hecho música con amigos. No somos músicos profesionales que se juntan para tocar; salimos a pasarlo bien. Esa es la clave», explica. El primer concierto llegó en 2016.

Foto promocional de su carrera.

Foto promocional de su carrera. / J. V.

Desde entonces, han tocado en distintos puntos de Asturias. «Estamos en el mejor momento del grupo», opina, aunque reconoce que él sigue con su apuesta musical en solitario. Todo lo que hace está autoproducido, sin sello ni discográfica, y eso le permite mantener la libertad total. “No tengo ninguna expectativa comercial. Me lo pago yo, lo organizo yo. Hago lo que quiero, sin presiones. Tardo más, sí, pero compensa”, admite.

Un disco propio, un camino independiente

En 2022 se animó con su primer disco en solitario. Se tituló «Asiento y ventanilla». ¿Cómo lo define? un trabajo con aroma a rock clásico y toques country porque sus influencias e inspiraciones son claras y no las esconde: José Ignacio Lapido, Los DelTonos, y algo del espíritu de Creedence Clearwater Revival. Letra y música son suyas. El nuevo álbum, «Polémico manual de aterrizaje» sigue esa línea, aunque con una producción más cuidada.

«Toco la guitarra y canto. También me encargo de buscar estudio, músicos, grabar, hacer los videoclips, diseñar la portada… Todo», cuenta. En este segundo disco ha contado con sus colaboradores habituales: Daniel Barrero (batería, de Belmonte), Javier Colero (Avilés), Guillermo Quiroga (Salas), Ramón Rodríguez (Salas), Verónica Rodríguez y Álvaro Bárcena. Con Ciudadano Vil se suman otras nombres: Óscar López (Grado) y Alberto Collar (Cangas del Narcea).

Juaco Vil

Juaco Vil / J. V.

El disco estará disponible antes de que acabe el año, tanto en formato físico —»supongo que en tiendas como «La Bomba» o «Librería Paraíso»— como en plataformas como YouTube y Spotify. También prepara videoclips para acompañar la presentación.

Sin ataduras y sin autocensura

Juaco es claro al hablar del panorama actual: «Veo mucha autocensura en la música de ahora, y eso me parece un retroceso. Intento no hacerlo. A ver, nadie está libre de autocensurarse, pero ofender es parte del arte desde que el arte existe. No es nada nuevo”.

Aunque no le da para vivir, reconoce que la música ocupa una gran parte de su vida. «Muchos fines de semana del año estás en la carretera, de concierto en concierto. Pero si pudiera no trabajar, el resultado sería más profesional… Aun así, no lo uso como excusa», aclara.

Y lanza una reflexión que podría ser un estribillo pegadizo: «La gente se queja de que no tiene tiempo, pero el tiempo es una excusa. Si quieres, lo encuentras. Otra cosa es implicarse».

El futuro

Sigue componiendo. Sigue ensayando y sigue tocando. Y tiene una crítica para el gran público. A su juicio, “hay poco interés por descubrir cosas nuevas. La mayoría solo quiere oír las canciones de siempre”.

Aun así, no se rinde. Mientras haya ideas que contar y una guitarra a mano, Juaco Vil seguirá firmando canciones sin pedir permiso. Dejando hacer y haciendo con su guitarra, la mejor amiga y quien le acompaña desde hace 22 años.