Miles de kilómetros en sus piernas, más de 20 países o hitos como la ‘202020 Velomobile Challenge’ son solo algunos de los logros que el sueco Alve Henricson ha logrado a bordo de su ‘velomóvil’. Se trata de un vehículo de tracción humana que, aunque parezca propio de películas futuristas, permite a su piloto dar pedales a velocidades mucho mayores que una bicicleta al uso y con la ventaja de poder transportar mayores cargas con menos esfuerzo. En una de sus travesías, concretamente, desde Portugal y rumbo a Bilbao para coger el barco a Portsmouth, Henricson decidió detenerse a recuperar fuerzas en la provincia de Zamora.

En esa breve pausa antes de seguir su larga travesía, atiende a Zamora24horas y comenta que solo sigue dos reglas fundamentales: «Solo puedo pedalear yo, y solo puedo usar barco cuando tengo que ir de Suecia al continente o tengo que cruzar un río o un mar». Según relata, la ventaja del velomóvil o bicicleta es que «lo único que mueves son las piernas, con lo cual puedes ir mucho más lejos por día». Alcanzando velocidades de hasta 40 kilómetros por hora «sin demasiado esfuerzo», puede incluso cargar un equipaje de hasta 30 kilos, a lo que suma los 26 del propio velomóvil, construido en fibra de carbono.

«En una bicicleta común de carrera puedes hacer la misma velocidad, pero lo único que tienes en el bolsillo es la tarjeta de crédito», apunta. Además, el velomóvil cuenta con una pequeña asistencia eléctrica que, indica, «solo puedo usar en pendientes muy fuertes porque la batería no da para mucho». Su llegada a la provincia de Zamora y, concretamente, a Benavente, se produce después de conocer que el último barco hacia Portsmouth saldría antes de lo que él esperaba, por lo que abandonó su ruta hacia Santiago de Compostela, aunque dejando claro que volverá.

Uno de sus mayores logros fue el realizado en 2020, cuando viajó desde Nordkapp, el punto más septentrional del continente, hasta la isla griega de Gavdos, punto más meridional. Una ruta de un total, entre ida y vuelta, de más de 12.000 kilómetros a base de pedales y mucho coraje, llegando a soportar temperaturas de hasta 26 grados bajo cero.

El origen de estas bicicletas se remonta a los años 30, cuando comenzaron a introducirse en carreras de ciclistas, obteniendo las victorias con cierta comodidad. Es por ello, explica Alve, que las asociaciones de ciclistas decicidieron prohibirlas en las carreras a partir de 1933. Comenta que él lleva alrededor de 10 años subido en su velomóvil y que tiene otros dos modelos diferentes.

Así, un lugar como la provincia de Zamora ha quedado ya marcado en el corazón de un hombre que, acompañado únicamente de su propio valor y su resistencia a todo tipo de obstáculos, ha recorrido decenas de miles de kilómetros dando pedales. Todo ello sin dejar indiferente a nadie con un vehículo que parece sacado de una película y que no es sino la prueba palpable del espíritu de lucha que atesora alguien como Alve Henricson.