Madrid

La fiscalía de París ha confirmado este domingo que el robo de joyas en el Museo del Louvre no lo cometió una red profesional, sino delincuentes comunes. Los sospechosos, dicen, son vecinos de Seine-Saint-Denis, una zona al norte de París, y no tienen vínculos con las altas esferas del crimen organizado. El fiscal Laure Beccuau descarta por ahora la implicación de mafias internacionales.

Entre los acusados figura una pareja con hijos, cuyo ADN aparece en el ascensor utilizado durante el robo. Ambos están en prisión preventiva y niegan su participación. Otros dos hombres también están detenidos y admiten parcialmente su implicación. Uno de ellos ya estaba bajo supervisión judicial por robo agravado.

Según la investigación, dos de los implicados accedieron a la Galería Apolo del Louvre tras escalar hasta un balcón utilizando una grúa. Una vez allí, rompieron una ventana con sierras radiales y emplearon las mismas herramientas para destrozar las vitrinas que protegían las joyas del Tesoro Real francés.

Tras hacerse con las piezas, los ladrones huyeron en dos motos T-Max que los esperaban en el exterior, conducidas por los otros dos miembros del grupo. La fiscal de París, Laure Beccuau, ha confirmado que por el momento las joyas sustraídas no han sido recuperadas.

Un robo muy veloz

El robo ocurrió en menos de siete minutos, a plena luz del día, con un camión grúa robado y scooters. Los ladrones se llevaron joyas históricas valoradas en 88 millones de euros, entre ellas un collar de esmeraldas que Napoleón I regaló a María Luisa y una diadema con más de 2.000 diamantes que perteneció a la emperatriz Eugenia.

Uno de los autores permanece prófugo y la fiscalía no descarta que haya más cómplices. Los investigadores rastrean ahora posibles canales de venta en el mercado negro, aunque no confirman avances en la recuperación de las joyas. .