“Mi increíble heroína, Diane Ladd, un regalo inmenso como madre, falleció conmigo a su lado esta mañana en su casa de Ojai, California”, declaró ayer Laura Dern para anunciar el fallecimiento de su progenitora a los 89 años de edad, a través de un comunicado del que se han hecho eco medios como The Hollywood Reporter. “Fue la mejor hija, madre, abuela, actriz, artista y alma compasiva que jamás hubiera soñado. Fuimos afortunados de tenerla. Ahora vuela con sus ángeles”.

Poco después fue otro Dern, Bruce, el padre de Laura y el primer marido de Diane, quien expresó también públicamente su pesar por la pérdida de la que fue su esposa.

“Diane fue una actriz tremenda”, dijo Bruce Dern a través de otro comunicado compartido por People, en el que destacaba los méritos de Ladd en películas como Corazón salvaje, de David Lynch, por la que fue nominada al Oscar.

“Su labor como miembro de la junta directiva del Sindicato de Actores de Cine durante décadas tuvo un grandísimo valor, aportando la perspectiva de una actriz auténtica”, continuó la declaración del actor. “Vivió una buena vida. Veía las cosas como eran. Fue una gran compañera para sus colegas actores. Era divertida, inteligente y amable. Pero, sobre todo para mí, fue una madre maravillosa para nuestra increíble hija. Y por eso le estaré eternamente agradecido”.

Diane Ladd Laura Dern y Bruce Dern en Los Ángeles en 1997.

Diane Ladd, Laura Dern y Bruce Dern en Los Ángeles en 1997.Jim Steinfeldt/Getty Images

En el momento de su muerte, Diane Ladd llevaba más de 55 años divorciada de Bruce Dern (y luego además se casó en otras dos ocasiones), pero el cariño mutuo y, como dice él, la devoción hacia su hija, perduró en el tiempo.

Tenían prácticamente la misma edad (Ladd era unos meses mayor) y bastante en común cuando se conocieron: aunque él nació en el Medio Oeste, en Chicago y ella en el sur, en Laurel (Mississippi), el arte con mayúsculas corría por las venas de ambos.

No en vano, Bruce estaba emparentado con el poeta y escritor Archibald MacLeish y Diane con el dramaturgo Tennessee Williams, y fue el amor compartido por el teatro y por la obra de este autor en particular lo que les acabó uniendo: se conocieron a finales de los años 50 al coincidir en una producción del Orfeo desciende, en el off-Broadway.

Sus caminos hasta llegar a Nueva York fueron sin embargo distintos: él acabó en la actuación de rebote, después de no triunfar como atleta (no consiguió clasificarse para los Juegos Olímpicos de Melbourne de 1956 después de optar a ello), pero desembarco a lo grande, en el Actors Studio de Lee Strasberg y Elia Kazan, y pronto estaba compartiendo escenario en Broadway con un Paul Newman que ya despuntaba.