Ausencia, desinterés e incapacidad son los rasgos de la dirigencia del Valencia CF que ha replicado el equipo en estadios como los del Real Madrid y el FC Barcelona. Dos caras de una misma moneda, la de un club que a fuerza de negligencias tanto en los despachos como en los campos ha desaparecido del circuito de los grandes.
Sin presencia entre los mejores de la Liga, la entidad de Mestalla encadena casi seis años sin formar parte de las competiciones UEFA. Un contexto, sin la fuente de ingresos más sólida en el mundo del balompié, que influye también temporada a temporada en la confección de las plantillas. Impotentes para hacerse sitio en la zona europea, que abre la puerta de la inversión en fichajes en las ventanas de verano. Todo un laberinto de desgracia en que los Lim tienen metido a un histórico del fútbol nacional y continental.
Pasado el primer cuarto de la temporada, la apuesta por ocho fichajes utilizando menos de 12 millones de euros no ha funcionado. Tan solo dos han rendido aceptablemente tras las 11 primeras jornadas: el portero Julen Agirrezabala, cedido por parte del Athletic Club, y Arnaut Danjuma, fichado gratis aunque con bonus por rendimiento para el Villarreal CF. El resto, por el momento, ofrece más oscuros que claros: José Copete, Baptiste Santamaría, Dani Raba, Lucas Beltrán… y los lesionados, Filip Ugrinic y Largie Ramazani.

Agirrezabala, cedido por el Athletic, en un entrenamiento de esta temporada en Paterna / VCF Media
Deficiente aportación en la confección de plantilla
La aportación del CEO de Fútbol, Ron Gourlay, y la dirección deportiva al equipo resulta, a estas alturas, más que deficiente. La solidez defensiva de la segunda vuelta del curso pasado con Carlos Corberán se ha esfumado. Cristhian Mosquera y Yarek Gasiorowski, vendidos por alrededor de 26 millones, han sido reemplazados por Copete, y el ‘rescate’ de un defensa central que descendió con el Real Valladolid y no contó para Rubén Baraja durante dos cursos: Eray Cömert.
Además, se jugó con el riesgo de que la alternativa a Dimitri Foulquier en el lateral derecho fuese únicamente Thierry Rendall, después de que el portugués sufriera una grave lesión de rodilla que lo apartó del equipo casi un año. Tras varias semanas negociando con la Roma por Buba Sangaré, la operación del lateral diestro se truncó por discordancias con la opción de compra.
Si la defensa hace aguas, en la línea de medios, mientras no existe un parte médico de la lesión de Ugrinic, Santamaría, por el momento, está siendo incapaz de olvidar al Enzo Barrenechea que comenzó a brillar de la mano de Corberán en el mes de enero. Para el ataque, Beltrán no está siendo la alternativa a Hugo Duro que el entrenador sí encontró con Umar Sadiq, al que se intentó fichar sin éxito hasta las últimas horas del mercado.
Sin una trasmisión clara del objetivo de temporada
Por un lado, el trabajo de mercado no ha fructificado en la mejora del equipo. Y, por otro, desde la gestión Lim tampoco se está transmitiendo con claridad a la plantilla un objetivo por el que competir en la presente campaña. Gourlay, en la rueda de prensa de hace un mes, fue incapaz de verbalizar que esta campaña el equipo debe concluir la Liga en plazas europeas tras más de 2000 días de ausencias, en concreto, desde la Champions de 2020. Aplazó esta urgencia al verano de 2027, para cuando el club trasmite que estará listo el Nou Mestalla, con cuatro ventanas de fichajes entre medias.
Asimismo, no menos importante, es la imagen que emana de los despachos al campo, en defensa de la honorabilidad de la institución Valencia CF. Como en otros muchos desplazamientos, el pasado sábado el conjunto de Mestalla empezó a perder en el Santiago Bernabéu desde el palco de autoridades. Mientras el Real Madrid de Xabi Alonso actuó bajo la mirada de su máximo mandatario, Florentino Pérez, el Valencia de Corberán lo hizo bajo la de Voro González. El exjugador, cuyo cargo prácticamente ya nadie recuerda entre el valencianismo por irrelevante, fue quien se sentó representando al Valencia al lado del jefe supremo de los blancos. Gourlay, presente en Madrid, y que, según ‘El Chiringuito’, bajo al vestuario acabada la humillación, se quedó en un segundo plano. Javier Solís, director general, no estuvo en la capital.
Peligro de descenso y sin respeto de los árbitros
El orden y la ambición en este Valencia de Meriton no arrancan desde arriba. La tarea está en las manos del cuerpo técnico. A la hora del encuentro en Madrid, el máximo accionista y el presidente, padre e hijo, Peter y Kiat, los Lim, dormían en Singapur. El último ejecutivo que han enviado a València, el escocés Gourlay, ha pedido tiempo para recomponer la competitividad perdida. Aunque la indolencia extendida al grupo de futbolistas puede terminar minando el plan a largo plazo. Los resultados de un Valencia que, como sus dirigentes, no da la cara a domicilio hacen que con Liga por delante se hable ya, a partir de la jornada 12 con el Betis, de finales en el entorno. El peligro de descenso se hace real, son seis jornadas sin ganar y los de Corberán son el segundo peor visitante de toda la Liga con solo dos puntos sumados de 18 posibles.
La carencia de mando y liderazgo influye en que desde el exterior tampoco se respete al Valencia. El la capital hubo muestras de ello. Después de diez minutos aceptables, el bloque se desmoronó en el primer golpe. Un penalti por radar -más que por VAR- a favor de Kylian Mbappé y los suyos. Una de esas penas máximas que en el área contraria ningún árbitro, ni nadie en una sala de videoarbitraje, hubiese cobrado. Llueve sobre mojado para un club sin fuerza en los organismos nacionales del fútbol, al que hace una semana le pasó algo parecido en casa frente al Villarreal CF. Corberán clama al cielo sin la ayuda de ningún dirigente.

Carlos Corberán, en una comparecencia en el Media Center del Valencia en la Ciutat Esportiva / SD
Después de la debacle en el Bernabéu, los jugadores, con la Senyera en su piel, acercaron la vista hasta la grada visitante y pidieron perdón a una afición que había agotado las entradas. Tras once jornadas, sin embargo, los gestos de arrepentimiento se han desgastado de tanto usarse sin hechos posteriores. Al valencianismo solo le valen hechos, unos hechos cada vez más difíciles de reproducirse en un Valencia CF en el que los futbolistas han aprendido, a lo largo de los años, que el error no solo no se paga, sino que tiene recompensa.
Reestructuración en mente y Corona buscándose destino
Los continuos fallos en la dirección y planificación durante seis temporadas han apartado al equipo de las competiciones UEFA y sus suculentos ingresos, mientras el director general y el director deportivo vieron sus cargos y emolumentos ascendidos. Gourlay tiene en mente una reestructuración, aunque según el perfil que desvela el periodista Salva Gomis, el del neerlandés Hans Gillhaus como responsable de scouting, no se prevé que sea excesivamente significativa. Miguel Corona, actual director deportivo, por su lado, ha avanzado negociaciones con el Panathinaikos de Rafa Benítez, a sabiendas de que su continuidad en el Valencia pende de un hilo. Podría ser el primer afectado desde la llegada del CEO, con un mes de retraso, en julio.